2 | Asunto importante

985 83 19
                                    

2 | Asunto importante

Sigo a Chris sin saber a dónde se dirige exactamente, camina y camina y sigue caminando hasta detenernos aquí, debajo de un árbol grande en medio del jardín donde había mesas para almorzar.

La sombra del árbol nos cubre por completo. Y que bueno porque con este calor uno sudaba hasta por lugares que ni sabía que podían sudar.

Bueno, eso me han dicho, yo no sé.

Chris solo me ve esperando a que hable. Pero mi cabeza no da para más, solo quiero que me den la respuesta de toda esta confusión y este caos. Porque la carta si había sido metida en el casillero de Erick y no en el de él, yo había visto la foto, eso era lo único que tengo en mi mente en estos momentos, no podía pensar en otra cosa.

–¿Entonces? –dice al yo no hablar.

Exhalo y coloco mi peso en una pierna.

–No era para ti–explico simple y sencillamente.

–Pues estaba en mi casillero.

–Pues no sé cómo es que llego a tu casillero.

–¿De verdad no sabes? –levanta una ceja.

–No.

Levanto mi cabeza para mirarlo, era muy alto más que Erick y yo tenía que alzar mi cabeza porque si no terminaba viendo su pecho.

–¿Entonces no piensas que mis ojos son como dos hermosas esmeraldas? –bromea el muy tonto–. ¿O que mi cabello tiene un hermoso olor a primavera?

Rodeo los ojos.

Eso ultimo lo improvise, ni siquiera tenía sentido.

Y en lo primero no me había dado cuenta que Chris y Erick tenían los ojos verdes, por lo cual él fácilmente podía pensar que la carta si era para él.

–No, tus ojos son color sapo, nada que ver con las esmeraldas.

–Ay eso hirió mi corazón–se lleva una mano al pecho y hace una cara de sufrido–. Pero si esto–saca la carta de su bolsillo–, no era para mi ¿entonces para quién era?

–No te interesa–cruzo mis brazos.

Digo con la esperanza de que desista de saber, pero él estaba firme en su posición y sus ojos me decían que no se detendría hasta descubrirlo.

–Vamos Jekins, ¿dime quién es el desafortunado? –Se inclina hacia mí.

–Nadie–sus ojos eran intimidantes cuando querían.

–¿Lo conozco?

No respondo.

–Lo conozco–afirma–. Déjame adivinar, ¿Parker?, ¿Walker?

Eran amigos suyos según tenía entendido.

–No es ni uno, ni otro, ni siquiera hablo con ellos–digo.

Levanta una de sus cejas satisfecho de mi respuesta.

–Entonces ¿Brethan?

–¿Él de fútbol americano?

Lo había visto jugar, era muy bueno y muy pero muy guapo, a decir verdad. Él si que era lindo. Pero no, no era él el que me gustaba. Ni siquiera hemos intercambiado palabras en nuestras vidas.

–El conserje–chasquea sus dedos como si hubiera adivinado.

–¡¿Él señor Francis?! ¡¿De verdad?!

Está bien que no tenga muy buenos gustos, pero eso era pasarse de la raya.

Y no es que critique el físico porque claramente quien soy yo para hablar, pero el señor Francis no era nada atractivo, siendo honesta.

Una carta por errorWhere stories live. Discover now