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Estaba cansado, no solía despertar tan temprano y menos salir a esas horas. No comprendía la situación hasta minutos después en los que su prometida le explicó lo que pasaba.

Tres veces.

Ese fue el número de veces que le tuvo que explicar Lana a Caleb la situación para que entendiera y quisiera ir a otro lado a dormir. Se preocupó por sus amigos ante la situación pero trató de no pensar mucho en ello, confiaba en las palabras de Lana y Alice quienes aseguraban, los dos se necesitaban.

Se encontraban en un hotel, tratando de reconciliar el sueño. Habían dormido tarde y el repentino amanecer no ayudaba mucho, apenas había dormido tres horas. Pero al estar con el amor de su vida, con su alfa, sentía que si dormía y se perdía una respiración de ella, era como si se perdía un cometa que pasa cada cien años.

Estaban acostados, frente a frente, apreciando a su compañero, dándose cuenta de que casarse y emparejarse era la mejor decisión que podrían tomar, una que probablemente quisieran tomar hacía mucho pero dejaron pasar los meses y años para por fin ir a donde pertenecían.

— Amor, ¿Te puedo hacer una pregunta? — él rompió el silencio, acariciando la mejilla de la alfa que disfrutaba el toque, acercando más su cara a él para sentirlo más cerca.

—Todas las que quieras, precioso— dijo ella abriendo sus ojos, tentada a volver a cerrarlos cuando Caleb soltó feromonas dulces.

— Me has dicho que antes de mi no había nadie ni en el tiempo que no estuvimos juntos, ¿Por qué? — preguntó tratando de no sonar muy brusco o como si desconfiara de la alfa pero la duda a esas cuestiones era muy grande, a tal grado de darse cuenta de que ella casi no compartía cosas de su pasado con la gente, incluso con él. Eso sólo logró sacarla de su ensueño, con un suspiro separándose de la caricia que le daba el omega.

— Pues no, antes de ti no hubo nadie y no habrá un después porque tu y yo estaremos juntos para toda la vida— eso hizo sacar una sonrisa de ambas partes— antes de ti no hubo nadie porque... verás, cuando yo iba a la escuela y tenía ¿12 o 13 años? Algo así, todos los alfas se "fijaban" en los omegas porque ya eran grandes, tonterías de niños, sabes. Y pues tenía unos amigos que me ponían algo como citas y a mí nunca me gustó eso así que los empecé a ignorar. Luego a los 15 o 16 ya era más notable el interés entre los compañeros de clase, el primer celo de muchos se estaba presentando y llegaban como todos unos lobos maduros pero cuando me pasó y mi olor se intensificó tuve muchos omegas detrás de mí y lo intenté, créeme que lo intenté y quise salir con alguna chica o chico omega pero mi alfa no reaccionaba y no quería a ningún omega cerca. Las burlas se empezaron a presentar y todos pensaron que me gustaban los alfas, incluso yo, que también quise fijarme en alguien en un interés romántico pero... tampoco pasó nada. Los alfas se reían de mí por no poder conquistar un omega, los omegas se reían de mi por no poder con ellos y los betas también lo hacían con comentarios como: "hasta yo siendo beta puedo conquistar a un omega y tú ni hablarles puedes" entonces con eso me fui cerrando más al grado de no querer ni recordar la escuela. Fue hasta que conocí a Louis, Sam y Sandy que me sentí aceptada como era y ellos tenían algo de conocimiento en el tema. Por eso cuando te conocí me incentivaron a qué te hablara para ver si era lo que todos pensábamos y sí: eras el amor de mi vida, mi destinado.

Eso último derritió el corazón del omega, quién creía no podía estar más enamorado pero apenas las palabras salieron de su boca, sintió un poco más de amor crecer en su interior. Se lanzó a sus brazos, siendo rodeado por ella y él comenzó a dejar besos por todo su rostro, logrando sacar risas enamoradas de ambos.

— Te guardaste para mí— bromeó mientras estiraba sus brazos.

— En todo sentido— le siguió la broma escondiendo su cara en el cuello del omega quién amaba esos gestos.

Just me & you... and the babyWhere stories live. Discover now