Prólogo

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Prólogo


A veces necesitamos tomar decisiones que no estamos seguros de ellas, pero que estas mismas podrían llevarnos a la victoria o a la derrota.

Muchas de ellas no suelen tener consecuencias o las tienen, pero no son nada graves.

Tomamos decisiones apresuradas y para nada coherentes, ya sea por presión social, para zafarnos de la situación o simplemente porque creemos que es lo correcto.

Hay días en los que te sientes el más valiente y decidido a hacer algo, pero cuando estas apunto de hacerlo, te vuelves chiquito, los nervios y el medio entran, provocando que te des media vuelta y desistas de aquello.

Y así estaba yo, lo quería, me gustaba, pero no me atrevía a decírselo. ¿Por qué? Pues porque era mi maldito mejor amigo.

Pero no sé porque mi pequeña y torpe cabeza pensó que era una grandiosa idea confesármele y que mejor que por medio de una carta.

Mi cómplice: Lía Glander (mi mejor amiga).

Las dos juntas éramos un desastre. Una por seguirle las locuras a la otra. Y la otra por no detenerla.

Dicen que la vida está llena de retos unos más complicados que otros y creo que lo que estoy a punto de hacer es más como para morirse.

–¿Y qué vas a hacer? –pregunta Lía llevándose una papa frita a la boca.

–Decirle lo que siento–contesto no muy segura.

–¿Cómo? –intenta decir con la boca llena.

–En una carta, creo que es mejor que un simple mensaje.

Y así comenzó toda esta travesía. Por una simple carta que estaba destinada para alguien pero que sin querer termino en el camino de alguien más.

Una carta por errorWhere stories live. Discover now