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La princesa Targaryen, se encontraba en sus aposentos privados, una habitación lujosamente decorada con sedas y terciopelos en tonos bordo, carmesí y dorado. El fuego crepitaba en la chimenea, brindando una cálida y acogedora atmósfera a la estancia. Aegalys estaba de pie frente al espejo, despojándose de su pesado vestido de seda rojo.

Al otro lado de la habitación, su leal guardia y amante, el apuesto Ser Royce, observaba con devoción cada movimiento de su princesa. Su armadura había sido retirada, dejando al descubierto su musculoso cuerpo y su espada descansaba en un rincón de la sala. El amor que sentían el uno por el otro era profundo y verdadero, aunque debían mantenerlo en secreto para proteger el honor de la princesa Targaryen.

Cuando Aegalys finalmente quedó vestida solo con una delicada bata de seda que acariciaba su figura, caminó lentamente hacia la cama, donde Royce la esperaba con una mirada llena de deseo. Él se acercó a ella, tomando sus manos y depositando suaves besos en sus palmas.

Con un gesto suave, Aegalys le indicó a Royce que se recostara en la cama, y se situó sobre él, envolviéndolo con su calor. Sus labios se encontraron en un beso apasionado, mientras sus cuerpos se entrelazaban en una danza de amor y deseo.

El éxtasis llenaba la habitación mientras sus cuerpos se entregaban plenamente el uno al otro. El tiempo se detuvo en aquel momento de profunda conexión, donde solo existían ellos dos y su amor prohibido.

Cuando finalmente sus corazones se calmaron y recuperaron el aliento, ambos se quedaron abrazados en la cama, sintiendo la cercanía y la intimidad que solo ellos compartían. Royce, con la mano en el vientre de Aegalys, acariciaba suavemente su abultado vientre, donde su hijo crecía fuerte y sano.

"Mira cómo ha crecido nuestro hijo", susurró Royce con voz suave y llena de amor.

Los ojos de la princesa se llenaron de amor mientras observaba a su amante. Ella sonrió y entrelazó sus dedos con los de él. "Seis meses", susurró Aegalys con una sonrisa. "Nuestro hijo está creciendo rápidamente".

"No puedo evitar sentirme asombrado cada vez que miro tu vientre. Pronto seremos una familia, mi amor. Protegeré a nuestro hijo con mi vida." Prometió el Ser.

Después de un momento de silencio, en el que solo se escuchaban sus respiraciones entrelazadas, Ser Royce rompió el mutismo. Sus palabras salieron suaves y cargadas de preocupación mientras acariciaba suavemente el vientre de Aegalys.

" ¿Cómo va todo con el Príncipe Oberyn? ", indagó Ser Royce, con una mirada llena de ternura y anhelo.

Aegalys suspiró, sabiendo que era un tema delicado. Deslizó su mano sobre la mejilla de Ser Royce, acariciando suavemente su barba antes de responder. "Todo va bien. Oberyn solo está cerca de mí cuando hay eventos importantes, para mantener las apariencias. Sin embargo, este último tiempo me eh estado llevando muy bien con dos de sus jóvenes hijas . Son buenas niñas", admitió con sinceridad.

El susurro de sus palabras se perdió en la habitación, y una sensación de tristeza se apoderó de Ser Royce. Sabía que Aegalys merecía mucho más que una relación basada en la conveniencia. Pero también entendía que el destino había unido sus caminos de una manera que ninguno de los dos podía ignorar.

Royce acarició suavemente la mejilla de Aegalys y la miró a los ojos. "Tú mereces mucho más que una relación basada en apariencias, mi princesa. Pero sé que la política y el deber a veces nos atan en formas que no podemos evitar".

La princesa asintió, agradecida por su comprensión. "Es cierto. Pero me consuela saber que tengo a alguien como tú a mi lado, alguien que me ama sinceramente y que está aquí para mí en todo momento".

Luego de unos minutos de silenci, la princesa habló."Royce", susurró Aegalys, mirando fijamente los ojos del hombre que amaba, "he estado pensando en los nombres para nuestro bebé. Si es un niño, me gustaría llamarlo Maegor. Un nombre fuerte y poderoso, digno de un verdadero Targaryen".

Ser Royce sonrió con ternura, acariciando con cuidado el vientre de Aegalys. "Maegor... un nombre que resonará con la grandeza de su estirpe y con el amor que compartimos. Será un verdadero guerrero de la Casa Targaryen".

La princesa asintió, sintiendo una oleada de emoción recorrer su cuerpo. Luego, su mirada se volvió ligeramente más soñadora mientras continuaba: "Pero si nuestro pequeño tesoro es una niña, quiero llamarla Shaera. Es un nombre que evoca gracia y belleza".

El guardia dejó escapar un suspiro de admiración y ternura, sintiendo su corazón latir con fuerza. "Shaera... una princesa en todos los sentidos. Será un honor tener una hija tan hermosa como tú, Aegalys".

Con los nombres elegidos y la complicidad compartida, Aegalys y Ser Royce se abrazaron con más fuerza, sabiendo que su amor trascendía los límites impuestos por su posición y su deber. Juntos, esperarían ansiosos la llegada de su hijo o hija, deseando que cada día que pasara fortaleciera su unión y su amor inquebrantable.

En ese momento íntimo, Aegalys y Ser Royce supieron que, sin importar los obstáculos y los desafíos que se interpusieran en su camino, su amor y la familia que estaban formando serían su fuerza y su refugio.






The Union Between the Dragon and the Red Viper; Oberyn MartellWhere stories live. Discover now