Efímero ✈ Pedri González.

VII

Capítulo siete
-Palomitas-
París

Me despierto de muy mal humor. La luz del sol da directamente en mis ojos y me hace querer morirme en el momento. Noto que estoy desnuda y el corazón me empieza a latir más deprisa. ¿Qué mierda hice? Me he follado al mejor amigo de mi novio, en París. Me he ido de Barcelona, he dejado a un lado mis responsabilidades, mi trabajo. Le he puesto los cuernos a mi novio, que me ha sido fiel toda la vida. Soy una completa estúpida.

Sí, ya sé que ayer dijimos que hay que vivir el presente, pero, ¿acaso el futuro no es más importante? ¿Acaso mi carrera no merece que deje de lado al chico desnudo que duerme en la misma cama en la que yo estoy acostada? ¿Acaso mi novio no lo merece?

Me levanto apresuradamente de la cama, olvidando por completo el hecho de que estoy completamente desnuda. Camino hasta el baño y me enjuago la cara con agua fría, intentando calmar mis temblorosas manos.

Vale, aprovechando que está dormido podría escaparme y…

-¿Te están dando convulsiones o algo?- levanto la cabeza con el corazón a mil. Lo veo a través del gran espejo. Veo nuestros ambos cuerpos, desnudos, prueba de lo que pasó anoche.

-¡Tápate por dios!- exclamo. No por el hecho de ver su cuerpo, sino por el hecho de la culpabilidad que me llena el corazón.

-Ni que no lo hubieras visto antes.- se encoge de hombros y camina hasta la habitación.

Cuando pienso que ya se ha ido, vuelve pero esta vez con unos boxers puestos y con una camisa suya en la mano, que no duda en ofrecerme.

-Tampoco me apetece que te sientas incomoda.- habla ante mi confusión y yo acabo accediendo. La camisa me queda enorme.

-Fue un…- intento hablar después de un momento de silencio pero me interrumpe.

-No digas error, porfavor. Pensaba que eso ya estaba hablado.- se cruza de brazos y se apoya con su hombro en la puerta, dando un aire despreocupado.

-Pero nos hemos apresurado mucho. Yo amo a mi novio…- vuelve a interrumpir.

-Mucho no lo amas si estás solamente vestida con una camisa mía.- habla de manera seria, con su actitud habitual.

-¿Te han dicho alguna vez que eres un poco idiota?- ironizo girandome a ponerme las cremas que me he traído.

-A veces, pero nunca una chica tan preciosa como la que estoy mirando.- me tenso totalmente y le miro a través del espejo, pero no encuentro sus ojos, puesto a que estos están analizando la pequeña parte de mi trasero visible.

-¡Ey, tengo los ojos en la cara!- exclamo.

-¿Y quién te dijo que yo quería mirarte a los ojos?- empieza a reír y a correr cuando yo comienzo a perseguirle, aparentemente "cabreada".

Lo alcanzo y lo tiro a la cama conmigo encima, ambos riendo a carcajadas. Y ahí, cuando veo su sonrisa, sus pestañas, su pelo, empiezo a pensar que quizá no es tan malo como yo pensaba. Quizá esta tapadera de tío duro solamente la use para evitar mostrar como es de verdad.

-¡Eres un idiota!-

-Oh, cielo, vamos, no me seas, lo quieres tanto como yo.- me toma por la cintura, haciéndome sonrojar.

-Pero él…-

-Pero él nada, disfrutemos del tiempo aquí, ya veremos cómo nos las arreglamos allá, ¿Vale?- y sí, con esas simples palabras y sus ojos brillando, termina por convencerme.

(...)

-Vale, recuerda las reglas, quién llegue a agarrar la palomita con la boca, le hará una pregunta al otro de si mismo.- digo.

Estamos en el apartamento. Hemos pasado la tarde hablando un poco y viendo alguna que otra película. No hemos querido salir porque mañana tendremos que hacer muchísimas cosas, es bueno descansar a veces. No voy a negar que entre escena y escena, nos hayamos besado más de una vez, o quizá un poco más que besos. Sigo con su camiseta puesta y él con su boxer. Es bastante cómodo a decir verdad.

Coloco la cuchara sobre el mueble con una palomita encima y, tras un "ya" de mi acompañante, la lanzo por los aires. Peleamos una y otra vez, forcejeando, hasta que al fin la palomita entra en mi boca.

-Vale, mmm, ¿Cuál es mi color favorito?- pregunto.

-El beige.-

-Correcto.- asiento y coloco otra palomita, la cual está vez cae en su boca.

-¿De dónde soy?- me pregunta y yo trato de pensar en cómo se llamaba el pueblo.

-Tegueste.- asiento segura de mi misma.

-Sí, pero nací en bajamar.- me recuerda y yo asiento.

La siguiente le vuelve a caer a él, frustrandome.

-¿Cuál es mi sueño?- me pregunta, dejándome un poco descolocada.

-Bueno, mmmm, ¿Ganar un mundial?- pregunto. No hemos hablado más de esto desde ayer en la noche, cuando nos sentamos delante de aquel espectáculo de luces.

-Sería muy importante, pero no es ese mi sueño.- dice y me quedo en silencio esperando una respuesta, pero no la hay.

-Entiendo si no quieres contármelo.-

-Gracias.- me sonríe y vuelvo a colocar otra palomita.

La lanzo por los aires con una fuerza desmedida, haciendonos caminar por toda la suite mientras forcejeamos. En un mal movimiento mi pie se dobla haciéndome caer. Me agarro a Pedri para intentar no hacerlo pero me lo llevo conmigo hasta que caemos los dos de bruces al piso. Suelto un gritito de dolor inevitablemente, Pedri había puesto una mano en mi nuca antes de caer para evitar que el golpe me hiciera daño, pero aún así he sentido bastante.

-Joder, que dolor.- hago una mueca y abro los ojos, encontrándome al canario mirándome desde arriba. Está totalmente acostado encima de mi.

-¿Estás bien?- pregunta y yo asiento, pero me sonrojo inevitablemente al notar más de lo debido… ya me entienden.

Me mira con muchísima intensidad, sonriendo de lado. Se acerca a mí y junta sus labios con los míos, metiendo las manos debajo de la camisa, acariciando mi abdomen. Al principio el beso es tierno, con delicadeza, pero a medida que va avanzando, mi corazón se va acelerando y nuestras lenguas comienzan una guerra que no estoy dispuesta a perder.

Está de más decir cómo ha acabado ese beso, ¿No?

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BUENASSSS.

Espero que se entienda que nuestros niños tuvieron sus relaciones sexuales. Ya saben que no me gusta sexualizar a Pedri ni mucho menos y por eso mismo no las narro. Pero como en el otro libro no quedó muy claro, quería que en este sip.🫶

Voten porfis.

Los cheruuu.
Se despide,
-G.