veintitrés

503 105 63
                                    

El zumbido ensordecedor del secador de manos retumbaba entre las paredes de mármol del baño de mujeres. Intentando secar su camisa de la mejor forma posible, con la esperanza de que no quedara un cerco en la tela blanca, Valerie no dejaba de pensar en cómo su noche se había truncado de la forma más cliché posible. Se sentía Carrie White, pero, en lugar de estar empapada en sangre, lo estaba en alcohol y refresco. 

Se miró al enorme espejo una vez más para comprobar que su blusa seguía sucia y algo mojada. Chasqueó la lengua y resopló mientras se arrepentía de no haber metido toallitas quitamanchas en su diminuto bolso. 

La detención del secador le permitió oír los pasos de alguien que no calzaba tacones. Eran pasos largos, pesados, así que supuso que no se trataba de una mujer. De repente, la puerta del baño se abrió con un chirrido. Valerie se giró con rapidez y agarró su bolso con intención de huir o de esconderse en uno de los cubículos.

—¿Valerie...? —escuchó, junto a un par de zancadas. 

La susodicha frunció los labios y volvió a dejar su bolso sobre la encimera de los lavabos. Se volvió y continuó frotando el satén de su camisa con un trozo de papel que había humedecido segundos antes de que Levi interrumpiera en el baño de mujeres. 

—Ah, estás aquí-

Valerie alzó la mano sin siquiera mirar al Doctor, que se había acercado a ella, guardando igualmente una distancia prudencial de dos lavabos. —No me hables. Ni me mires. —gruñó. 

Haciendo caso omiso de la advertencia -más bien orden- de Valerie y de su más que evidente enfado, Levi soltó: —Perdona.

Nunca antes tres sílabas sorprendieron tanto a Valerie, que dejó caer el papel que estaba utilizando sobre la encimera y que miró, ojiplática y a través del espejo,  a un Doctor Braun que sí que parecía sentir lo que decía. Él miraba a un punto del suelo y seguía teniendo las mejillas rojas, indicativo de que no estaba sobrio del todo. Sin llegar a creérselo del todo, la psicóloga volvió a prestar atención a su camisa.

Sintió cómo el ambiente cambiaba de golpe cuando escuchó una suave carcajada. Sin entender muy bien por qué se reía su compañero y por qué se sentía algo menos molesta, frunció el ceño. —¿Qué te hace tanta gracia?

—Perdón, es que estoy un poco borracho. —admitió el rubio, que había recuperado la americana de su traje. Se la abrochó mientras se sentaba en la esquina de los lavabos. Apoyó la cabeza en la pared de mármol, observando con detenimiento a Valerie. —Parece que te han vomitado encima.

—Vaya, no me digas.

—No ha sido aposta. —aclaró, estirando su índice y señalando a Valerie como diciendo ''que quede claro''. —Tú diste un paso hacia atrás y yo hacia delante, y luego... Bueno, plas. No era mi intención tirarte mi copa encima. 

—Ya. —cortó Valerie, que volvió a ponerse de pie al lado del secador. Estiró su camisa para volver a secarla. 

—No creo que quites la mancha. —comentó Levi, alzando el volumen de su voz lo suficiente como para que la psicóloga, que olía a alcohol a casi metros, y no precisamente por beberlo, pudiera oírle. Levi palpó los bolsillos de su pantalón. —¿Quieres dinero para la tintorería?

Valerie seguía demasiado irritada como para soltar una risilla; de no estarlo, se hubiera reído a carcajada limpia. Había algo en el Levi de aquella noche que le hacía sentir algo de ternura, aunque no fuera capaz de exteriorizarla por culpa del giro inesperado de los acontecimientos. 

—¿Dónde has aprendido eso?—preguntó ella. Sabía que el cardiólogo no era una persona con demasiadas habilidades sociales y, por ende, era más lógico que hubiera dicho una frase que había escuchado en algún lugar, como una especie de ecolalia. Era demasiado cliché como para ser algo que hubiera aprendido con la práctica.

—Lo vi ayer en una película. —respondió, con sinceridad.

La de melena azabache agitó la cabeza para evitar reírse. —Qué ridículo.

