El tiempo lo dirá (Parte 2)

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No hubo palabra o una respuesta de vuelta. Se secó las lágrimas rápidamente y miró a los chicos.

-Vamos, terminamos acá, aprovechen de comer, yo llevaré a Armin al refugio para ver sus rasmillones.

Me miró unos segundos y me hizo una seña para que la siguiera. Los chicos nos seguían detrás en silencio y con una distancia prudente, todo se había quedado en lágrimas, por más palabras que hubiese utilizado sabía que el efecto no iba hacer el mismo. Debía de ser paciente, debía de darle espacio y tiempo; sin embargo, toda reflexión que hice con los chicos me hizo darme cuenta de que estaba tirando todo por la borda. El barco inmenso que tenía hace unos meses atrás se estaba quedando sin uno de los tripulantes más importantes para mí.

Al llegar al refugio la nieve comenzó a caer de un momento a otro, los trabajadores cerraron las viviendas para proteger el material que aun estaban utilizando y todos los niños con los adultos se dirigieron a las distintas estancias donde estaban viviendo.

La fila del comedor ya no estaba.

-Los dejamos, le pediré a Margaret si les puede guardar su cena -Dijo Falco acomodándose las herramientas de las manos.

-Gracias -Dijo Annie antes de mirarme. - A menos que quieras devolverte enseguida a la residencia.

Negué rápidamente.

-No, estoy bien, me quedaré acá.

Falco me dedicó una suave sonrisa antes de tomar la mano de Gabi nuevamente y caminaron a la carpa que se utilizaba como casino.

Nos quedamos solos, la nieve ya cubría un poco nuestras ropas y el viento estaba poniéndose algo agresivo. Annie comenzó a caminar a la dirección contraria hasta entrar en una de las carpas mejor recubiertas que tenía la cruz roja en la entrada. La seguí detrás y al entrar pude sentir el calor acogedor de la estufa a leña que tenían dentro. Había camillas, aparatos de reanimación y mucho insumo que era útil para cualquier emergencia.

-Ven, déjame curarte las manos. -Dijo moviendo una de las sillas que estaban dentro para acercarla a la mesa. Se sacó la chaqueta y los accesorios que tenía puestos.

La miré unos segundos, estaba más delgada de la última vez, su cabello estaba en un rodete ya casi desarmado, por lo que tomó el cordel y dejó caer sus platinados cabellos, le llegaba casi a la mitad de la espalda. ¿Tanto habíamos cambiado?

Me senté en la silla y apoyé mis manos en la mesa. Ella se posicionó frente a mí, pero antes de siquiera mirar mis manos, se acercó por sobre la mesa y sacudió mis hombros despejando aquella zona de la nieve que aun tenía.

Frunció un poco el ceño y tomó los apósitos para comenzar a limpiar con agua tibia mis manos.

Sus mejillas claramente estaban quemadas por el frío, sus manos tenían una que otra curita, me imaginaba por las heridas al ocupar las herramientas de trabajo pesado en el campo de refugiados.

-¿Todo salió bien en la isla? ¿Cómo quedaron Jean y Connie? -Preguntó con total naturalidad mientras tocaba mis manos con un cuidado único.- ¿Pasaste tiempo con Mikasa?

-Sí, todo va en orden, ya estamos instalados, tenemos un lugar en la base militar y los chicos mientras vivirán en Shiganshina hasta que las viviendas para ex militares estén listas -Agregué en orden de preguntas, de un momento a otro Annie se paro para buscar un instrumento con el cual sacar las astillas que tenía en el dorso de la mano.- Estuve unos días descansado en su casa, me ayudó bastante... Por las noches de pesadillas.

Pude percibir el cambio de su mirada antes de tomar con las pinzas las astillas y sacarlas con cuidado. Mi mano había quedado roja por el impacto y el rasmillón, pero nada grave.

Historias Únicas [AruAnnie]Where stories live. Discover now