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Aegalys Targaryen caminaba por los jardines de Dorne con elegancia y gracia, su cabello plateado ondeando en el viento. Estaba en busca de Obery, quien, según un plebeyo, estaba leyendo en los jardines.
"Agradable día para leer, Príncipe Martell", saludó Aegalys con una sonrisa. Oberyn la miró con frialdad y no respondió, manteniendo la atención en su libro.
"Príncipe Oberyn, ¿puedo hablar con usted un momento?", dijo Aegalys, tratando de sonar cortés y amable.
Oberyn levantó la vista de su libro y miró a la joven Targaryen. Sus ojos se estrecharon ligeramente antes de volver a bajar la mirada.
"¿Qué quieres, princesa?", preguntó Oberyn, sin inflexión en su voz.
Aegalys se sintió un poco incómoda ante la frialdad de Oberyn. Sé acercó a él con cautela, consciente de que Oberyn no había sido muy amable con ella desde un principio.
"¿Qué estás leyendo?", preguntó ella, tratando de entablar una conversación.
"Un libro sobre la historia de las guerras de Dorne", respondió Obery con frialdad.
"Es interesante, ¿no es así?" dijo Aegalys, tratando de parecer entusiasta.
"No sé si lo llamaría interesante", dijo Oberyn con una sonrisa irónica.
Aegalys se sintió un poco desanimada, pero decidió seguir adelante.
"Me gustaría hablar sobre nuestro compromiso, Oberyn", dijo ella, tratando de mantener la calma. "Estoy muy feliz de estar comprometida contigo. Estoy lista para hacer mi deber con el reino y fortalecer nuestras casas", dijo ella con convicción."En dos lunas será nuestra boda. Y creo que es necesario comenzar a hablar sobre fortalecer el futuro de nuestras casas".
Oberyn la miró con una ceja levantada. "¿Y cuál sería tu deber, exactamente?" Preguntó en un tono sarcástico el cual Aegalys no notó.
"Tener herederos" contesto ella con el ceño fruncido.
Su ceño se frunció mucho más cuando oyó a Oberyn soltar una risita sarcástica. "Princesa Aegalys" dijo mientras se levantaba del banco en el cual estaba sentado leyendo," Usted puede tener cuántos herederos quiera. Pero no cuente conmigo para ello"
Aegalys sintió una punzada de dolor en el corazón al escuchar esas palabras. Sabía que el matrimonio era un deber y no siempre implicaba amor, pero no esperaba que Oberyn fuera tan frío con ella.
"¿Por qué no?" preguntó ella, con la voz temblorosa.
"Porque tienes sangre Targaryen", dijo Oberyn con frialdad.
Aegalys se sintió aún más triste al escucharlo. Sabía que la historia de su casa había causado dolor a muchas personas, pero ella no tenía nada que ver con eso. "No puedo cambiar mi sangre", dijo ella en voz baja.
Al ver cómo Oberyn giraba y emprendía camino hacia el castillo, la Princesa pregunto con desesperación "Entonces, ¿qué haremos?"
"Seguiremos adelante con el compromiso, pero sin ninguna expectativa", dijo Oberyn, con indiferencia. Se dio la vuelta y se alejó de la Princesa Targaryen, quién quedó tiesa sobre el banco en el cual se encontraba sentada.
Sintiendo que su futuro estaba ahora en ruinas, no podía creer que su compromiso político fuera tan frío y sin esperanza. Pero aún así, sabía que tenía un deber que cumplir por el bien y futuro de su casa. Tal y como se lo había ordenado su hermano.
