2 🍃 Heading to the Capitol

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Sus piernas parecen actuar por voluntad propia, la mente de Alice está llena de pensamientos sobre los juegos y sin darse cuenta ya se encuentra al lado de Effie Trinket

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Sus piernas parecen actuar por voluntad propia, la mente de Alice está llena de pensamientos sobre los juegos y sin darse cuenta ya se encuentra al lado de Effie Trinket.

Puede ver cómo todas las miradas se posan en ella, la ven de la misma forma en la que verían a alguien que está a punto de morir o en su defecto a un muerto y es que ella sabe que ese será su destino final, la muerte en manos de los profesionales.

Effie pide voluntarios pero nadie se ofrece, algo un tanto obvio pues nadie quiere ir a los juegos y menos entregarse sólo porque si a morir. Además Alice dudaba de que alguien la apreciará tanto como para dar su vida pot ella.

La cosecha sigue como siempre y la cabeza de Alice esta fuera de si. No logra escuchar el nombre del tributo masculino y tampoco le interesa tanto.

Observa a su acompañante, un chico de unos dieciséis años, ambos parecen estar en sus propios mundos pues solo se miran por um momento y después dirigen su mirada hacia el público que los observa. Effie Trincket sigue hablando, Alice no logra prestar atención a lo que la Capitolina dice.

ㅡEh aquí a los tributos del distrito doce ㅡexclama ella obligándoles a tomarse de las manos.

El chico la mira con lástima, así como todo el mundo. Nadie piensa que ella pueda ganar los juegos, de hecho nadie ha ganado los juegos con la edad de 12 años, el vencedor más joven gano sus juegos a los 14 y provenía del distrito cuatro, por lo que era un profesional y se había entrenado mucho tiempo para eso. Alice también se había entrenado, pero estaba segura de que sería la más pequeña entre un montón de chicos que seguramente le doblaban de tamaño.

Al terminó de la cosecha agentes de la paz los dirigen al edificio de justicia donde los encierran a cada uno en una gran y lujosa habitación. A partir de ahí sólo tienen una hora para despedirse sus seres queridos, Alice espera a que su madre entre para poder despedirse de ella. La puerta se abrió pero por ella no pasó su madre si no Peeta y su padre. Peeta es el hijo del panadero del distrito, Alice y el se conocen porque van en el mismo colegio aunque en diferente grado, el chico es un año mayor que ella.

ㅡ¿Qué hacen aquí? ㅡpregunto desconcertada e intentando no sonar grosera o descortes con ellos.

ㅡCada año mi padre y yo repartimos estas galletas a los tributos ㅡcontesto Peeta el cual sostenía la cajita de galletas.

ㅡG-gracias ㅡdice aguantando las ganas de llorar que tenía retenidas.

ㅡCreo que ya nos vamos, mucha suerte ㅡdice el señor Mellark con una sonrisa amable.

ㅡSuerte ㅡle dice Peeta antes de salir.

Padre e hijo salen de la habitación, y Alice queda sola nuevamente.

Después de unos pocos minutos su madre entra y el perfecto control que Alice tenia sobre sus emociones se desmorona y las lagrimas comienzan a descender por sus mejillas. Alice sentía como si estuviera reviviendo los juegos de hace unos dos años, cuando ella y su madre fueron a despedirse de su hermana, solo que esta vez era de ella de quien su madre se estaba despidiendo. Y no sabía si tendría el mismo final.

ㅡN-no se preo-preocupe ㅡ comenzó a decir Alice con dificultad debido a sus lágrimasㅡ, regresare, lo pro-prometo.

Cuando se da cuenta de que su madre también está llorando, Alice intenta tranquilizarse y continúa hablando.

ㅡDebajo de mi cama hay una cajita con ahorros ㅡmurmura ㅡ, no es mucho pero servirá.

Después de la muerte de Elina, Alice supo que tenia que prevenirse con lo que pudiera pasar, guardo cualquier cosa de valor que se pudiera vender. Alice intentaba ser fuerte y asimilar eso con toda la madurez posible, pero ¿Como podria reaccionar una niña de 12 años? Ella aún era una niña, una niña que sería obligada a entrar a una arena con otros veintitrés chicos más a pelear hasta la muerte.

ㅡGanare los juegos ㅡprometió sin saber realmente lo que decía. ¿Cómo podría ganar?

El tiempo para despedirse termino, se abrazaron como si no hubiera un mañana, Alice se siente un poco intraquila, si ella no esta ¿Quien se haría cargo de su madre?, si ella por alguna razón llegará a morir. ¿Quién se ocuparía de ella.

Agentes de la paz los guíaron a un gran vehículo que los llevaría a la estación, en esos instantes su mente vuelve a perderse, acaba de cumplir los doce años sige siendo una niña débil, y aunque es hábil con los cuchillos eso no es suficiente para salvarla, pues sabe que los demás tributos son mucho mayores y más preparados. Sus posibilidades de ganar son casi nulas. Su positividad se  ve arruinada por la gran negatividad que esta sintiendo en ese momento.

Llegaron a la estación y al entrar al vagón ve un sin fin de lujos incluso más que en la habitación donde estaba, es tan curioso que los últimos días de los tributos estén rodeados de lujos que jamás habian visto en sus vidas, o al menos los del doce.

ㅡBien, pueden hacer lo que quieran siempre y cuando regresen a tiempo para cena ㅡ explica Effie Trincket ㅡ ¿Entendieron chicos?

ㅡEntendido señorita Effie ㅡ dijo Alice casi sin pensarlo poniendo una pequeña sonrisa.

ㅡPero que buenos modales tienes pequeña, sin duda eso será algo a tu favor ㅡ menciona ella con alegría apretando las mejillas de la niña.

Algo hace click en el cerebro de Alice y es que cada tributo es presentado de una manera específica.

En los juegos hay algo que vale mucho y es como se presente el tributo. Alice había oído hablar sobre los patrocinadores tanto del Capitolio como de los distritos, sabía que si se ganaba a los capitolinos tendría comida y armas asegurados.

Podía recordar a Finnick Oddair, el chico gano sus juegos a los catorce años debido a su gran habilidad con el tridente y por supuesto a su gran físico que cautivo a muchas y fue gracias a eso que consiguió un tridente de oro con el que terminó de asesinar a los demás tributos.

Tendría que sacar sus mejores dotes actorales y ganarse el amor del público si quería ganar. No le importaba que después la comparasen con Finnick a quien solían llamar arrogante y egocéntrico.

Su actuación estaba a punto de comenzar.



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