Capítulo 20

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Nota:  Que dios nos perdone herman@s  jajajajajajaja

te quiero mucho. 

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Ahogado en el éxtasis que le causan las feromonas del moreno, un suspiro tembloroso se escapa de los tremulantes labios, cuando Sasuke le besa con frenesí y Naruto comprende enteramente excitado, quien llevara el mando esa noche...

Si en último suceso que tuvieron antes de distanciarse, fue la primera vez que olio su aroma y le beso, pudo deducir la inexperiencia del muchacho, no obstante, en esos momentos el único inexperto era él, pues Sasuke mueve los labios con la maestría del más experto amante.

El joven es furioso y salvaje, totalmente opuesto al huraño y pesimista beta que vive a la defensiva, con esa actitud recelosa que en el fondo a Naruto le ha llegado a gustar. Le toma por el rostro sin la usual delicadeza de los omegas y junta sus cavidades ardientes, serpenteando su legua caliente con la del otro.

Se ha trepado a horcajadas sobre el gran cuerpo del alfa, quien penosamente intenta lidiar con la intensidad del "beta", pero las feromonas potentes le tienen mareado.

Rasga los botones de la camisa formal con impaciencia para descubrir el torso del sometido rubio y las pupilas en los rojizos ojos se dilatan ante la piel fibrosa expuesta, tan digna de un semental. Desliza las recién crecidas uñas por la fuerte área abdominal y se detiene al borde del pantalón, haciendo sentir frustrado al mayor.

—Yo soy el alfa aquí—clama enardecido en una mescolanza de lujuria y humillación, pues tiene la sensación de que morirá cada que el firme culo del menor se frota sobre su necesitado falo y su fuerza es tan mínima que solo atina a acariciar las piernas y el trasero del enérgico muchacho.

—Shhhht—le silencia en un gesto seductor, colocando un dedo sobre los labios del alfa en celo—Ya te haré sentir bien...

Se incorpora ante la mirada hambreada y suplicante del hombre mayor, para comenzar a desvestirse. Se desprende del suéter fácilmente y continua con la camisa formal.

Bufa burlesco, cada que escucha los gruñidos atormentados del alfa quien araña el suelo. Si bien tiene un control absoluto sobre la bestia interna que rige su aún desconocida casta, también está extasiado por el aroma viril que emana del rubio, solo que, al contrario de este, tanto su raciocinio como su celo, pareciesen ir a la par.

Desabrocha sus pantalones, deslizándolos junto con sus bóxers por las piernas blancas y deja que el alfa contemple su seráfica desnudez, lo que causa que el hombre sometido se remueva enloquecido cuando nota el lubricante espeso que resbala por las piernas del menor y este expele un aroma aún más exquisito.

—Sasuke—gimotea exasperado—Déjame...déjame probarte...—jadea implorante.

—¿Eso quieres? —indaga procaz, haciendo al alfa asentir frenético.

Y por un momento detalla y contempla al hombre musculoso, tirado a sus pies, agitado y caliente, una bestia indómita de casta pura. Con los carrillos morenos tintados de un rosáceo erótico. Los ojos llorosos por la lujuria y el abultado miembro que le hace babear. La libídine de su sexo se acrecienta, pues está dispuesto para él. Le mira con la malicia dibujada en los ojos carmesí antes de acercarse lentamente y pararse con ambos pies a los lados de la cabeza del alfa.

Sin tapujo ni vergüenza alguna, desciende lentamente y al rubio se le corta la respiración cuando entiende los que el impúdico muchacho pretende hacer, haciéndole gemir anticipadamente ante la expectativa. Aprieta los muslos suaves y nevados a su alcance, cuando el agujero virginal ha llegado su sedienta boca. Y sin esperar ni un segundo, sorbe los dulces hilos de fluidos que escurren por las paredes enrojecidas de orificio palpitante.

—Aght, alfa—chillotea apenas la lengua caliente y blanda se interna en su esfínter en movimientos ondulantes que le hacen temblar de placer.

Y al áureo le provoca un morbo inexplicable tener al menor sentado obscenamente sobre su rostro, asfixiándole con el peso de su cuerpo. Jamás en sus 44 años de vida, creyó que encontraría semejante goce al ser usado como herramienta sexual, pues las ocasiones en que retozo con distintos omegas, admite que buscar su placer y calmar su instinto, era el objetivo principal de sus encuentros. Entiende entonces que este hecho se ha cincelado en su ser para la posteridad.

Perdido en la sensación del acto prosaico y que en sus cinco sentidos le mataría de vergüenza, alcanza con una de sus manos, el abultado miembro del alfa, aun cubierto por la ropa.

Libera la doliente erección y la saliva escurre por sus comisuras, enseguida que contempla el enhiesto miembro con un color más oscuro que el resto de la preciosa piel bronceada, grande, grueso, brilloso y erguido con orgullo y vida propia.

Acaricia la hirviente carne con esmero al ritmo que la lengua del mayor le embiste. La deliciosa sensación resbalosa y endurecida del miembro sobre la palma de su mano y ese órgano serpenteante entrando y saliendo de su ceñido ano, le hace querer correrse, por lo que, sin aviso alguno, se levanta haciendo al excitado alfa gruñir furioso.

Sin dar tiempo a que el otro siga rugiendo rabioso, se sienta sobre la necesitada erección soltando un descomunal gemido, pues todas y cada una de las terminales nerviosas que pasan por sus músculos rectales, son acariciados por el maravilloso pene del alfa.

Le monta silvestre y bravío, arañando el pecho del rubio como si de un felino salvaje se tratase, marcándole a su antojo, y en cuanto el dominado hombre hace amago de tomarle por la cintura para tratar de imponer su propio ritmo, este no lo permite, cogiendo las masculinas muñecas, colocándolas por encima de la cabeza rubia. Vuelve a soltar más de sus intoxicantes feromonas para lograr mantenerle sodomizado e irónicamente este acto no hace más que excitar más al otro.

Se clava así mismo una y otra vez, sobre el trozo de carne caliente, le cabalga hasta comenzar a sentir las contracciones que agitan su bajo vientre, y en su mente perdida en el instinto solo puede pensar en la espesa semilla del alfa, llenándole las entrañas. La sensación viscosa del líquido disparando en su interior, le hace alcanzar el punto máximo del éxtasis sexual, provocando su propio orgasmo.

Luego de su vívida liberación, cae inconsciente sobre el alfa, quien ha comenzado a recuperar el control sobre su persona. Una vez que la conciencia regresa al mayor, ciñe posesivo el cuerpo desnudo sobre él, en un apretado abrazo y de esta manera se entrega al sueño.

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—¡AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH! —el grito potente ha sido escuchado en toda la ciudad y poco ha faltado para hacer derrumbar el complejo departamental—¡MALDITO ALFA!

—No...no, Sasuke escúchame—intenta explica incorporándose del suelo, en donde hace pocos segundos dormía plácidamente, abrazando al que ya consideraba como suyo.

—¡AHHHH TÁPESE, VIEJO PERVERTIDO! —se cubre los ojos cuando el otro deja al descubierto su desnudez.

Continuará....

¡MALDITO  ALFA!Where stories live. Discover now