Capítulo dieciséis: ¿Qué sigue?

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Capítulo dieciséis: ¿Qué sigue?

Soundtrack: It's Ok de Edith Whisker / The Night We Met de Lord Huron

Stay de Mac Miller / City of Stars de Ryan Gosling ft Emma Stone (IMPRESCINDIBLES ESCUCHAR)

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P.D.V. Quackity

Ver a Beatrice me hacía sentirme sumamente culpable, porque había fallado a mi promesa de encargarme que nada ni nadie le hicieran daño nuevamente. Cuando llegué a su camerino después de que su amiga me dijera que estaba ahí, jamás creí ver algo para lo que no estuviera preparado.

Me presenté justo cuando el animal de su ex novio la tenía acorralada, y a pesar de que por el gran tamaño de él no pude ver a mi indefensa abejita, pude sentir la rabia correr por mi cuerpo al escucharla.

– Por favor Edson... No...– Su quebradiza e indefensa voz no dejaba de sonar en mi cabeza una y otra vez desde ese momento. Era un recordatorio continuo de que esto pudo haberse evitado de no ser un pendejo que siempre pierde vuelos.

Si hubiera llegado antes, le hubiera ayudado con sus cosas y nunca hubiera regresado por esas estúpidas flores que seguramente le mando el imbécil de Edson. Si hubiera llegado antes, la hubiera acompañado a cada lugar que pudiese, porque sabía que una tonta orden de alejamiento muchas veces no es suficiente. Si hubiera llegado antes, tal vez hubiera visto algo, o alguien, una forma de evitar que esa horrorosa persona se le acercara.

Ahora, con el dolor en ella y el remordimiento en mí, estábamos a minutos de salir de CDMX. Un sonido de un frasco de pastillas interrumpió mi reproche propio.

– ¿Beatrice?...– Le llamé rápidamente mientras que le veía por el retrovisor. Ella aún tenía el vestido de la obra, aunque ya tenía en sus manos lo que se pondría de mi ropa, me vió mientras ponía dos pastillas pequeñas en su mano.

– Te dije que estaba medicada –. Me dijo tranquilamente, seguido de llevárselas de inmediato a la boca.

– Aquí tengo agua...– Le empecé a decir mientras le pasaba una botella que estaba a mi costado, pero ella extendió la palma frente a mí para detenerme.

– Estoy acostumbrada, gracias –. Sus ojos cafés veían los míos, pero por segunda vez, su expresión no era brillante, ni alegre, era triste, dolorosa, decepcionada, justo como cuando yo la cagué. Y lo entendía perfectamente. – Yo... voy a cambiarme.

– ¡Oh! – Voltee hacía en frente y moví ligeramente el espejo, el tráfico estaba horrible. – Me avisas cualquier cosa, desvié el retrovisor.

– Mhm –. Se limitó a contestar. No tenía ni idea sobre qué hablar o qué decir ¿debía hacerlo? ¿Qué podía hacer para apaciguar las cosas? Nunca me había gustado viajar o conducir en silencio cuando estaba con compañía. Prendí el estéreo que estaba vinculado a mi Spotify y dejé el sonido bajo.

– Yo... Bueno, Emmy polarizó la camioneta justo hace dos días...– Comencé, esperando lo mejor. – ... Y pensé en no pedírselo, pero ella me convenció. De verdad que tenemos suerte ¿no crees?

¿En serio, Alex? ¿Suerte?

No la veía, pero por el detenimiento del sonido de la ropa y porque la conocía tan bien, sabía que ahora mismo me veía molesta o de manera irónica. Por imaginarlo, mis mejillas se tornaron rojas y me sentía afortunado por no poder verla o que ella me viera a mí. Un par de segundos después, el tintineo de un cierre y el sonido de dobleces de la tela me hicieron saber que continuaba en lo suyo, lo cual agradecí completamente.

My Beloved Q (Quackity)Where stories live. Discover now