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Tres meses habían pasado desde el parto de la princesa Aegalys Targaryen. Estaba más que feliz y contenta, Maegor, su hijo, era un hermoso niño que se había vuelto el deleite de todo Dorne. Era un niño robusto para su edad, con cabellos dorados y ojos verdes, que con solo una sonrisa, podía obtener desde juguetes de maderas a joyas exquisitas y extranjeras.

Por otro lado, Oberyn, había estado más presente que nunca durante estos tres meses, cumpliendo su parte del trato de hacerse pasar por el padre del niño para callar las habladurías. Era difícil ver a Oberyn en festividades sin tener al niño en sus brazos. También dejo de frecuentar tan seguidamente los burdeles, para sorpresa de Dorne. Doran estaba feliz, realmente creía que su hermano había sentado cabeza.

Durante el día, Aegalys y Oberyn parecían ser un matrimonio feliz. Caminaban juntos por los jardines del palacio y se mostraban cariñosos en público. Pero, cuando la noche llegaba y se encontraban en la alcoba de la princesa, algo diferente sucedía. En el silencio del castillo, por el pasillo que pertenecía a los aposentos de la Princesa, se oían risas. Y estas risas no provenían del esposo de Aegalys, sino de Ser Royce, y de Maegor, su pequeño y amado retoño.

Maegor no entendía la situación por completo, pero se sentía feliz en esa alcoba. Ser Royce era su verdadero padre, aunque solo lo supieran ellos dos. El guardia y amante de Aegalys había estado a su lado desde el momento en que el niño nació, protegiéndolos a ambos y brindándoles amor incondicional. Maegor crecía rodeado de risas y cariño en ese pequeño rincón de felicidad nocturna.

Compartían momentos íntimos cuando las luces se apagaban y las preocupaciones del mundo desaparecían. El amor entre ellos era un secreto que solo la luna y las estrellas conocían

Aquellas noches en la alcoba eran un oasis de felicidad para Aegalys y Maegor. Juntos compartían risas, juegos y caricias, formando un lazo íntimo y fuerte entre madre e hijo. Aunque sabían que su situación era complicada y que debían mantener su secreto a salvo, encontraban consuelo y alegría en esos momentos de complicidad.

La princesa cargaba a Maegor en sus brazos, mientras Ser Royce se unía a ellos, haciendo cosquillas y provocando risas contagiosas. Aegalys sabía que estos momentos de dicha eran un regalo efímero, una ilusión que debían proteger en secreto.

El vínculo entre Aegalys y Ser Royce se fortalecía cada día, pero también se teñía de tristeza y deseo. Anhelaban vivir su amor abiertamente, sin las cadenas impuestas por la nobleza y las normas sociales. Sin embargo, entendían que su deber hacia el reino y sus familias los obligaba a mantener las apariencias.

Mientras tanto, en el resto de Dorne, la gente admiraba a la familia real, creyendo en la dicha que veían en las miradas de Aegalys y Oberyn. No sabían que en las noches, las risas y el amor verdadero se desplegaban en la alcoba de la princesa, donde Aegalys, Ser Royce y su hijo Maegor encontraban refugio y alegría en su pequeño y secreto mundo.




















Si tienen alguna sugerencia o ideas para la historia me las pueden decir<3 me gustaría saber que piensan tmb 

The Union Between the Dragon and the Red Viper; Oberyn MartellTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon