Capítulo veinticinco: El juicio

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Soundtrack: Praying de Keisha / Black out days de Phantogram / Anna de Guinnar Madson

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Cuando Mary y yo nos conocimos, una de nuestras primeras charlas fue sobre la gran obra promocional que teníamos que preparar para darle comienzo a nuestra carrera, sin saber que a fin de cuentas, esa era una de las novatadas clásicas de la universidad. Recordaba perfectamente aquella vez que Mary cargó con toda la organización de la escenografía junto con la "ayuda" de compañeros de primer año que se dieron de baja un mes después. Dolía saber que se quedó sola con todo, sin nadie más que mi persona, la cual se había sacrificado en usar la botarga.

Al final, habíamos hecho un trabajo excelente que nos hizo unirnos más.

Ella al apreciar mi sacrificio y actuación fantástica al cargar con un vestuario de 8 kg. Y yo, apreciando el cómo ella me ayudó a perfeccionar mis primeros diálogos frente 100 personas.

Los amargos recuerdos de la desesperación, el estrés y el llanto, fueron aquello mismo que nos motivó a seguir adelante. Tardamos semanas sin dormir, desvelos deambulando por los pasillos de los dormitorios y discusiones entre ella y yo que aunque eran terribles, siempre se solucionaban con chocolate caliente por la noche.

La historia ya se sabe, terminamos la obra, fue dirigida con ayuda de Edson, que en ese entonces parecía un ángel caído del cielo hacia la tierra para rescatarnos.

¿Quién diría que ese ángel caído terminaría siendo satanás en persona?

Mi virtud se esfumó, mi anterior pasión por la atención de las personas en medio de diálogos bellos, ahora era todo lo contrario. Cada que me imaginaba en un escenario, las náuseas estaban marcadas en mi estómago, parecían ser permanentes, pero el efecto del trauma era nada comparado con el pánico de llegar a la corte. Saber que habría gente mirándome, solo me hacía sentir descubierta, en todo sentido de la palabra.

– Mary, no puedo –. Le dije en un susurro, tomando su brazo aún más fuerte con mis dos manos y tratando de inhalar algo de aire como pudiera. Reconfortante, ella posó su mano libre en mi agarre.

– Tranquila –. Respondió, pero no sirvió de nada.

– Estamos a una cuadra –. Dijo don Raúl. Voltee a todas partes, tratando de encontrar algo de paz en alguien, pero en el auto estaban Mary, Emmy, Alex y yo, quienes se veían más estresados que yo. El pelinegro no paraba de hojear las hojas que había redactado Emily como base del caso.

– No encuentro los archivos del hospital –. Dijo mientras buscaba como loco. – ¿Seguros que no estaban aquí?

– No los conseguimos –. Le respondió Emily. – No estaban a su nombre, así que no nos lo proporcionaron.

– Fuck –. Dejó salir.

– Alexis –. Reprendió su padre. – Tenemos los de la copia de Beatrice, esos son suficientes esta vez. Si vas a estar detrás de nosotros, tendrás que controlar tu temperamento. De lo contrario, tendré que sacarte de la corte.

– ¿A mí? – Contestó neutral, mientras seguía examinando los papeles. – Al que deberían de sacar de ahí es al estúpido de Geo. No tiene ningún sentido que esté.

– En eso estamos de acuerdo –.Agregó Mary.

– Deba o no, lo está. Y no viene con nosotros, así que no podemos cambiar nada al respecto –. Volvió a hablar Emmy. – Oh por Dios...– Dejó salir, haciendo que mi mirada se enfocara hacia adelante.

No mames.

Un gran cúmulo de personas estaba justo afuera de la corte. Algunos con carteles enormes, otros con la cara rayada por todas partes, pancartas feministas que claramente me apoyaban y otros manifiestos que expresaban su descontento contra la Universidad. En medio, un paso cubierto de policías que no les permitían ir más allá del espacio en el que pasaríamos a la corte.

My Beloved Q (Quackity)Where stories live. Discover now