Levi se encogió de hombros y guardó su cartera. —Bueno, pues si no lo necesitas...

Valerie, bajo la atenta mirada del médico, se colocó bien el escote de la blusa. De reojo, le reprendió con la mirada. —Podrías ser un poco más discreto. —terminó abrochándose los últimos botones, abrumada.

—Lo mismo digo. ㅡcontraatacó, como si no hubiera sido él quien había invadido la privacidad de Valerie al entrar en el baño del sexo contrario, o como si no fuera él quien miraba las clavículas de Valerie con aire somnoliento.

—Ah, mira, pues va a resultar que no estás tan borracho.

—He dicho que solo estoy un poco borracho. —reiteró, enseñando a Valerie sus dedos índice y pulgar en forma de pinza. ㅡEn fin, ㅡsuspiró, cerró los ojos y apoyó la parte alta de su cabeza en el espejo. ㅡque lo siento.

¿Levi Braun disculpándose? ¿Con una postura corporal relajada, casi desgarbada? ¿El mismísimo Doctor Milagro con la guardia baja? Imposible. Valerie echó un vistazo rápido a la sala y empezó a creer que el espejo era doble y que alguien la estaba observando desde el otro lado para luego reírse de ella. Agarró su bolso y se lo colgó del hombro.

ㅡVale. ㅡdijo ella para zanjar el tema y sin intención de aceptar las disculpas de Levi, sentado en la ancha encimera. Era tan alto que sus pies tocaban el suelo.

ㅡMaría no deja de decirme que sea más amable contigo, ㅡfarfulló Levi, abriendo los ojos y dejando la mirada perdida en las sinuosas vetas del mármolㅡy aunque no te lo creas, lo intento, pero es que normalmente estoy demasiado cansado como para ser amable.

Valerie se cruzó de brazos. ㅡEso no es excusa para que trates al personal como si fueran auténticas mierdas, ¿lo sabías? Y esto no es solo por mí, es por toda la gente que te rodea.

ㅡMmh, lo intento. ㅡrepitió. ㅡEs que a veces no sé cómo...ㅡhizo un gesto con las manos, rotándolas hacia delante, buscando una palabra que no podía encontrar. Miró a Valerie para que le echara un cable.

Ella, lejos de ayudarle a expresarse, volvió a agitar la cabeza en sinónimo de desaprobación. Aunque el alcohol siempre hacía que las personas se marcharan de la lengua, Valerie no las tenía todas consigo. Que Levi se sincerara tan rápido y tan de golpe era, cuanto menos, extraño. ¿Y si estaba fingiendo su ebriedad? El médico demostrado que era lo suficientemente inteligente y frío como para mentir sin escrúpulos, y Valerie, que llevaba casi toda su carrera profesional enfrentándose a perfiles similares e incluso peores que el de Levi, decidió marcharse del baño sin decir nada.

El rubio suspiró al oír el estruendoso portazo que dio Valerie. Se quedó allí, sentado en los lavabos, unos cuantos minutos más, hasta que, por el rabillo del ojo, vio algo negro sobre la encimera.

Bzzz, bzzz.

Levi bajó al suelo sin necesidad de dar un salto. Se acercó al teléfono móvil que alguien se había olvidado allí. Vibró y se iluminó la pantalla una vez más.

Valerie ya le había reñido por indiscreto, así que supuso que no pasaba nada si, en lugar de llevar el teléfono a objetos perdidos, investigaba el fondo de pantalla y las notificaciones: una foto de un atardecer desde lo que parecía una ventana de un viejo edificio residencial, algunas notificaciones de Tinder, un correó electrónico publicitario y la ventana emergente de un mensaje:

Benny💞
Estoy allí en 15 min

Levi salió del baño llevándose consigo el teléfono que había encontrado. Lo guardó en el bolsillo de su chaqueta negra.

*********
Capítulo cortito porque quería subirlo jejeje imagino que subiré 2-3 capítulos más y frenaré un poco con las actualizaciones para centrarme más en mis fanfics (el público me reclama y odia a partes iguales)

gracias por leerme 😘😘




A matter of heartWhere stories live. Discover now