XIX

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Capítulo diecinueve
-Gabs-
Barcelona

-¿Qué quieres?- espeto de manera brusca mientras me giro hacia delante. No puedo mirarlo, o quizá haya una pequeña posibilidad de que tampoco quiera.

-Que yo sepa esto es un espacio público.- siento su figura de pie a mi lado, por lo que me obligo a mi misma a levantarme y alejarme de él.

-Pero mi espacio personal no es público, así que preferiría que ni te me acercaras.- Quizá estoy siendo un poco brusca pero ahora mismo solo veo rojo.

-Eso no te importaba tanto cuando…- intenta hacer una broma pero lo interrumpo antes de lanzarme a golpearme.

-Pero ahora sí, así que hazme el favor de ni siquiera hablarme.-

-Estás siendo dramática.- rueda los ojos y a mí me dan ganas de golpearlo hasta la saciedad.

-Y tu un idiota. Si te llena jugar así con la gente pues…- me interrumpe.

-Yo no he jugado con nadie. Pensaba que había quedado claro que tú única función conmigo era abrirte de piernas.- espeta de manera brusca. Inevitablemente, en un solo segundo, mi mano hace girar su cara en un impacto que resuena en toda la estancia.

-Pues que te quede claro a ti ahora que tu única función conmigo es callarte la boca. No quiero volver a verte nunca. ¿Me oyes? Jamás.- me arde la garganta a la misma magnitud que la mano, pero no muestro debilidad en ningún momento.

-Si hubiera sabido que serías así de exagerada me habría replanteado muchas cosas antes de follar contigo.-

-Pues déjame en paz y olvídate de que existo.- intento huir pero su mano en mi antebrazo me lo impide.

-No seas así, simplemente es diversión.- se encoge de hombros.

-Déjame tranquila. Es que encima es con ella, dios.- pronuncio dejándome llevar. Nunca suelo dejar ver mucho mis debilidades, pero no se porqué con él no se me hace tan difícil.  Eso es a la vez una ventaja y una contra.

-¿Y qué querías? Está buena. De hecho creo que jamás había visto una tía así. Soy humano, claro que me gusta, claro que me la quiero tirar. Y lo haré.- ¿escucharon eso? Es mi corazón romperse en pedazos por una horrible decepción.

-De verdad pensé por un momento que serías diferente al resto.- hablo con los dientes trincados, intentando contener la rabia que me llena por dentro.

Aprovecho su sorpresa ante mi comentario y me suelto de su agarre mientras corro hasta el interior del hotel.

Evito a cualquier persona que se me pase por delante. Las luces de neón me dejan más aturdida de lo que normalmente hacen. El corazón me va a mil por hora y siento que me duele cada centímetro de mi cuerpo imperfecto. Siempre es el mismo sentimiento, siempre es, al final y al cabo, sentirme poco dueña de quien soy. Pero esta vez la adrenalina es tal que las ganas de llorar son nulas.

Entro al baño que hay en la parte superior, justo en recepción. No hay nadie, por lo que me tranquilizo mientras apoyo mis manos en el mármol del lavabo. El susto llega a mi cuerpo cuando escucho un sollozo que proviene del único cubículo cerrado. Es de una chica, y a decir verdad se le escucha muy triste.

Me acerco con cautela y toco la puerta de manera lenta. La chica deja de llorar y automáticamente me arrepiento. Quizá no debería haberla molestado. Pero lo hecho hecho está.

-Perdona, ¿Estás bien?- pregunto un poco más incómoda de lo que debería.

-Oh, sí.- pronuncia y decido seguir hablando al no escuchar más respuesta.

-Yo también estoy un poco en la mierda, así que creo que no nos vendría mal compartir las penas. Somos desconocidas, no te juzgaré.- propongo esperanzada. No puedo permitirme dejarla sola.

Espero cinco minutos y me rindo al no escuchar respuesta. Sin embargo, me emociono cuando

Es una chica de pelo castaño un poco más abajo de los hombros cortado a capas. Tiene unos ojos enormes y es ligeramente más alta que yo. Es muy guapa a decir verdad, pero lamentablemente el maquillaje por todos lados de su cara la hacen ver como un mapache.

-Ya creía que no saldrías.- me río levemente y le tiendo la mano para que no se sienta incómoda.- Soy Maia Johnson.-

-Gabriela.- me sonríe como puede y yo saco de mi bolso las toallitas desmaquillantes para después tenderselas.- Gracias.-

Espero con cautela a que se desmaquille y nos sentamos en el suelo del baño, una al lado de la otra. Lleva un vestido negro que se le ha manchado un poco de maquillaje.

-¿Quién empieza?- me pregunta con una sonrisa. Por lo menos ya está de mejor humor. 

-Tú, lo mío todavía me tienta a correr a pegarle.- suelto una risita que ella comparte.

-Bueno, vengo de Lille, donde conocí a mi mejor amigo. Estuvimos juntos desde pequeños y no sé, creo que sin buscarlo me acabé enamorando de él. Sin embargo, cuando un sentimiento no es recíproco no se puede luchar contra él. - se le rompe la voz al pronunciar esto último.- Nos mudamos juntos a Madrid porque quise seguirlo en su futuro, quise estar ahí para él. Al final, no cualquier día puedes ser potencialmente una futura estrella del fútbol.- 

-¿Fútbol? ¿Quién es?- me intereso.- No es por nada sino que el idiota que me tiene mal también juega al fútbol.-

-Júrame que no dirás nada.- me advierte y yo asiento.- Eduardo Camavinga.- pronuncia y yo abro los ojos.- 

-Wow, me esperaba muchos menos él.- le sonrío.- El mío es Pedri.- me mira con asombro y yo asiento sin mirarla.- Pero igualmente, eso no es importante. ¿Has probado a contárselo?- Le propongo y niega varias veces con la cabeza.

-¿Acaso estás loca? Le perderé si eso pasa.- se frota la cara con las manos en señal de frustración y yo se las aparto delicadamente. 

-¿Cuántos días estarás aquí?- le pregunto 

-Una semana o así, luego volveré a Madrid.- 

-Pues será una semana para ti. Deja de pensar en los demás. Ya verás lo que te deparará el futuro en el futuro mismo. Hasta entonces, has hecho una nueva amiga con la que lo pasarás mejor que nunca en Barcelona. ¿Trato?- Le tiendo la mano y, tras una sonrisa, ella me la da.

-Trato.-

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TENEMOS NUEVO PERSONAJE 😙

Voten porfisss.

Los cheruuu.
Se despide,
-G.





Efímero ✈  Pedri González.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora