Mejillas quemadas

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Hacía un calor tremendo, era como si en pleno verano se prendiera la cocina a leña o se hiciera una fogata gigante. No tenía la resistencia de los demás chicos, pero quería y debía ayudar; al no tener un árbol cerca o flora cerca, el calor y los rayos del sol rebotaban en esas planicies algo amorfas que habían dejado los titanes a su pasar.

-Armin, toma un descanso, anda a sentarte en la tienda de campaña -Dijo ofreciendo su mano para que le pasara la pala que tenía sostenida.

-Pero...

-Anda, estás rojo como un tomate y jadeando, has trabajado toda la mañana, nosotros seguimos. -Dije con una sonrisa antes de acercarse aún más a mí y tomar la pala con cuidado.

-Gracias...-Dije en un suspiro cansado.

No podía negar que tenía razón. Tenía esas ansias de ayudar en todo, por extrema que fuera la tarea, no podía quedarme solo con el papeleo, ideas o reuniones, tenía que ser uno más del equipo.

Liberio no se iba a levantar de la noche a la mañana, pero debíamos tener un lugar para los refugiados y nosotros para dormir.

Caminé por el pasaje gigante de tiendas de campañas de todos los tamaños hasta llegar a las tiendas que nos habían designados con los chicos. Entre sin más y bajé la tela para poder caminar hasta mi improvisada cama y tirarme en ella, disfrutando de suave oscuridad que me ofrecía la tienda y la frescura de la sombra.

Sentía la cabeza palpitar, los ojos molestos y sentía que me ardía el cuerpo. Debí utilizar protección solar, debí colocarme ese sombrero que me había ofrecido uno de los ciudadanos marleyanos cuando salimos al campo a preparar los campos para siembra y los acueductos.

-¿Armin? -Una voz conocida desde afuera me llamaba.

-¿Annie? -Pregunté sentándome en la cama, sintiéndome algo mareado.

-¿Puedo pasar?

-S-si, adelante. -Me moví para abrir las pequeñas ventanas de la tienda para que la luz del día iluminara un poco más dentro de esta.

La exguerrera entró con calma a la tienda, estaba con las mejillas rojizas, el cabello tomado y con ropa ligera, traía un balde con agua y una bolsa de tela colgada en su espalda.

-Te volviste a insolar. -Dijo sin mucha sorpresa al tiempo que avanzaba hasta donde se encontraba mi cama.

-Algo parecido... -Sonreí apenado por la suposición de la rubia que dejaba el balde a un lado de mi cama.

Vi como descolgaba la bolsa de tela para sacar una toalla pequeña y meterla en el balde, estrujo y luego me ofreció la mencionada.

-Un poco en la frente y luego tu cuello, refréscate. -Me miró expectante hasta que tomé la toalla e hice lo que me dijo.

-No debías preocuparte por algo así, sin embargo, muchas gracias, Annie. -Dije sentándome de mejor manera en la cama, cruzando mis piernas para dejarle espacio para que tomara haciendo.

-Te esfuerzas demasiado, además la primera vez te desmayaste con el calor que hace afuera. -Encogió de hombros antes de volver a tomar la bolsa de tela al tiempo que se sentaba y sacaba un fresco con un gel verde- Acércate.

Sin sacar la toalla de mi cuello me acerqué un poco a ella sabiendo lo que iba hacer. Con una paciencia única, Annie abrió el frasco y saco un poco del gel con sus dedos y paso el producto por mis pómulos, un poco en mis mejillas y en el puente de mi nariz, aprovechando de aplastarme la punta de esta en broma.

Historias Únicas [AruAnnie]Where stories live. Discover now