The one - pt.1 (78)🏎

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– La heredera de Ferrari y el campeón del mundo. Sí, creo que podríamos pagarla.

El agua cristalina refleja cualquier mínimo movimiento, cada persona que camina por la orilla, y los preciosos colores del cielo. Todo es tan hermoso que, si ves el horizonte, no tienes manera de saber en qué momento termina uno y empieza el otro. Vivir aquí no me molestaría.

Pasta está volviéndose loco corriendo por el malecón de extremo a extremo, amenazando con saltar al agua cada que ve su reflejo. ¿Qué tiene ese perro con el agua que siempre quiere lanzarse como si fuera el mejor nadador? En serio, ¿qué le sucede?

Al caer la noche, hicimos una pequeña cena de ensayo que me recordó a las que tenemos cada fin de mes con los pilotos. Aquellas que sirven para borrar cualquier desplante ocurrido en los fines de semana previos. Y ver a los 20 chicos con los que convivo todos los días reunidos para algo completamente fuera de nuestra rutina me causó mucha gracia.

Ver a Lando jugando con Carlos, riéndose a carcajadas porque Pasta no deja de lanzarse a la fuente una y otra vez. O a Max platicando con mi papá, y a Charles sonriéndole a Vettel, probablemente platicando de cuando fueron compañeros hace no tanto. Los mismos chicos, diferente ambiente.

Me gusta cuando estamos todos, siempre lo ha hecho. Y hoy estamos aquí porque todas las personas de este salón han sido parte de nuestra historia, construida durante años alrededor de un ambiente que siempre estuvo en mi sangre, pero del que estuve alejada durante mucho tiempo.

Los nervios no están presentes hoy, pero sé que lo estarán mañana. Puedo sentirlos arremolinándose en la boca de mi estómago, listos para explotar, pero como el sol naciente en medio de una nube gris, la mano de Charles sobre la mía me hace regresar a la realidad. No me mira cuando lo hace, está platicando con Pascale desde el otro lado de la mesa, lo que me indica que no ha perdido su costumbre: hacerlo por costumbre.

Eventualmente, después de un par de copas, recuerdos y risas, llegó el momento de irnos a la cama. Charles y yo habíamos acordado no dormir en el mismo cuarto para poder tener nuestra privacidad y espacio mañana que es el gran día. Y tiene sentido, porque solamente mis cosas ocupan más de la mitad del baño.

Así que entramos al elevador en silencio, con Charles recargado contra una de las paredes metálicas, con la mirada perdida en la pantalla que marca los pisos que van en aumento conforme subimos.

– Los elevadores me recuerdan a ti. – digo agachando la cabeza para tratar de (inútilmente) esconder mi sonrisa, y ese comentario hace que me dedique una una mirada divertida.

– ¿Los elevadores? Qué bonito, muchas gracias. Es lo que todo hombre quiere escuchar.

– Es que siempre hacemos algo en ellos. Una vez nos quedamos atrapados en uno, en otra ocasión casi tenemos sexo en otro...

– Okay, okay. Entiendo. Basta ya. – piso 7 y subiendo. – No sé qué decirte yo, tú me recuerdas a cosas más normales, como un sol o algo así. – agrega entre una de sus risas nerviosas. Esas a las que ya estoy tan acostumbrada.

Las puertas finalmente se abren en el penúltimo piso: el 12. Que es, básicamente, solo nuestro. Nuestras habitaciones están a extremos opuestos del pasillo. Solo dos personas van a dormir en el piso número doce de esa villa, e increíblemente, no en el mismo cuarto.

– Esta va a ser la primera noche que vamos a dormir separados en mucho tiempo. – señala al detenerse frente a la puerta de mi habitación y abrirla por mí. – ¿Segura que vas a poder dormir bien?

– ¿Te he dicho que eres un arrogante?

– Mmm, sí. Pero sabes que sé compensarlo bien. Además, ¿no tuve que ir a acompañarte a tu departamento porque no podías conciliar el sueño sin mí?

FORMULA HEART || Charles LeclercWhere stories live. Discover now