Dieciocho

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DIECIOCHO

Brook

Sus suaves labios seguían bailando sobre los míos con tanta delicadeza que me sentía protegida, pero a la vez lo hacía con una rudeza que podía destruirme en cuestión de segundos.

Sus brazos estaba tan firmes alrededor de mi cintura, y los míos sobre sus musculosos y tonificados hombros. Me quedaba sin aire pero me negaba a despegarme de esos labios que me estaban haciendo sentir tanto.

Era muy bueno en esto.

Pero mi conciencia reaccionó tan rápido que segundos después lo empujé lejos de mi. No se de donde me salió esa fuerza para alejarlo unos cuantos metros de mi si hace unos segundos estaba agarrado muy fuerte de mi.

Su pecho subía y bajaba, esos ojos hipnotizantes no se perdían ningún detalle, sus pupilas dilatadas, y en ese momento solo quise volver a besarlo.

Corrí hacia sus brazos y volví a devorar su boca, mis piernas inmediatamente se entrelazaron en su cintura, su mano fue directo a mi cintura y la otra a mi mejilla, donde me apartaba el cabello del rostro y me besaba con pasión.

Se sentó sobre la cama y pude acomodarme mejor en su regazo, nuestros labios jamás se despegaron, su mano nunca abandonó mi cintura, y la otra de ninguna manera la apartó de mi mejilla.
Mientras él sabía exactamente donde tocar, yo era todo lo contrario, mis menos se movían a través de sus finas hebras de cabello rubio. Lo jaloneaba y podía sentir como jadeaba en mis labios.

—¡Que tal tu...—una voz hizo que brincara del regazo de André.

Era Luciano, y la impresión era evidente en su rostro.

—Yo... lo siento, no quería...—se volteo y estaba apunto de salir.

—Está bien, ya me iba—susurré.

André me observaba con los ojos muy abiertos. Fue así como tomé mi diario y salí corriendo de ahí.

Me toque los labios antes de llegar a la esquina del pasillo y encontrarme con Sam.

Su rostro se iluminó al verme.

—¡Por fin!, me tenías muy asustada, tardaste mucho.

—André se resistió, pero al final terminó perdiendo—sonreí antes de comenzar a caminar.

Nadie debía enterarse de esto, fue solo un momento vulnerable, nada más.

Me despedí de Sam y volví a mi habitación e intenté no pensar en nada, me metí a la ducha y no se exactamente cuanto tiempo estuve dentro de ella. Pero fue un largo rato.

El agua fría me ayudaba a pensar en mis decisiones, necesitaba estar bien para esta noche, era la cena con mi padre y su nueva novia, era realmente necesario que estuviera bien para ellos.

Al salir de la ducha comencé a empacar un poco de ropa en una pequeña maleta, me cepillaba mi cabello mientras veía como Lina entraba a la habitación. Le echo un vistazo a la pequeña maleta que descansaba en la orilla de mi cama.

—¿Saldrás este fin de semana?—cuestiono.

—Si—respondí sin darle mucha importancia.

—¡Oh!, después de todo si encontraste tu diario.

Voltee a verla—Lo tenía tu novio.

Rodo los ojos—No te creo, a André no le interesaría leerlo.

—Más vale que lo alejes de aquí, no quiero volver a verlo en mi habitación.

Se quedo callada, termine mis cosas, tomé mi maleta y salí de ahí.
La convivencia con mi compañera era cada vez más difícil.

Las reglas del amor (borrador)Where stories live. Discover now