Capítulo diecinueve: For a long time

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Soundtrack: Wait for it – Hamilton / Hotline Bling – Billie Eilish Cover / Mr. Rager – Kid Cudi

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Toda mi vida creí que el silencio en la mesa era lo normal.

Recordaba perfectamente que la parte de la comida me tenía con demasiado dolor en mente, planeaba compulsivamente cómo comería poco y vomitaría después sin que mi mamá se diera cuenta, pero nunca fue tan difícil, siempre estaba fuera o si alguna vez coincidíamos en el comedor, ella estaba con su laptop al lado o con el celular en otra mano.

A la fecha, tener el teléfono mientras que alguien hablaba, me parecía ofensivo e inhumano hasta cierto punto, no sabía si era un trauma o simplemente era una persona amargada, pero siempre me encantaba dejar todo de lado cuando estaba con una persona que me importara, me pasaba con Mary, con Quacks, con Emmy y ahora con mis acompañantes en la mesa... aunque igual no tenía opción ahora.

Aunque el ruido en exceso me provoque incomodidad e inclusive nauseas, las risas, la charla orgánica y las bromas en la comida de la familia Maldonado se me hacían sumamente bellas. Era como si toda mi vida me estuviera perdiendo de algo y al fin lo encontrara, era una bocanada de aire fresco en medio del desastre que había alrededor, como si estas personas me recordaran que en el mundo sí existían los ejemplos perfectos de una verdadera familia.

Una familia... me hubiera gustado tener eso.

La escena era linda. Don Raúl estaba a la cabeza de la mesa, contando anécdotas de su trabajo, que aunque no decía exactamente cuál era, se notaba que lo tenía estresado pero le apasionaba a la vez. Era una especie de semblante, el dibujante del boceto que era Alexis, como si le viera a él en unos años hablando de proyectos enormes. Por otra parte, a su lado, doña Alejandra sonriendo y corrigiéndole cada que se le escapaba alguna grosería, apuntando con los ojos hacia mí y tomando su mano firmemente cuando se veía débil. Ella era más callada, pero sin duda destacaba, no solo por su belleza, sino porque era claro que sabía agregar puntos claves a la conversación de su marido e inclusive del cómo este se expresaba.

El pelinegro, sorpresivamente no había dicho casi nada, solo escuchaba atentamente y se reía por las bromas de su padre de vez en cuando. No se notaba serio, solo se veía atento, tranquilo, relajado mientras era feliz comiendo lo que su madre preparó, lo cual sin duda cumplía las expectativas que don Raúl había planteado conmigo antes.

Todo era una postal, algo que sabía que me hubiera encantado vivir antes.

Quackity dijo que ahora eran familia.

No lo decía de forma literal.

Pero hubiera sido genial que sí.

– ¿Qué opinas tú Beatrice? Haz estado muy callada –. La mamá pato habló, tomándome por sorpresa.

– Ah...– Me quedé estática. Mi análisis interno me había hecho ignorar absolutamente toda la inferencia que había dado el papá de Alex anteriormente.

– ¡Oh, vamos! –. Intervino Quackity. – Dudo que Beatrice quiera hablar de política, a ella no le gustan esas cosas.

– ¿No? – Continuó don Raúl. – ¡Bueno! Hablemos de algo que le guste, dime Beatrice ¿qué te gusta?

Su hijo.

Bueno, él no me gusta, me encanta.

– Oh bueno...– Comencé, pero las palabras se me fueron por completo, no sabía ni siquiera qué decir. – Creo que sí podemos hablar un poco de política, claro, sin fanatismo y eso.

My Beloved Q (Quackity)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora