Quince

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QUINCE


Brook

Llegue a mi habitación y lo primero que hice fue sentarme en mi cama, saqué mi diario, el cual escondía bajo mis almohadas.

No solía escribir en diarios, lo veía innecesario, pero desde que llegué aquí siento la necesidad de escribir mi sentir, como ya no tengo a nadie con quien desahogarme, necesitaba hacerlo en algún lado. No soy de las que está acostumbrada a guardarse las cosas, por ende necesito decirle a alguien o en dado caso, escribiendo para así sentirme menos presionada.

Mi madre tenía muchos diarios, comenzó a escribir cuando nací, y según ella, era algo maravilloso, leí su diario meses después de que falleciera, era como ver si vivir a diario, sus experiencias, después encontré un diario de cuando estuvo aquí en el internado y según ella eran sus épocas más felices, pero para mi esta siendo muy duro.

Quiero intentar relajarme y hacer amigos, tal y como ella lo hacía, pero me resulta imposible, es que simplemente aquí todos son pijos y groseros, no tienen modales, soy mal educados, definitivamente el dinero no compra la educación.

Fue así como le dediqué una página entera a André D'Angelo, no había nada positivo en esa página escrita, todo era odio, sobre el sentimiento negativo que me hacía sentir, jamás me había caído tan mal una persona, es repugnante, grosero, hipócrita, egocéntrico, creía que todo giraba sobre él, quería que todo mundo lo obedeciera, definitivamente estaba muy mal de la cabeza.

Después de escribir explícitamente mi sentir, pude descansar un poco.

No se cuanto tiempo tarde en quedarme dormida, solo se que cuando desperté ya era tarde para mi entrenamiento de fútbol así que solo salí corriendo, ni siquiera noté el fabuloso detalle de que Lina iba entrando a la habitación con mi persona menos favorita, la cual se burló de mi al verme corriendo y medio adormilada.

Obviamente lo ignore y corrí hacia el grande campo donde gasté lo que quedaba de mi energía.

Después volví a la habitación.


André

Fue inevitable no estar frente a esta puerta. Lina me abordo en el pasillo y ahora estoy aquí, apunto de entrar a su habitación, creí que había dejado claras las cosas, fue duro pero ya no quería nada con ella.

Al abrir salió corriendo su terrorífica compañera de habitación, algo adormilada y con esa cabellera insolente frente a su rostro.

No me agradaba en lo absoluto, es que por favor, siempre iba despeinada y con la ropa arrugada, era parlanchina a más no poder, terca, gritona, simplemente la clase de persona que te contradice todo y que siempre busca tener la razón. No era desagradable, en lo absoluto lo era, si se peinara definitivamente su belleza saldría a la luz.

Tenía ojos claros y algo grandes, una boca carnosa, y un cuerpo estéticamente deseable y decente. Pero repito que no era mi tipo, aparte jamás se enrollaría conmigo en ningún sentido, me detesta.

Lina me invito a entrar y pude anotarle otro defecto a su compañera, era una desordenada de lo peor.

—Lamento en desorden, Brook está algo estresada—se disculpó cuando noto que me había dado cuenta.

—Está bien.

Se sentó frente a mi y no tuve alternativa que sentarme en la orilla de la cama de su compañera, en la única orilla libre ya que todo estaba atascado de ropa y libros.

—¿Que te ocurre André?, simplemente no entiendo por que cambiaste tanto conmigo...

Suspire—Lina, eres mi amiga, como una hermana, ya no puedo verte de otra manera.

—Pero nos divertíamos... Sabes, la pasábamos muy bien, no había problema, no había exclusividad en lo absoluto, tu tenías tus aventuras y yo también.

—Lina... ya no puedo—me levante.

—Tienes a alguien más, es eso..

—Basta..

La puerta sonó, ambos nos alertamos ya que los hombres no pueden estar en la zona de mujeres, eso amerita un castigo grande.

—Escóndete—susurró asustada Lina.

—¿Donde?

—Ahí, bajo las sábanas de Brook—apuntó la cama desordenada de su compañera.

—No, que asco.

—André—farfulló.

Rodé los ojos—Bien...

Me metí entre las gruesas sabanas que sorprendentemente olían a rosas, era un muy buen aroma, embriagador. Me cubrí la cabeza y escuché como Lina abría la puerta y distraía a la jefa de piso.

—¿Donde esta compañera?—cuestiono la jefa.

—Por allá, dormida, ha tenido mucho estrés, debe descansar si no se pondrá como un ogro—hablo Lina de manera muy tranquila.

—Cuando despierte Brooklyn debes decirle que se registre conmigo.

—Cuente con ello...

Brooklyn, que nombre más peculiar para una mujer, recosté mi cabeza en la almohada y sentí algo frío bajo ella, metí la mano y descubrí una pequeña libreta color lila, con letras infantiles decorando la portada "Brookie".

¿Es tan patética que tiene un diario?

Claro que si.

—Ya se marchó, sal—murmuró Lina y levante la sábana respirando con desespero.

—Debo irme—me levante y noté que aún tenía la libreta en la mano.

Mi desespero fue salir de ahí que cuando baje cuidadosamente las escaleras del edificio y cruce para el mío, noté que tenía el diario de la tal Brook, y ni de coña volvía a regresarlo.

Brook

Después del entrenamiento moría por una ducha fría, cuando llegue a la habitación noté a Lina muy nerviosa sentada en su cama, al verme entrar se levantó.

—Debes ir con la jefa de piso.

—¿Por qué?—cuestione dejando mis cosas sobre mi cama.

—Por que quiere saber dónde estabas, vino a hacer rondín y no te encontró.

—Estaba entrenando, igual iré a darle mi horario para que sepa que días me voy.

—No—me detuvo—Es que ella piensa que estabas aquí.

—¿Y por que piensa eso?

—Por que llegó cuando estaba con André, él se metió en tu cama y le dije que estabas dormida.

—¡Que asco! ¿Tocó mis sábanas?, tendré que cambiarlas.

Rodo los ojos—Basta, solo dile eso, después de todo, André te salvo el culo.

—¿A mi?, se lo salgo el mismo, no tenía nada que hacer aquí, lo sabe, pero claro, tenía que venir a follar o algo.

—¡Ya no follamos!—grito—Ya no me quiere.

El silencio reino en la habitación, en parte me daba igual.

Me senté en mi cama y por seguridad mía, tuve que buscar mi diario, mi corazón se agitó cuando no lo sentí.

—¡Ese idiota tomo mi diario!, maldito—grite molesta.

—Por favor Brook, a André no le interesa leer tus dramas.

—Ve a buscar mi diario, por que si no, la jefa de piso se enterada que yo no estaba aquí—advertí tan molesta.

Si ese idiota se había atrevido a leerlo, de verdad pasarían cosas muy malas.




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Las reglas del amor (borrador)Where stories live. Discover now