2- Izuna

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Empujé a la mujer a mí lado,  luego de que la alarma silenciosa de la oficina se activará y enviará un ping a mí portátil.

Samui, solo se levantó y camino hacia el baño. Salió minutos después, bañada y vestida.

—¿Te veo luego?

Murmuré un "Okay", pero estaba enfocado en la pantalla de mí tablet. No preste atención a la mujer que se iba resoplando.

Llamé a mí hermano mayor.
Era costumbre de cada uno de nosotros llamar a Madara o a Obito por cualquier cosa.
Ellos eran los mayores y eran como los jefes.

El espacio a mí alrededor era mí santuario, cada uno de nosotros tenía entradas privadas a sus dominios. Así le llamaba Itachi, y se me había pegado el término.

Este era mí dominio. El minibar junto a la enorme cama, superficies llenas de pantallas y computadoras, algunas máquinas de ejercicios, placares empotrados con ropa que nunca usaba, pero seguía comprando...

Mí cabeza palpitó como cada mañana, la resaca era una mierda, pero no había forma de que durmiera sin alcohol embotando mis sentidos.

El teléfono de Madara sonó más veces de las normales, él siempre responde al instante.
Odia las melodías que sigo poniendo.
Los llantos ensordecedores estallaron a través de la línea.
—¿Eso es un bebé llorando?

Madara gruño.
—Tenemos un problema. Un enorme problema. Te quiero en la oficina en diez.

Hice a un lado cualquier dolor que pudiera tener, y me levanté de un salto mí cuerpo recordando el entrenamiento de años.

—Entendido.— Colgué y me vestí rápidamente.

Tomé las llaves de mí BMW R 18,  y en pocos minutos, cruce la ciudad, desde nuestro almacén, hacía la agencia.

Shisui me llamó de camino, él también había recibido la alerta.
Su trabajo terminaba por la tarde, junto a Itachi, estaban acompañando a la familia de un diplomático hacía el aeropuerto.
Eran parte de los custodios contratados por el hombre, para proteger a su familia antes de que saliera del país.

Respondí a través del micro instalado en el casco.

—Estoy en camino. Les informó en cuanto sepa que está pasando.
Mí primo gruño una maldición y colgó.

Entre a la oficina, Madara estaba tenso, de espaldas, había algo a sus pies pero no veía bien que era.
Mí vista seguía dándome problemas, aún después de la cirugía.

Me acerque, sabiendo que ya habían notado mí presencia.
No era fácil ignorar las revoluciones del poderoso motor de mí motocicleta.
Amaba ese pedazo de metal y cuero.

A dos pasos de mí hermano mayor, me quede de piedra.
—¿Qué es eso?

—Un bebé.— la voz burlona de mí gemelo sonó a mí lado.

—Se lo que es, genio, solo que no se por qué está aquí. ¿Y su familia?— Cuestioné.

—Es lo que me gustaría saber.

Madara sonaba furioso.
La mesa de entrada de la agencia estaba llena de productos de bebé. Ordenados por el psicópata de Sasuke. No había otro enfermo en nuestra familia con su misma obsesión.

Sacudí la cabeza. Nunca iba a acostumbrarme a eso. Era la razón por la cual, aunque éramos gemelos y compartíamos todo, nunca habíamos podido compartir habitación. Yo encontraba paz en mí desorden, de la misma forma en que Sasu, encontraba la calma en su orden.

Cuando Madara, quiso poner a la bebé en la silla a sus pies, la niña se agarró tan fuerte de su camiseta que no podía desprenderla.

Sorprendentemente, fue mí gemelo, quién tomó las manitos de la bebé y las desprendió de la ropa, luego cargo a la niña con sumo cuidado.

"Misión: Bebé" Sakuharen 🔞Where stories live. Discover now