Dos

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DOS

Brook

—¿Mudarás? ¿De qué hablas Brook?

Respire hondo—Mi papá y yo decidimos comenzar una nueva vida.

—¿Una nueva vida? ¿así que solo me sacaras de tu vida como si nada?

—¿Qué?, claro que no Luka, es difícil para mi todo esto, extraño a mi mamá cada día y todo esto ha sido tan complicado sin ella.

—Brook, me estás rompiendo el corazón.

—Por eso mismo te pido que me escuches.

—Habla—exigió.

—Mi padre encontró un mejor empleo, y entraré a la escuela donde estuvo mi madre.

—¿Hasta donde te iras?

—Suiza.

Cerró los ojos por un momento.

—Sabes... estaba a punto de pedirte que fuéramos novios y que dejáramos de jugar.

—Luka, tu fuiste el que decidió esto, tú no quieres nada serio, a ti te gusta rodar de cama en cama, y de chica en chica.

—Pero quería parar de eso, y quería intentarlo contigo.

—Lo siento... no quiero herirte, pero debías saberlo.

Suspiro—Debo irme y pensar... pensar mucho.

No dije nada y mi silencio dijo muchas cosas, por que lo último que escuche fue el portazo anunciando que se había ido.

No esperaba que reaccionara así, mucho menos esperaba que fuera a pedirme que formalizáramos la relación.

Le conté todo a Ava, la cual lo maldijo en mil idiomas, no entendía su reacción, ni me el iba a detener.

Esa misma noche empaque todas las fotografías de mi madre, tome un marcador y marque la caja con un "mamá", vi la sonrisa de papá al llegar y verla. Todas sus cosas iban ahí, e irían con nosotros a nuestro nuevo hogar, era lo que ella hubiera querido.

Los días pasaron y Luka era más ausente, me evitaba todo el tiempo, quise darle su espacio, sabía que si las cosas fuera al revés, yo también necesitaría tiempo para pensar todo.

Pero su indiferencia me ofendía, y me mataba, sobretodo dolía, extrañaba a mi amigo, al que llamaba y le contaba todo, extrañaba sus palabras tranquilizadoras y su sonrisa.

Pero estos últimos días los había pasado entre cajas y maletas quería vivir mis últimos momentos en aquel lugar cálido, lo extrañaría tanto, Londres era mi lugar, mi hogar y claro que me dolía alejarme, pero un nuevo aire no estaría mal, me lo repetía constantemente.

Fue una noche mientras guisaba verduras que mi padre llegó a casa, algo temprano de lo habitual, los últimos días había trabajando más, pues ya casi nos íbamos, al entrar fue directo hacia mi y me dio una carta.

—Ábrela—ordenó.

Suspire y repase un momento más el papel sobre mis dedos, se sentía fino, debía ser algo importante, pero ¿para mi?

Retire la pegatina lentamente mientras sentía la mirada de mi padre sobre mi, saque el papel color hueso y con cuidado lo desdoble.

"Querida señorita Brooklyn Davies"

Mi estómago se contrajo al leer eso, si era para mi, aunque la etiqueta del sobre también decía mi nombre.

—El instituto Le Rosey se complace al informarle que su beca fue aceptada y podrá incorporarse a sus clases en dos semanas, esperamos su correo de confirmación y estamos agradecidos por su preferencia..—termine de leer en voz alta.

Las reglas del amor (borrador)Where stories live. Discover now