Capítulo 10

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Regina
Hoy es el último día que tengo que estar en la universidad para tomar el descanso del fin de semana. El día de hoy me resulta más pesado que los del resto de la semana, más clases, más deberes, apuro para todo y no olvidar mencionar el regreso a casa.

Al terminar las clases camino hacia los dormitorios a paso lento, trato de aplazar lo más que puedo el regreso a mi "hogar" ni siquiera se le puede llamar así, es posible que casa se le quede grande.

Llego a mi habitación y me dedico a recoger las cosas que necesitaré este fin de semana en casa para mis deberes y la ropa que use esta semana para lavar. Recojo todo en mi maleta y guardo en mi mochila el celular, la laptop y los cargadores junto con los audífonos.

Echo una última mirada repasando el lugar para cerciorarme de que no se me quede nada importante y salgo cerrando con llave la puerta.

Nadie suele entrar a este edificio cuando se van los estudiantes, solamente entran y salen los becados que son de pueblos cercanos y no van a sus casas, solo un día a la semana.

Ya quisiera yo poder hacer eso

Es increíble cómo podemos llegar a desear nunca volver a un lugar en el que alguna vez fuimos felices pero que poco a poco se convirtió en una tortura. Eso es mi casa para mí, mi eterna tortura.

Cuando salgo de la residencia me encuentro con mi mejor amigo esperándome al lado de su coche como habíamos quedado.

Se ve muy guapo ahí parado de brazos cruzados y con una pierna semiflexionada por encima de la otra. Viste una camisa suelta remangada hasta los codos y un pantalón negro que le queda genial.

<Regina esos ojos> me regaño mentalmente.

Me acerco a él sonriente y lo saludo

- Hola Peter

Él me jala y me da un beso en la frente, últimamente se le está haciendo costumbre ese gesto hacia mi. No me desagrada en lo absoluto, por el contrario me transmite seguridad y supongo que lo hace por eso.

- Hola - me toca un cachete y se aparta para tomar mi maleta y llevarla hasta la parte de atrás del coche.

Mientras me subo en el asiento de copiloto y me pongo el cinturón de seguridad.

Tras unos minutos Peter regresa conmigo sentándose en el asiento del conductor y me dedica una mirada preocupada. Me conoce tan bien... Logro formar una sonrisa que no llega a mis ojos y le indico que avancemos.

El camino a casa es un poco largo, yo no vivo cerca del pueblo.

- Regina- me llama la atención mi acompañante y lo miro en señal de que continúe- Hoy deberías de ir a mi casa, puedes cenar allá y luego vas para tu casa si así lo deseas

- Tranquilo, será mejor que llegue directamente a casa- hago una pausa y tomo una respiración- de seguro me espera un desorden de días que debo organizar si no quiero causar problemas- digo desviando mi vista hacia la ventanilla.

Oigo cómo Peter suspira y sigue con lo suyo

Llegamos a nuestras casas sobre las 6:30 de la tarde.

Me bajo del coche de Peter y este me ayuda con mi maleta hacia el porche.

- Si necesitas cualquier cosa solo llámame- me indica Peter

- No hay problema - asiento - ve tranquilo a casa debes estar muy agotado

- Puedo quedarme a ayudar si quieres - me dice dudoso

- No te preocupes, me las arreglaré. Papá ya debe estar por llegar y no quiero que tengas problemas por mí.

Peter asiente derrotado y se despide de mi, no sin antes recordarme que si lo necesito solo debo llamar.

Entro a la casa y como esperaba es un desastre.

Bien, no quiero problemas, así que subo hasta mi habitación, dejo mis cosas acomodadas y bajo para empezar con mi tarea.

Tengo poco tiempo la verdad.

Lo primero que hago es preparar la cena para mi padre y recoger el desastre que es la cocina de mi casa en estos momentos. Definitivamente la señora de limpieza no se presentó esta semana.

Continúo con mis tareas y termino sobre las 7:30

Ya me he vuelto toda una experta en limpiar y organizar a una velocidad increíble.

Los problemas te moldean a su antojo

Me parece extraño que papá no hay llegado aún, así que le dejo en la encimera bien caliente lo que le preparé de cenar y subo a mi habitación para comenzar los deberes de la universidad. Me coloco mis audífonos y emprendo mi estudio.

.....
Me despierto por el sonido de una canción de rock.

Casi rompe mis tímpanos

Me fijo en la hora en el pequeño reloj de mi mesita de noche y veo que son ya las 9:00

Bajo las escaleras a tomar un pico de agua y en el camino a la cocina siento la puerta de entrada abrirse.

Es mi padre.

Sigo mi camino apresurada, solo quiero mi agua y regresar a mi madriguera. Esta hora no es normal para que papá llegue del trabajo.

Mientras devuelvo el jarrón de agua a la nevera lo escucho en la puerta de la cocina

- Regina

Su voz es fría como de costumbre, me giro en su dirección y agacho la cabeza a modo de respeto.

Se acerca a mi y me toma del mentón apretando demasiado con el gesto.

Hago una mueca de dolor y la ira se refleja es sus ojos perdidos...

Está borracho

Trato de librarme de su agarre suavemente para no alterarlo, fracasando en el intento

- Padre - digo calmada- tienes la cena servida sobre la encimera, debe—

- Tú no me dices que debo y que no escuincla - me suelta el mentón y me toma de los hombros, yo solo cierro mis ojos evitando llorar- Esta es mi casa, aquí mando yo ¿Te queda claro?

- Si, señor- digo en apenas un susurro

- No escucho- espeta molesto

- Si, señor- repito más alto y firme.

Me suelta y pone su portafolios sobre una silla de la cocina. Lo veo desabrochar su cinturón y me tenso de pies a cabeza

No puede ser

- Parece que no aprendes a respetarme, niña- da un paso hacia mí- cuando pregunto algo tienes que responder algo y claro. Me molesta mucho tener que repetir las cosas.

- Si, señor- digo al borde ele llanto

- ¿Qué te he dicho de llorar? ¿Ah? Me molesta que llores y para que aprendas tendré que darte una lección

Aprieto mis puños y las lagrimas ruedan por mis mejillas porque ya se lo que viene.

Se abalanza contra mí y me empuja contra la encimera, provocando un dolor insoportable en mis costillas. Continúa con su ataque y saca su cinturón de su cadera

- Vas a repetir conmigo un número por cada golpe que recibirás, para que aprendas ¿Queda claro?

Asiento porque no puedo emitir palabra por el llanto y por cada uno de sus golpes cuento cómo se me ordenó

.....
Subo corriendo hasta mi habitación y las lágrimas nublan mi vista, ya no puedo parar de llorar

Me miro al espejo y veo un moretón que se va formando en mis costillas por el golpe que me di contra la encimera. Me giro de espaldas y veo las marcas de los 20 golpes que me dio con su cinturón.

Me doy lastima y lo único que puedo hacer es dejarme caer sobre mis piernas y llorar desconsoladamente.

Tomo mi teléfono y marco el número de la única persona que me puede acompañar en este estado.

Al segundo pitido responde y no hacen falta palabras porque mis sollozos me delatan

- Voy para allá- y cuelga.

Con ninguno de los dos Onde histórias criam vida. Descubra agora