37 || Traición ||

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129 D.C

La mañana llego fría y lúgubre, no se había comparado con el hermoso amanecer del día anterior, con el sol picante y el cielo despejado, ahora se sentía solitario y triste, como si la luz se hubiera apagado momentáneamente, y con ella la calidez que existía en la fortaleza roja.

Esa mañana Rhaenyra y su familia volverían a Dragonstone para evitar otro altercado como el día anterior, sin embargo, como si discutió esa misma noche, Aemond no iría con ellos esta vez, algo que no fue del agrado de Daemon en absoluto, por lo que tuvo que persuadirlo sobre él porque iba a hacerlo y aunque el mayor consideraba que era mejor estar aquí todos para justificar el reclamo escucho las palabras de su sobrino con respecto a la seguridad de Aeva, Rhaenyra y las vidas que llevaban, pues temía que pudiera haber un ataque directo a ellas debido a su condición en el momento en que Viserys sucumbiera al sueño eterno.

Incluso pensaron en invitar a Helaena y los niños a ir a la fortaleza, pero eso hubiera levantado sospechas en especial si Alicent lo hubiera aceptado de inmediato, después de todo la reina se sentía cada vez más inquieta a medida que pasaban los días.

—¿Estás seguro de esto? —Le había preguntado Luke con una mueca jugando con los dedos de sus manos que luego fueron cubiertas por la palma de su hermana.

—Solo será por un tiempo—Dijo Aemond viendo al menor—...Lo necesario.

Luke asintió en silencio, pero ninguno estuvo conforme con sus palabras y durante la despedida Aeva se mantuvo en silencio hasta que su familia se retiró para ir al barco y los dragones.

—Aun no estas convencida ¿verdad? —Dijo.

—Por supuesto que no, pero hacerte cambiar de opinión no serviría de nada—Suspiro—Solo prométeme que te cuidaras de ellos, eres padre Aemond y tienes una familia esperándote en casa...

Con eso, le dio un beso fugaz antes de apartarse y alejarse siguiendo a su familia, dejando al hombre aturdido en el pozo viéndola alejarse hasta desaparecer en las penumbras, luego se escuchó el rugido de un dragón y Vaelon salió volando del pozo con su jinete en su lomo para unirse a los dragones de sus padres, la criatura rugió tan fuerte que los demás dragones imitaron rugiendo como uno y desaparecieron en el cielo alejándose entre las nubes.

Aemond permaneció todo ese tiempo viéndolos alejarse, hasta que uno de los cuidadores le comunico que la reina deseaba verlo de inmediato, el príncipe asintió en agradecimiento y subió a su caballo galopando hacia la fortaleza.

Cuando llego Sir Criston Cole lo recibió con una inclinación llevándolo con la reina, caminaron por los pasillos hasta llegar a sus aposentos y vio a la reina viendo por la ventana hacia el cielo, Cole le hizo notar su presencia y con voz firme ella le ordeno que se retirará y los dejará solos.

—Madre. —La saludo con un abrazo.

—Aemond ¿Cómo fue la despedida?

—Dura —Suspiro—Ninguno quería irse.

—Ya veo, es de esperar, pero tu padre sigue con la fuerza suficiente para resistir aun en nuestro mundo—Lo tomo de los hombros y le sonrió—Aún hay tiempo de arreglar las cosas antes de que se salga de control.

—¿Qué necesitas que haga? —Pregunto.

—Te unirás al consejo privado, aconsejaras y tu palabra tendrá peso en el reino, como mi hijo yo te elijo a ti apto para el puesto.

—¿Qué hay del abuelo?

—Lo mantendremos bajo el límite, tú tienes más poder que él a ser el príncipe de este reino.

Fire and Blood (Aemond Targaryen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora