51 🍃 Harvest of victors

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La relación entre Alice y Peeta no parecía mejorar con el paso de los días

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La relación entre Alice y Peeta no parecía mejorar con el paso de los días. Algunos días después del anuncio del vasajalle Peeta había decidido que era buena idea deshacerse de la reserva de alcohol de Alice y Haymitch, eso puso de mal humor a ambos y aunque Haymitch reaccionó de manera menos agresiva, Peeta se llevó una leve herida provocada por la daga de Alice.

—¡Ese alcohol valía más que tú miserable vida! —le había gritado Alice.

Algunas de esas botellas eran obsequios que sus compradores del Capitolio le había dado por sus servicios.

A parte de eso, Peeta los había obligado a retomar sus entrenamientos con el fin de estar preparados por si alguno de ellos tenía que volver a los juegos.

Alice rápidamente se dió cuenta de que ya no estaba en forma, cuando el primer día todos salieron a correr y ella junto con Haymitch se quedaron a medio camino por el cansancio. El dolor de piernas al día siguiente fue espantoso.

Katniss practicaba con un arco improvisado que ella misma había hecho, Peeta lanzaba costales de arena fortaleciendo sus brazos y Alice y Haymitch hacían lo que ponían. Con el pasar de los días el cuerpo de la rubia se fue acostumbrado a los duros ejercicios y Haymitch le montó un pequeño lugar para entrenar su puntería.

Al regresar a casa después de los entrenamientos quedaba tan cansada que lo único que quería era tirarse en la cama y descansar. Para su mala suerte días después del aviso del tercer Vasajalle todo el servicio telefónico de la aldea de los vencedores fue cortado y por lo tanto no podía hablar más con Finnick.

Vaya mierda.

Al menos los entrenamientos la mantenían lo suficientemente ocupada como para ponerse a pensar en eso. Eso y que su cuerpo le exigía alcohol cada cierto tiempo y bueno ella tenía prohibido tomar hasta que se revelarán los tres vencedores que irían a los juegos.

—¿Paso algo, entre tu y Peeta? Han estado actuando muy extraño —le pregunto Katniss un día después de entrenar.

—Solo estoy molesta.

—¿Por lo de tu alcohol? —Alice asintió —. Conozco bien a Peeta y se que no lo hizo por molestar, solo quiere asegurarse de que estemos listos para los juegos y sinceramente no creo que lo logren ebrios.

Haymitch decidió mantener la pequeña discusión entre Peeta y Alice en secreto, Katniss no tenía la mínima idea de lo que sucedía.

—Hablare con el, después. Solo si eso te deja más tranquila y me dejas de una vez en paz.

Entro a la casa de Haymitch dejando a Katniss atras. Se tumbó en el sofá con la vista perdida en el techo. Haymitch llegó después de hablar un poco con Peeta.

—¿Estás bien, cielito? —pregunto cuando la vio con la vista perdida en el techo sin hacer un solo movimiento.

Alice movió la cabeza en su dirección y asintió para después volver a mirar el techo sin decir nada. Haymitch se sentó en otro sofá al lado del que estaba ocupando Alice.

—Escucha en unos días será la cosecha y entonces sabremos quienes regresamos a la arena.

La rubia volvió su atención a mayor pero continúo sin decir algo.

—Alice quiero que seas sincera y dejes de reprimir lo que sientes. Me preocupa tu situación, llevas días sin querer hablar .

—No tengo nada que decir. —dijo Alice frunciendo el ceño.

Haymitch suspiro y paso una mano por su cara.

—Sabes que te conozco lo suficiente como para darme cuenta que estás mintiendo. Por favor Alice, no puedes seguir así.

Alice apretó los labios y se sentó abrazando sus piernas.

—Sabes que puedes contarme lo que sea.

—¿Lo que sea? —pregunto la rubia y Haymitch asintió —. De acuerdo, si insistes. Me acosté con Finnick.

Alice se rió de la reacción de Haymitch y hubiera querido tener una cámara para poder retratar el momento. El mayor se quedó con los ojos abiertos y la boca medio abierta.

—¿Qué hicieron que? —pregunto incrédulo —. Tengo que hablar seriamente con ese muchacho —hablo entre dientes.

Alice solo se encogió de hombros.

—Pero no me refería a eso. Yo hablaba de los juegos.

—Haymitch estoy un poco cansada, hablamos después —dijo la rubia intentando librarse de esa conversación.

Se levantó los más rápido que puso y se fue casi corriendo por las escaleras hasta su habitación.

—¡Te vas a caer! —le reprendió Haymitch para luego hechar la cabeza hacia atrás.

(⁠◍⁠•⁠ᴗ⁠•⁠◍⁠)⁠✧⁠*⁠。

El día de la cosecha hace un calor
bochornoso. Alice decide ponerse un vestido negro como si fuera asistir a una funeral, el suyo quizá. Salió junto con Haymitch que también iba vestido de negro, se detuvieron un rato para apreciar por última vez la aldea de los vendedores y después antes de la una se encaminaron hasta la plaza.

Effie ya los estaba esperando, ese día se veía menos entusiasmada por los juegos, pero no dejo de lado si clásica vestimenta extravagante, ese año lucía un hermoso vestido decorado con mariposas en negro y naranja con una peluca dorada.

—Mi niña... —fue lo único que dijo antes de abrazarla.

Katniss y Peeta llegaron después y la plaza se fue llenando poco a poco. Cuando estuvo llena la cosecha inicio con su clasico video donde daban una explicación del porque se hacían los juegos del hambre y como un extra la historia de los Vasajalles.

Effie metió la mano en la unica urna que había, dónde estaban los nombres de los cuatro vencedores. Se tomó un buen rato en escoger uno solo.

—La primera vencedora en ir a los juegos es... Alice Moon —su voz se quebró por un instante antes de obligarse a seguir con su tono entusiasta.

Alice se paró juntó a Effie y la mayor volvió a meter la mano.

—La segunda tributo en ir a los juegos es, Katniss Eveerden. Y por último Haymitch Abernarty.

Alice dió una rápida mirada a Haymitch.

—Soy voluntario —dijo Peeta tomando el lugar de Haymitch.

Effie dió unas cuantas palabras más y luego todos los habitantes del distrito doce replicaron la seña que una vez Katniss había hecho en los juegos cuando Rue murió. Katniss no duda en responder. Rápidamente los agentes de la paz los sacan de ahí y ni si quiera les dan un tiempo en el edificio de justicia para despedirse de sus seres queridos, a Alice le daba igual no tenía que despedirse de nadie.

—Cambio de reglas, directo al tren —les dijo uno de los agentes.

Alice solo se dejó llevar por el agente. Vio a lo lejos como Katniss luchaba por qué la dejaran ir y poder despedirse de su hermana y madre e internamente agradeció no tener que pasar por lo mismo.

Al cerrarse las puertas del tren Alice se sentó en uno de los sofás y miro por la ventana por última vez el distrito doce antes de internarse una vez más en esos juegos de vida y muerte.

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