La princesa Anneliese nació el 12 de diciembre de 1494, sí tan solo unos meses después de la llegada de su futuro amor.
El qué parecía ser un hermoso día en su gran Imperio, el Imperio Francés, pronto se convertiría en su martirio. Anne, cómo solían...
— Dejando las presentaciones de lado, vayamos al grano su majestad, ¿para qué llamó a mi madre? — Habló la princesa con seriedad después de unos minutos de silencio por parte de los presentes.
— Quiero hablar sobre tus hermanos como sabes ya son unos adultos y es hora de qué vayan a sus respectivas provincias. — El sultán respondió con una sonrisa.
— ¿Qué? — La princesa dijo incrédula.
— Ya he decidido a qué provincia irá cada uno. — El sultán veía a su hija enojada más decidió no darle importancia.
Una pequeña risa burlona salió de los labios de la princesa.
— Cuándo exilió a mi madre usted mismo le dijo qué nosotros no pertenecemos a este imperio, ¿qué fue lo que cambio, su majestad? — Larissa preguntó con enojo hacia su padre el cuál la miraba con una ceja alzada.
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— Mahpeyker eso lo dije en un estado de enojo, esas palabras jamás debieron haber salido de mi boca...pero tú sabía qué como un príncipe debo hacer el bien. — El sultán dijo con una mueca de tristeza.
— ¿El bien, dice? ¿Qué bien ha hecho hasta ahora? Sí quería hacer el bien debió haber investigado más sobre el tema y no haber caído en las mentiras de una estúpida mujer qué solo quería hundir a mi madre! — Larissa contestó con un tono de voz alto mientras poco a poco se acercaba al sultán, quedando tan solo unos centímetros de él.
Ante las palabras duras de su hija el sultán solo pudo bajar su mirada, pues la joven tenía toda la razón.
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— Se qué me deje engañar...lo sé y me arrepiento, no sabes cuánto lo hago. — Respondió entre sollozos el sultán.
Mahidevran alzó su vista ante las palabras dichas por el sultán y entonces su corazón termino de romperse, nada de aquel amor qué le juro en Manisa, existía. Su título de sultana paso a ser al de Kadın y de ese paso a ser una simple hatun, de tenerlo todo; dio un paso y lo perdió todo.
