Capítulo siete: FIRST NIGHT

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- ¡Y en bata!

- ¡Puta madre!- Claramente, se me había olvidado que no tenía nada puesto más que eso, así que sin pensarlo dos veces, cerré la puerta hasta que la visibilidad de mis ojos fuese la única que podría hacer presencia entre ambos. - ¿Por qué no podemos tener un puto encuentro normal tú y yo?

- ¡No lo sé! - Dijo exaltado, mientras que seguía con los ojos tapados y demostrando clara pena. - ¡Yo me pregunto lo mismo Bee!

- Ya puedes quitarte las manitos de la cara -. Le dije riendo, a pesar de que no quería, ya que sabía que cuando me volviera a ver, mis nervios me traicionarían nuevamente.

El pelinegro se carcajeó para después quitárselas lentamente y volver a partirse de la risa al verme. - ¡No fuera el Komanche, porque ahí sí me recibes con la puerta abierta!

Por un instante lo aprecié. Sabía que seguramente en mis ojos cualquier persona podría denotar el enorme cariño que le tenía, porque al fin lo estaba apreciando más de cerca, veía su hermosa sonrisa de nuevo, aunque no me era suficiente por la lejanía entre ambos y la evidente puerta que nos separaba.

- Sólo... Sólo dame un momento, por favor -. Cerré la puerta sin dejarle contestar. Corrí a mi maleta que estaba en la cama y me vestí lo más rápido que pude, el mismo pantalón de la mañana pero ahora con una playera holgada que fue la primera que vi. Corrí al baño y me vi al espejo. - Siempre que lo veo pasa esto -. Susurré para mí mientras que abría mi cosmetiquera, pero él desde la puerta me interrumpió.

- ¡Bee, me encantaría esperarte más rato, pero tengo que volver a terminar unas cosas y solo vine a dejarte esto! - Me fijé desde el baño. Quackity abrió la puerta un poco solo para meter la mano dejar caer una pequeña hoja de papel, era demasiado tierno que no se fijara ni siquiera para bromear. - Por favor léelo y cuando puedas, te veo arriba.

- ¡Quackity! - Corrí a la puerta y pude alcanzar a detenerla cuando él ya la cerraba, la abrí más y lo volví a ver, él sonreía amigablemente, mientras yo me perdía en ello. - Yo... yo... perdón, yo...

- ¡Quackity! ¡Bee! - Komanche venía con un vaso rojo en manos mientras corría a abrazar a Quackity. - ¡Vénganse a la fiesta!

Rápidamente y antes de que cualquiera de los dos pudiera reaccionar, Komanche llevó a rastras a Quackity mientras que este último me veía fijamente.

- Léela -. Me dijo en voz algo baja mientras que se dejaba llevar por Komanche. Casi de inmediato cerré la puerta tras mío, tomé la nota en mis manos y me senté en la cama para leerla.

«Little Bee.

Sé que te encanta leer y siempre has querido que te regalen cartas, pero lamento decirte que el día de hoy no tuve mucho tiempo para hacerlo. Sin embargo, debido a que ambos no hemos tenido la presentación más adecuada, me gustaría que por favor me acompañes a la terraza de este desconocido y probablemente embrujado hotel. Te juro que no hay nada más peligroso que la Ciudad de México, así que no hay nada que temer, sé que tú cuidarás bien de mí.

Si aceptas, por favor sube en 30 minutos, te estaré esperando.

Alex Quackity. »

Estrujé la carta contra mi pecho y tomé una bocanada de aire. Conservaría esa carta por el resto de mis días cómo uno de mis recuerdos más preciados, por mucho. A veces, entre tantas cosas desastrosas de mi día, podía rescatar una sola que me hacía sentir bien, y por más pequeña que fuera, la conservaba con cariño, porque sabía que la vida se trataba de tener cariño a lo bueno y saber aceptar lo malo como algo pasajero. Ahora, gracias a Quackity tendría algo que alegraría muchos de mis días, además de sus directos.

My Beloved Q (Quackity)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora