27 || Conspiración||

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128 D.C

Las puertas de Winterfell fueron cerradas, los dragones sobrevolaban la ciudad rugiendo poniendo nerviosa a toda la comunidad, todos estaban completamente preocupados por la princesa al saber de su ataque, Lord Stark se había dirigido a su gente exigiendo que, si alguien sabía algo sobre su ataque que hablara inmediatamente, pero todos permanecieron callados y el príncipe Daemon fue el siguiente en dirigirse a la multitud.

—¡Si alguien encubre al responsable yo mismo me encargare de que sufra las consecuencias de intentar asesinar a la hija de la heredera! ¡Nuestros dragones custodian la ciudad, si alguien intenta escapar será incinerado sin excepciones!

Todos en la ciudad eran conscientes de las amenazas del príncipe y los tres dragones rugiendo solo lo hacía más aterrador, su lord conocía a su gente, la mayoría eran leales, los soldados, herreros y de más, pero cuando Aeva fue atacada por alguien que usaba las ropas de sus hombres lo preocupo, ordeno cerrar la fortaleza y toque de queda, con sus hombres más leales patrullando las calles. Los dragones seguían inquietos y Cregan temía que en cualquier momento escupieran fuego, si las grandes criaturas estaban así de furiosos era porque sus jinetes también lo estaban.

Daemon abandono el centro de la ciudad y volvió a la fortaleza hablando un idioma que nadie entendía, por su actitud, Cregan estaba seguro que estaba maldiciendo a cualquier persona que haya lastimado a su hija, más tarde él también volvió a la fortaleza y fue a la habitación de su hijo, Edith y el niño estaban ahí con el Lord comandante vigilando.

(...)

Los maestres abandonaron las habitaciones por órdenes del príncipe, habían limpiado toda la sangre que la peliblanca tenia encima, la herida fue fácil de tratar por lo que no era profunda y sanaría en unas cuantas semanas, Aemond había permanecido de pie viendo a los maestres de cerca con su mano en la empuñadura de su espada, apretando el agarre cada vez que Aeva soltaba un quejido de dolor involuntario.

—Ya puedes soltar la espada, Aemond.

—Lo hare cuando crea que estas segura—Ella suspiro y levanto la mirada—Cregan cerro la ciudad, tu padre cree que el que te ataco no actuó solo.

—Bueno eso es cierto.

Aemond se arrodillo frente a ella cuando bajo la mirada.

—¿Él dijo algo?

—Dijo que solo era un medio para un fin, que, sin mí mi madre no sería capaz de reclamar el trono.

Soltó un suspiro levantando los hombros.

—Cualquiera que lo haya mandado a asesinarme creía que no sería capaz de defenderme ¿Qué clase de idiota creería eso?

—Alguien que te subestima. Alguien que cree que con asesinarte tendrían una ventaja.

—¿Quién sería capaz de hacerlo? Sé que hay personas en el reino que envidian a nuestra casa, pero...ninguno sería capaz de desafiarnos.

Aemond se tensó visiblemente y ella le pregunto con la mirada que era lo que tenía en mente.

—Tengo una idea de quien—Deseo en su interior volar a casa y acabar con su propia espada al responsable, juro que la protegería de él, debe cumplir su juramento—Mi abuelo.

Aeva la miro con una expresión que no supo descifrar, su rostro estaba serio de un momento a otro.

—¿Estás seguro de eso?

—Totalmente.

—Pero ¿cómo supo que nosotros estábamos aquí en el norte?

—Probablemente alguien se lo hizo saber—Ambos voltearon a ver a Daemon en la puerta—En la celebración, todo el mundo nos estaba mirando, tal vez uno de sus espías estaba presente.

Fire and Blood (Aemond Targaryen)Where stories live. Discover now