epílogo

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De: anna.gobbler@harvard.edu

Para: valerie.berkowitz@harvard.edu y otro más

Asunto: BRINDIS XXXIX PREMIOS ANUALES DE EXCELENCIA CIENTÍFICA

     Buenos días,

       desde el decanato de la Escuela de Medicina les trasladamos la más sincera enhorabuena por obtener el premio de excelencia científica de este año. También queremos agradecerles el arduo trabajo que han llevado a cabo durante este curso que, sin duda alguna, ha surtido efecto. Su estudio ya forma parte de la historia de nuestra disciplina.

        Nos gustaría celebrar con Uds. la obtención de este premio durante el almuerzo de Acción de Gracias con un brindis en su honor. El almuerzo es el miércoles 20, a las 12:00, en el edificio Rosehall. Más adelante les enviaremos los detalles.

Nos vemos allí,

                   Anna Gobbler

                   Oficina del Decanato de la Escuela de Medicina

De: levi.braun@harvard.edu

Para: anna.gobbler@harvard.edu

Asunto: RE: BRINDIS XXXIX PREMIOS ANUALES DE EXCELENCIA CIENTÍFICA

No puedo acudir por motivos personales. 

         Dr. Levi Braun

         dpto. Cardiología - Harvard

De: valerie.berkowitz@harvard.edu

Para: anna.gobbler@harvard.edu

Asunto: RE: BRINDIS XXXIX PREMIOS ANUALES DE EXCELENCIA CIENTÍFICA

        Buenos días, Anna. Muchísimas gracias por trasladarnos la felicitación del decanato. Desgraciadamente, el día 20 mi familia y yo celebramos el bicentenario del nacimiento de mi tatarabuelo, un gran hombre que creó la primera panadería judía en Brooklyn. Por tanto, no podré acudir al almuerzo. 

       Gracias por haberme invitado de todas formas y gracias, de nuevo, por la felicitación. Un saludo,

Valerie R. Berkowitz

Departamento de Psicología Clínica

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Para Valerie, no existía un noviembre sin ajetreadas compras pre-navideñas y sin temperaturas gélidas. Acostumbrada a sentir el frío y punzante aire invernal de Nueva York, sentir la calidez del sol en su piel le resultaba, cuanto menos, extraño. En su imaginario no existía un otoño donde disfrutar de la arena de la playa, pero lo estaba haciendo. Bueno, no de la forma más literal posible, ya que llevaba sentada en una toalla más de media hora.

En realidad, en lugar de estar disfrutando de unas -merecidas- vacaciones, tendría que estar recibiendo los aplausos de un desaborido público. Una parte de ella no pudo evitar sentirse algo culpable; era el segundo año que su estudio ganaba un galardón y el primero que decidía abandonar sus responsabilidades académicas. Sabía que debía estar en la universidad, pero por otra parte...

Dejó el libro que estaba leyendo sobre su regazo, cubierto por un fino pareo de color oscuro, y miró al horizonte, allá donde las tranquilas aguas del océano parecían desaparecer. La arena blanca, el mar azul, la suave brisa y la agradable temperatura... Una vocecita en su cabeza reiteró que estaba mucho mejor allí que encerrada entre cuatro paredes con viejas glorias de la Medicina. Que le den al Decanato.

A matter of heartWhere stories live. Discover now