Capítulo 30

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Peter
-Yo me encargo - escucho lo que me tiene que decir mi padre y llevo mi mano hacia el puente de mi nariz - en unos minutos estoy ahí.

Acabo de salir del salón de clases de Regina. Sé que va a estar muy bien en su examen. Me preocupa su regreso a casa, espero estar temprano aquí de vuelta para llevarla.

Subo a mi coche y arranco. Estoy muy cansado de toda esta mierda. Al final no quiero pertenecer al mundo jodido de mi padre pero ¿qué puedo hacer? Es mi padre así que cuando disponga ahí tengo que estar.

Salgo del pueblo tomando la carretera que conozco tan bien. Cuando paso por el sitio que he visitado tantas veces con Regina bajo la velocidad hasta detenerme. Me bajo y camino bosque adentro. Me permito respirar el aire de este lugar. Todos los recuerdos me invaden y me siento tan jodido. Estoy enamorado hasta lo huesos y eso no era lo que debía pasar. Me siento como una basura.

Mi teléfono vibra en mi bolsillo. Lo tomo y contesto de mala gana.

- ¿Qué quieres ahora?

- Necesito que vengas ya - la vida de mi padre me exaspera.

- Ya voy en camino

- No te demores sa— cuelgo

Esta situación me saca de mis casillas.

Subo nuevamente a mi coche y arranco acelerando por toda la carretera que me lleva hasta la ciudad.

Una vez en la casa de mis padres me bajo aparcando el coche.

Camino por el sendero de la zona residencial y sacó las llaves que tengo de este lugar para entrar.

- Hola hijo - mi nana me saluda amablemente y yo le dedico una sonrisa, le doy un beso en la mejilla y la abrazo.

Es el único amor que he recibido en mi vida. Bueno ahora también tengo el amor de ella, pero no lo merezco.

- ¿Dónde están? - pregunto y su rostro se contrae señalándome el estudio.

Camino hasta allí y tomo una bocanada de aire antes de entrar.

La sangre me hierve al ver a la persona que está sentada frente a mi padre muy tranquilamente.

- Padre- saludo

- Bienvenido hijo- me dice

- Señor Hoffman - saludo incómodo y trato de tragarme mi orgullo.

Él solo hace un ademán a modo de saludo.

- ¿Cómo va todo? - me pregunta el padre de la mujer que amo y me centro en ignorar el odio tan profundo que le tengo.

- Está todo bien. Pero no creo que eso sea de su incumbencia señor, con todo respeto.

- Después de todo es mi hija- me dice el muy cínico

- Eso no parecía importarle cuando le pegaba y la maltrataba- escupo- mucho menos cuando la vendió.

- No me juzgues muchachito. Tú y yo no somos tan diferentes - me dice y aprieto mis puños - ¿sabe ella que estás aquí? ¿Pagándole a su padre para que se mantenga alejado para tú poder enredarla y dejarla sin nada?

- Cállese- escupo molesto - se me va a olvidar que es un hombre mayor y no me podré contener.

- Sin amenazas Peter- me dice mi padre.

Mi padre saca un maletín con dinero y se lo da al padre de Regina. Firman unos papeles y el señor se levanta y se dispone a salir del lugar.

- Hasta luego jovencito- me dice al pasar por mi lado y juro que quiero arrancarle la cabeza.

Mi padre me hace una señal con su mano y me siento frente a él en el asiento que está justo al lado de donde se encontraba Hoffman.

- ¿Avances? - pregunta mi padre

- Ya tenemos una relación ¿qué más quieres?

- Que termines con ella. Ya tenemos todo lo que necesitamos. El avaro de su padre nos lo ha dado todo. Es un buen abogado pero se mueve por los billetes. Está todo listo, ella no sabe nada de estos papeles y al señor antes presente se le pagó muy bien para que mantenga la boca cerrada.

- Eres detestable - digo pero sé que yo soy una porquería igual

- Somos Peter, no te equivoques. Tú eres igual a mi - eso me hinca - todo ha salido muy bien. La dejas y listo. No tiene que saber que la utilizaste.

- Tú me obligaste - le recuerdo

- Tener lo que uno quiere lleva sacrificios.

- ¿Ahora ella donde irá?- pregunto

- Bueno, seremos tan buenos de dejarle ese apartamento como hogar - me explica- ya trabaja, se puede mantener, además el lugar está pago por varios años - continúa - Tú después de esto te puedes ir donde quieras, serás libre.

- ¿Y si me quiero quedar con ella?

- No lo harás- asegura- eres muy codicioso y has deseado tanto la libertad, fuera de mis garras, como les llamas. No te quedarás con ella. Serás feliz fuera de aquí y todo será como si anda de esto hubiera pasado. Punto

Me levanto y voy rumbo a la salida.

- Ah y Peter - giro mi rostro hasta estar mirándolo a los ojos- ella no significa nada.

Camino lleno de furia hasta la salida y me voy sin despedirme. Soy una basura. Detesto esta vida de porquería.

Me monto en mi coche y manejo hasta la carretera que lleva al pueblo de regreso maldiciéndome miles de veces por ser tan hijo de... tanto que me empeño en protegerla y él peor daño soy yo.

Esta noche, de esta noche no puede pasar. No puedo soportar seguir engañándola.

Me iré...

.......
Regina

Llego a casa y Peter está sentado en el sofá con una botella de Tequila en su mano y una cajeta de cigarrillos sobre la mesa

¿Pero qué diablos?

- ¿Peter? ¿Qué pasó aquí? - me acerco - tú no bebes.

- Hay muchas cosas que no sabes de mí Regina- la frialdad en su voz me deja petrificada.

- ¿Qué pasa? - pongo mano sobre su rodilla pero la aparta

- Se acabó Regina- me corta

Mi pecho se oprime y siento que no puedo respirar. No es lo que acabo de escuchar.

- ¿Qué es lo que se acabó Peter?- me tranquilizo

- Esto, nosotros- nos señala a ambos con su mano.

- Pero ¿Por qué? - pregunto con la voz rota - ¿Qué hice? Si algo te molestó lo siento. Lo podemos arreglar. Yo... yo no... no se qué pasó pero lo podemos arreglar seguro.

- No - espeta - ¿no lo entiendes? Se acabó.

Sus palabras me rompen el corazón y retrocedo por instinto. Llevo mi mano hasta mi frente y me siento en el sillón a su lado. Lo miro.

- Peter, háblame.

- No te quiero Regina - me dice y me rompe el corazón- ¿no lo entiendes? ¿Ah? Fue divertido pero ya pasó, se acabó.

Sus palabras son como agujas encajándose en mi pecho, me cuesta respirar y me siento muy mal de repente.

- Esta noche me voy- dice- punto final de esta conversación.

Lo veo ponerse de pie y no soy capaz de emitir ni una sola palabra. Estoy rompiéndome por dentro.

Camino hasta mi habitación a rastras y cierro la puerta detrás de mí. No entiendo nada ¿qué ha pasado? Estábamos bien.

<<no te quiero Regina>>

Sus palabras taladran mi cabeza. Las lagrimas empiezan a descender por mis mejillas y llegan hasta mi boca, pruebo el salobre de ellas y me sostengo mis partes rotas. Siento que tengo mi corazón en mi mano y cada latido duele.

Me quedo por un tiempo sentada contra la puerta abrazándome a mi misma. Sintiendo pena y autocompasión por mí.

Con ninguno de los dos Where stories live. Discover now