ONE-SHOTS [Hazbin Hotel]

𖤐 Angel x Husk 𖤐

Entraron al hotel lo más silenciosos posibles. Los pasillos estaban oscuros, ya que todas las luces estaban apagadas por ya ser la hora de dormir.

Husk estaba ayudando a Angel a mantenerse de pie a regañadientes.

—Camina más despacio, que me voy a caer y va a sher por tu culpa. —le dijo Angel, con el gracioso tono que el alcohol le otorga a la voz cuando hace efecto.

—Ni siquiera nos movemos. —le respondió, tratando de no alzar la voz, y cerró la puerta principal.

—¡Sshhhh, no grites. Me duele la cabeza!

—Tú eres el que está gritando. Cierra la puta boca y camina. —susurró, como si estuviera gritándole.

—Uuuuh, ¿esha boquita grosera fué la que sho besé? —comentó, riéndose un poco.

—No fué a mí a quien besaste. Deja de decir cosas esquizofrénicas y camina, o te dejaré aquí tirado en el suelo y me arrepentiré por haberte ido a ayudar.

El peliblanco hizo unos gestos llevando su mano a sus labios, dando a entender que iba a mantener la boca cerrada.

Subieron las escaleras casi con facilidad, mientras que Angel no dejaba de tambalearse ni de saludar con la mano y con una sonrisa a cada retrato que veía en las escaleras de Lucifer, el padre de Charlie.

Husk no podía evitar poner los ojos en blanco y seguir ayudando a subirlo mientras se quejaba en su mente.

—Aaah, que bonitas flores. Mira, Husky. —se soltó de su agarre y caminó hacia la planta que estaba al lado de la puerta de una de las habitaciones de los huéspedes.

—No tengo tiempo para tus ridiculeces, Angel. Tenemos que irnos antes de que alguien nos vea y se lo cuente a la princesa, o peor, que ella misma nos vea.

—Sshhhh, cashate.... y aprechia el aroma de essstos girasoles verdes. —se arrodilló en frente de la planta y llevó su nariz a las hojas, pero unos segundos después empezó a vomitar dentro de la maceta.

—Por el amor de Dios, Angel... —murmuró con fastidio, llevándose la mano a la cara y perdiendo la paciencia de a poco.

—Ya sé. Ya sé. ¿Y si.... y si decoramos las paredes con... con eshtas flores? —le comentó a su amigo con una sonrisa, y volvió a vomitar dentro de la maceta.

—Ya. Ya. Muévete. —en cuanto Angel terminó de vomitar, Husk lo ayudó a pararse de nuevo y empezaron a caminar hacia la habitación del arácnido.

—¿Es una muy buena sugerencia... verdad? —le preguntó aún divertido—. Digo..., piensha en lo feliz que se pondría la princesa si vé que la ayudamos a decorar el lugar.

—Cierra la boca, Angel. Te lo advierto.

—¿Qué, te molesta mi voz? O es porque te exci-

—Te apesta la boca. —le dijo secamente, sin girar a verlo.