Capítulo 36

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Ola de mar...jejeje ya llegue a dejarte otro capitulo de esta telenovela jajajajajaja 

te quiero mucho, gracias por esperarme.

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Han pasado casi 6 días desde la desaparición de Sasuke y Naruto pareciese desmoronarse cada día un poco más. El brotar de la barba descuidada y desprolija, el cual ya es notorio de entre los poros de la bronceada faz y el traje arrugado, constatan la depresión por la que el rubio atraviesa. No ha ido a laborar desde el día fatídico y permanece encerrado en el estudio de su hogar esperando noticias, con una foto del moreno entre los dedos de una mano y una copa de licor en la otra. La búsqueda no ha rendido frutos, sin embargo, debido a la carencia de pistas, es casi imposible dar con el paradero del muchacho.

La falta de descanso y alimento le han comenzado a pasar factura pese a ser un alfa saludable y fuerte, como si en la ausencia del otro sus energías comenzaran a drenarse. Ha mantenido alejados a todos aquellos que se preocupen por él, por voluntad propia.

Coge una vez más la casi vacía botella de bebida para servirse otro trago cuando el chillante sonido de su dispositivo irrumpe toda acción.

La contestación es rápida a pesar de que no sea quien espera—¿Kakashi?

—Sí, Naruto—al otro lado de la línea se escucha el característico tono alegre del despreocupado hombre, muy en contraste con la voz del rubio alfa—Tengo buenas noticias para ustedes.

—Kakashi, no es un buen momento—y al doctor le parece irreal escuchar tanto pesimismo en alguien tan infantil como lo es su amigo.

—Naruto, ¿Pasa algo?

Y el dolor vuelve a regresar, descendiendo por su garganta en forma de nudo, haciéndole responder con doloroso pesar—Sasuke...Sasuke ha desaparecido.

—Santo Dios—el dicharachero hombre susurra al teléfono, puesto que no se espera tal contestación—Respecto a la...a la noticia que tengo que darte, puedo ir a tu casa a hablar contigo si así lo prefieres.

—Bien—acepta sin afán de contradecirle.

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Ha preparado un discurso y palabras de aliento, las cuales no son su especialidad durante todo el trayecto, desde su clínica hasta el hogar de su amigo, pero entiende que, en una cuestión de esas proporciones, no hay palabras que logren dar consuelo. Le parece una verdadera lástima que la noticia que tiene se vea eclipsada por una tragedia de esa índole.

Asciende por el gran elevador del suntuoso condominio hasta llegar al piso de alfa áureo. Llama al comunicador una y otra vez y le extraña no recibir respuesta. Al pasar de los minutos esto ya no le parece algo normal, si bien el rubio es bastante bonachón, no es la clase de persona que dejaría a alguien esperando fuera de su casa y menos en una situación tan critica como en la que se encuentra.

Comienza a llamar a la puerta dando fuertes golpes en ella, pero aun así no consigue recibir respuesta. Debatiéndose en sí será o no buena idea teclear el código de la puerta de su amigo, al final decide hacerlo atropellando toda su ética.

No le lleva más de 5 minutos dar con la contraseña, pues Naruto no es la persona más meticulosa que existe y leerle es demasiado fácil.

—Naruto—le llama conforme se va abriendo paso por la propiedad—Estoy dentro—hace la advertencia, pero no recibe respuesta.

Guiado por el mal presagio, sigue el camino del largo pasillo que lleva al estudio. Gira la perilla y la actitud pasiva que mantiene hasta el momento, se le cae rápidamente cuando distingue el pesado cuerpo del alfa, inconsciente en el suelo.

—¡Naruto! —exclama alarmado y sin dilaciones de promedio se acerca a tomar los signos vitales del alfa rubio.

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La criatura que yace en su interior y recordar lo amado que es por el tonto alfa, le hacen aferrarse a la cordura cuando está a punto de perderla. No se ha negado a comer lo que le han dado, pues tiene que aguantarse el orgullo en virtud del bienestar de su bebé. Aún no sabe lo que está pasando ni el motivo por el que le han privado de su liberta, por ello cada que tiene oportunidad, intenta sacarle información a la mujer que le cuida.

—¿Han..han pedido mi rescate? —indaga astuto, mientras la otra descarga la charola sobre la mesa de noche.

—Esto no es un secuestro de ese tipo—le replica convencida de lo que dice.

No logra detener la risilla sarcástica que se escapa desde su garganta—¿Ah no?

La bella mujer niega con la cabeza sin entender el sarcasmo del joven—Hoy sabrás que es lo que haces aquí.

—¿A qué te refieres?

Ella no responde y se dispone a retirarse de la habitación, dejando solo al agraviado.

—¡Demonios! —golpea frustrado el colchón, puesto que es ya no puede tolerar ni un minuto más la situación. A lo largo de esos días ha intentado escapar y sus intentos han resultado fallidos una y otra vez.

Por más que da vueltas al asunto, no logra dilucidar quién le está haciendo todo ese mal. En un principio llego a pensar que se trataba de alguien que secretamente le odiaba, no obstante, con los días se dio cuenta de que ningún enemigo le atendería de ese modo que hasta pareciese que se preocupaba por él.

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La imagen seráfica de Sasuke corriendo por el verde prado y el cielo teñido del más hermoso de los añiles, le calienta el corazón y le hace sonreír como bobo.

—¡Ven aquí, alfa! —le llama desde la distancia mientras el viento ondea las blancas ropas holgadas que muchacho viste. La nuca poblada de negras hebras, se despeinan regalándole un postal maravillosa de este.

No duda y corre tras él, con el corazón alborotado y las mariposas haciendo mella en su vientre.

—¡Espera! —le grita, pero conforme más se acerca, el muchacho se aleja más—¡Sasuke!

Pronto el paisaje cambia y todo se torna negro invadiéndole con el sentimiento de angustia—¡Sasuke! —grita enardecido cuando el menor cae por lo que parece ser un abismo negro sin fin aparente.

—¡Sasuke!

—¡Sasuke!

Despierta de la hórrida pesadilla e inconscientemente se ha sentado en la camilla de lo que reconoce como el hospital.

—Naruto—la voz de Kakashi le hace virar la cabeza hacia su izquierda—¿Estás bien?

—¿Qué hago aquí? —ignora lo que el profesional le ha preguntado.

—Te has desmayado en tu casa y te he traído aquí...

—¡Sasuke! —se incorpora de la camilla rápidamente y al poner los pies descalzos sobre el frío suelo, se tambalea cayendo sobre el colchonsillo...—Tengo que buscarlo...

—Naruto, no te encuentras bien—esta ocasión, los ojos flojos le miran severo—No podrás ir a ningún lado en ese estado.

—Eso...eso no importa—vuelve a hacer amago de incorporarse y de nueva cuenta sucede lo mismo que la última ocasión, el mareo apenas pisar el suelo, no le permite mantenerse en pie—Tengo...tengo que ir...—en el tercer intento el doctor le coge por los hombros con firmeza y busca la perdida mirada azul.

—Estás imprimado de Sasuke.

—¿Imprimado? —repite incrédulo—Eso... ¿Eso qué quiere decir?—indaga agobiado.

Kakashi suspira pesado como si verbalizar las palabras le costase un esfuerzo monumental—Quiere decir que... Si Sasuke no aparece pronto, podrías morir.

Continuará.... 

¡MALDITO  ALFA!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora