32 || Aegon ||

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117 D.C

La primera resaca siempre era de lo peor y mucho más para un niño sin supervisión, Aegon era el hijo mayor de Viserys y la reina Alicent, un niño por el que su abuelo había empezado a mover los hilos para usurpar el trono de Rhaenyra, claro que no pensó en que su nieto iba a volverse alcohólico a temprana edad, el niño constantemente entrenaba con Sir Criston para alejarlo de sus "pasatiempos" a petición de Otto, pero aunque había empezado a ser un joven hábil con la espada seguía teniendo fetiches que el hombre no podía controlar.

Esa tarde estaba con Sir Criston y su hermano menor Aemond entrenando y el niño menor se había retirado antes al terminar sus ejercicios, Aegon resoplo viéndolo irse pensando en lo patético que se veía al quejarse de solo ejercicios para fortalecer el cuerpo mientras que él tenía que practicar con su espada por lo menos una hora más.

Con frustración golpeaba la espada del caballero, con el hombre mirándolo con reproche por hacer los movimientos mal y deteniéndolo cuando no se defendió de un simple golpe en su abdomen.

—No se está concentrando, mi príncipe. No debe distraerse.

—¡Hozaste golpearme! —Exclamo el chico enojado.

—Soy su maestro, mi príncipe. Mi trabajo es enseñarle a defenderse y la única manera de lograrle es enseñarle severamente para que no dude usted en atacarme.

—Pues tuve suficiente hoy, me largo.

—No hemos terminado.

—¡Pues yo digo que sí!

Aegon volvió a la fortaleza quitándose su ropa de entrenamiento con enojo, justo caminaba por uno de los pasillos cerca de sus aposentos cuando escucho a su madre casi gritando por uno de esos pasillos, se quedó inmóvil tratando de distinguir lo que decía y lo que alcanzo a escuchar fue nada más que un regaño de su madre y su hermano menor, con una sonrisa de satisfacción camino a sus aposentos y se encerró el resto del día.

A la mañana siguiente, cuando Aegon despertó maldijo internamente cubriéndose el rostro con su almohada para no sentir los rayos de luz en su rostro, sin ningún deseo que ir a su entrenamiento matutino ese día salió de mala gana yendo a tomar una copa para aliviar el estrés, suspiro caminando con una sonrisa descarada dedicándosela a las sirvientas que al verlo bajaban la mirada y aceleraban el paso.

Iba cruzando por uno de los pasillos y se detuvo abruptamente cuando algo o más bien alguien se estrelló contra él.

Aegon miro abajo y vio entonces a una niña de pelo blanco y ojos violetas viéndolo fijamente con estupefacción, él estaba seguro que se peinó antes de salir de sus aposentos, frunció el ceño y levanto la ceja viendo a la niña.

—¿Y tú qué carajo miras?

La niña trago saliva aun viéndolo en silencio antes de voltear hacia el pasillo del que venía y luego volver a verlo, fue cuando la niña sonrió abiertamente y extendió su mano hacia él.

—Soy Aeva ¿y tú?

Aegon se quedó viendo a la niña con extrañeza y más su diminuta mano en el aire hacia él, tratando de recordar en que momento había escuchado ese nombre de su padre, porque por supuesto su padre hablaba de todo mundo menos de él, luego recordó un momento vago en que todo en la fortaleza se volvió un caos y Sir Laenor había anunciado el nacimiento de su hija con Rhaenyra y el rey había exclamado.

—¡Mi primera nieta, la princesa Aeva Targaryen!

Aegon miro a la niña con los ojos abiertos, pensando que entre todas las personas con las que se encontraría en la fortaleza tenía que haber sido la hija de su media hermana quien lo miraba con los ojos más inocentes que haya visto.

Fire and Blood (Aemond Targaryen)Where stories live. Discover now