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Rain

Mis demonios llevan chillándote desde hace muchos años, creí que nunca los escucharías.

Limpié el espejo del baño después de la ducha, Parches me observaba con aquellos ojos grandes y le acaricié un poco antes de bajar al piso de abajo.

Lili estaba viendo una película con Harry, Archie se encontraba con Lou en la habitación y me faltaba April. Pude localizarla al asomarme por la ventana, allí estaba bajo el árbol con el libro que le hice sobre nosotros. Dejé bastantes páginas en blanco para que con el tiempo pudiéramos llenarlo. Creí que podría gustarle y no me equivocaba.

Observé lo nublado que estaba el cielo, los rayos que surcaban el cielo a lo lejos y por el movimiento de las ramas de los árboles supuse que estaba haciendo frío. Por eso cogí una manta corta, salí de casa y caminé hacia ella para ponérsela por encima, no se sorprendió al verme, me mostró una sonrisa en sus labios y pasó página.

—Éramos unos críos.

—Lo éramos.

Me senté a su lado, mirando la misma foto, esa en la que nos abrazábamos con fuerza y sonreíamos de una forma exagerada, además de llamativa.

—En todas las fotos sales estupenda.

—Eso no es cierto, en muchas salgo horrible.

—No, qué va.

Se hizo un silencio entre los dos, me miró de reojo y volvió a agachar su mirada.

—¿Has hablado con tu hermano?

—Me ha llamado esta mañana, mi madre está muy ilusionada porque vaya.

—Es normal, yo también iré a ver a mis padres, pero será un día... Sé cómo se pondrán.

—¿Te llevarás a Parches?

—Sí, sé que a tu madre no le gustan los gatos.

—Curiosamente, no le gustan... Criándose en una granja, qué raro.

Sonrió y yo me fijé en su curva. Esa misma noche había tenido una horrible pesadilla, aunque más bien se trataba del recuerdo. Un recuerdo que dolía, en el que la veía a lo lejos, llorando y arrepintiéndome por no haberle dado ese abrazo. Porque no había día que no me arrepintiese de ello, de no haberle dado un maldito abrazo, de no haberla llamado o enviado un simple mensaje. No quería volver a perderla. No estaba preparado para volver a perderla. Últimamente había estado extraña, como si por su mente pasasen demasiadas cosas y ninguna soltaba por miedo, no sabía si era por mí, por Aster o incluso por Olivia. Pero yo me moría por saberlo y quedarme tranquilo porque ella no lo estaba.

—¿Estás bien? —pregunté al ver que de nuevo agachaba la mirada.

—Sí, ¿por qué?

—Te veo decaída... Llevo viéndote decaída estos días.

Cerró el libro de sus manos y miró a las montañas, a aquellos rayos que se estaban acercando a nosotros.

—Solo he estado algo confusa... Nada más.

—¿Sobre qué?

—No importa...

—Sí que importa, April. A mí me importa.

Me miró, ahora podía ver en sus ojos tristeza, quizás preocupación.

—Solo he estado sobrepensando mucho, a veces me da por hacerlo.

¿Quién no sobrepensaba las cosas? Todo el mundo, aunque yo quería saber si se trataba de mí, de ella, ¿de quién?

—¿Puedo ayudarte?

Por medio de palabrasWhere stories live. Discover now