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Doran Martell, observó con preocupación el estado de su hermana política, Aegalys Targaryen. Desde la triste y desgarradora escena que presenció en los aposentos de su esposo Oberyn, Aegalys se había vuelto cada vez más apagada y deprimida. Sabía que tenía que hacer algo para ayudarla a encontrar un poco de luz en su vida nuevamente.

Decidió presentarle a Royce Clenner, un joven y apuesto guardia que había llegado desde King's Landing hacia ya un tiempo. Con cabello rubio y ojos verdes como esmeraldas, Royce irradiaba un encanto innegable. Doran esperaba que la presencia de alguien tan atractivo y amable como él ayudara a levantar el ánimo de Aegalys.

Ser Royce era un hombre apuesto de cabello rubio opaco y ojos verdes, con una presencia imponente y una reputación de lealtad y destreza en el combate. Había sido seleccionado para ser el guardia personal de Aegalys debido a su fiabilidad y experiencia. Sin embargo, cuando lo presentaron ante la triste princesa Targaryen, Royce se encontró cautivado por su belleza deslumbrante y su mirada apagada.

Aegalys, con su vestido de seda negro, apenas levantó la mirada cuando Doran la condujo hacia Royce. Sus ojos reflejaban el dolor y la desesperanza que habían invadido su corazón desde su desdichado matrimonio. Pero cuando Royce se encontró con su mirada, algo en él se removió. La tristeza que veía en esos ojos lo conmovió profundamente y sintió un impulso irrefrenable de protegerla y darle algún tipo de consuelo.

"Aegalys", dijo Doran mientras entraba en la sala donde ella se encontraba, "me gustaría presentarte a Royce. Será tu nuevo guardia personal, alguien en quien puedes confiar. Te acompañará a donde quieras. Quizás te gustaría ir al mercado a ver telas o joyas" Dijo Doran con la esperanza de ver a la princesa fuera de sus aposentos.

Aegalys levantó la mirada y sus ojos se encontraron con los de Royce. La princesa se sorprendió por la intensidad de esa mirada, pero también vio algo más: una chispa de comprensión y simpatía. Algo que no había visto en alguien más que no sea Doran por estas tierras.

"Princesa Aegalys", saludó Royce con cortesía, inclinando ligeramente la cabeza. "Es un honor poder servirle y protegerla".

Aegalys asintió con timidez. Royce parecía un rayo de esperanza en medio de la oscuridad que la rodeaba.

"Gracias, Ser Royce", murmuró Aegalys con gratitud en su voz. "Aprecio tu presencia y tu disposición para cuidar de mí".

Royce sonrió cálidamente y se acercó un poco más. "Mi propósito es velar por tu seguridad, pero también espero poder brindarte algo de compañía y alegría en estos tiempos difíciles".

Aegalys bajó la mirada, sintiendo un leve rubor en sus mejillas. La cercanía de Royce y sus palabras amables eran un bálsamo para su alma herida.
















 La cercanía de Royce y sus palabras amables eran un bálsamo para su alma herida

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Ser Royce sería algo así

The Union Between the Dragon and the Red Viper; Oberyn MartellDonde viven las historias. Descúbrelo ahora