1 | La carta

1.1K 96 27
                                    

1 | La carta

Digamos que no soy una chica muy inteligente, ni extrovertida y mucho menos extravagante. Solo soy yo.

Mis mañanas no son las mejores, no despierto como una princesita que tiene la mejor actitud para comenzar un nuevo día.

Es toooodo lo contrario, siempre llego a la universidad como zombi, es decir con flojera y sin ganas de vivir.
A penas ponía un pie dentro, cuando ya quería volver a casa, más específicamente a mí cama.

Pero esta vez no estaba con sueño o ganas de volver a casa, bueno sí, pero no.
Hoy era uno de esos días en los que me levantaba con una valentía que quien sabe de donde sale, para atreverme hacer algo, así que hoy estaba más que despierta por culpa de la pequeña idea que me hice en mí cabeza.

Confesarme a mí mejor amigo,
Erick.

Bueno, ¿Qué podría pasar? Aparte de que me rechace claro.

Tenía posibilidades de que eso ocurriera, pero también tenía otras en donde él podía sentir lo mismo por mí y así seamos feliz para siempre. Fin.

Pero regresemos a la realidad. A la triste y cruel realidad donde nada es perfecto.

—¿Cómo amaneció mí chica?—Lía coloca su brazo en mis hombros y me sonríe.

Caminamos juntas hacía la cafetería. La única clase que compartíamos había terminado cinco minutos antes de la hora.

—Creo que amanecí mal—digo pensado en lo que decidí en la mañana.

—¿Mal? ¿Tienes fiebre?—toca mí frente para checarme—. No, no tienes.

—No es eso—quito su mano.

—¿Entonces?—sus ojos me analizan y de repente me mira sorprendida—. Espera—me detiene colocándose frente a mi—. ¿Estás embarazada?

—¿Qué? No—muevo la cabeza.

—Ah—exclama con un tono de alivio—.¿Qué ocurre entonces?

—¿Recuerdas mí pequeño secreto? —pregunto y ella asiente—. Pues quiero hacer algo.

—¿Hacer algo?

—Aja.

La campana suena interrumpiendo nuestra conversación, pero dando aviso a que era hora del almuerzo y dándole permiso a que los alumnos de los demás salones salieran.

—Oh, oh, los caníbales ya van a salir, vamos—me agarra del brazo y me jala —. Tenemos que conseguir lugar y alcanzar una buena porción de papas fritas, ahorita me sigues contando.

Si, la pequeña enorme obsesión de mí mejor amiga eran las papas fritas, y en este momento para Lía lo más importante era alcanzar una buena porción de ellas antes que cualquier otra cosa.

○○○

—¿Y qué vas a hacer?—me pregunta llevándose una papa frita a la boca.

Si había conseguido un puñado de papas la muy sinvergüenza.

—Decirle lo que siento—contesto no muy segura.

—¿Cómo?—intenta decir con la boca llena.

—En una carta, creo que es mejor que un simple mensaje.

Porque seamos sinceros todos somos valientes tras una pantalla, pero una vez que tenemos que enfrentarnos a la realidad nos volvemos chiquitos y cobardes.

—Aaa ya entiendo—exclama para después darle un sorbo a su bebida—. Lo harás a la antigua.

—Creo que sí.

Una carta por errorWhere stories live. Discover now