Las reglas del amor (borrador)

Tres

TRES

Brook

Baje las escaleras en tiempo récord, para este punto supongo que mi vestido me revelaba toda mi ropa interior, pero no importó, no estaba molesta, solo me sentía estúpida.
Salí de aquella casa deseando estar en mi cama, dormida, sin estar viviendo esto.

—Brook—una voz gritó a mis espaldas.

Pero no me detuve, camine más rápido y eso hizo que esta persona llegara a mi y me tomara del hombro.

—Brooklyn...

—Aléjate Luka—no voltee.

—Por favor escúchame. 

Di la media vuelta y cruzamos miradas.

—Me he sentido estúpida desde nuestra última conversación, creí que te estaba rompiendo el corazón al irme, de verdad me culpe, pero tú estás aquí, follandote a otra, no me sorprende.

—Fue por ardido Brook, porque me dejaste ahí, no se como controlar mis sentimientos, me enfadé y lo siento, por favor.

—No Luka, tu puedes estar con quien quieras, solo no te permito que me culpes a mi de tus sentimientos.

Le di la espalda y continué caminando.

—Te amo Brook...

Me detuve.

Lo vi a través de mi hombro.

—¿A mi y a cuantas mas?

No respondió.

Continué caminando.

—Espera...

—Adiós Luka.

Cuando llegue a la esquina ya estaba un taxi esperándome, me subí sin voltear atrás, porque eso significaba regresar al pasado y ya no quería.

Cerré la puerta y el auto continuó su rumbo, recargue mi cabeza en el asiento y le escribí a Ava, cuando llegue a casa me metí a la cama y me quede dormida de inmediato. No respondí ninguna pregunta de papá, solo le dije que me había aburrido y me había venido temprano.

Era una verdad a medias.

La mañana siguiente y a primera hora Ava estaba en casa, con una gran resaca, fuimos a nuestro café favorito y al cual íbamos cada sábado, mientras ella me contaba todo lo de anoche, yo hablaba sobre Luka, ya que evidentemente todo mundo se enteró.

—Brook, sabes que Luka ha estado enamorado de ti desde siempre..—confirmó mientras le daba un gran sorbo a su café cargado.

—Se nota...

Rodo los ojos.

—Solo digo que no es una gran forma de demostrarlo, todos sabemos que Luka se mete con mujeres desde que aprendió a afeitarse la barba.

—Y eso fue a los 12–agregó Ava.

—El punto es que yo no tomaba enserio sus declaraciones, ya que tenía un largo historial.

—Así que solo decidiste ser una más del club...

—¡Así es!, fue divertido al principio, después ya no.

—Pero dime... ¿folla bien?

Sonreí—Mi primera vez fue con él, no he follado con nadie más, entonces supongo que si.

—No tomare en cuenta tu opinión eres algo inexperta.

—¡Pues gracias!—murmuré con burla.

—Después de que te fuiste la chica esa le hizo un drama y el solo la ignoro, y se fue a emborrachar.

—¡Wow!, vaya forma de afrontar sus problemas.

Terminamos el almuerzo y cada una volvió a casa, por mi parte aún tenía cosas que empacar. Había llegado el camión que llevaría la mayoría de nuestras cosas, comenzaron a subir todo, lo único que quedaba era ropa de nosotros pero prácticamente se llevaron todo.
Papá vendió algunos muebles, pues nuestra nueva casa en Suiza era pequeña, yo no viviría con él, ese era el detalle más aterrador.

La nueva semana había iniciado, y yo tenía muchos exámenes por hacer, casi todo el día me la pasaba en el salón respondiendo preguntas.
Tuve un momento para almorzar con mi mejor amiga. Disfrutaba de una buena ensalada cuando Ava dejó de hablar, inmediatamente subí la vista y vi que estaba muy atenta hacia atrás.

Por inercia voltee y vi aquel espectáculo.

Luka entrando a la cafetería de la mano con una chica, la misma de aquella noche, ambos caminaban muy orgullosos por robarse todas las miradas.
Antes de que él se acercara, regrese mi vista a mi plato.

—Vaya vaya...—escuche murmurar a Ava.

—Se desenamoro en un día...—susurre yo.

No iba a prestarles atención, tenía más cosas que hacer, termine mi almuerzo y retomé mis exámenes.

Y así fueron pasando los días de mi última semana en Londres, entre trabajos finales y maletas por empacar.

—¿Emocionada por tu último día?—pregunto papá mientras cenábamos pizza.

—No creo que emoción sea lo que sienta...

—Se que es difícil hija.

—Estaré bien papá.

—Lo se, siempre has sido fuerte y valiente.

Me convencí de ello mientras intentaba conciliar el sueño, pero el recuerdo de mi madre seguía en mi cabeza. Así que volví a bajar al sótano a tomar las últimas cosas de mi madre, eran cajas con pertenencias, algunas jamás las había visto.

Entre ellas una hermosa caja dorada, adornada con sus iniciales "BB", dentro había algunos collares y pulseras de ella, las tome y me las puse, eran hermosas y sofisticadas.
Tenía un pequeño cajón, que al abrirlo había una carta, no podía creerlo, la abrí rápidamente y su caligrafía seguía intacta.

"Quería mosquita"

Ese dulce apodo siempre vivirá en mi corazón.

Seguí leyendo.

"Si estás leyendo esto, es porque probablemente estés apunto de mudarte, de ninguna otra forma hubieras encontrado esta carta, te amo hija y quiero lo mejor para ti, el instituto Le Rosey es lo mejor para tu educación, fueron mis mejores años de escuela, ahí conocí a grandes amigos y aprendí todo lo que sé de la vida.

Quiero que seas feliz como yo lo fui, se que lo serás, claro que será complicado acoplarte, pero jamás dudo de ti, eres increíble y todos merecen saberlo, la vida es bella, deberías de verla de esa manera. Enamórate, haz nuevos amigos, Suiza es una increíble forma de comenzar tu vida.

Te ama mamá"

Volví a la cama, esta vez con un nuevo recuerdo por guardar, y con muchas ganas de ir a ese amando lugar que había hecho tan feliz a mi madre en sus mejores años. Si ella lo decía era por algo, y creía tanto en sus palabras, sabía que esa carta me la había dejado para este momento y eso era lo que más apreciaba.

Volver a leer una carta de ella.

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