Chapter 1.

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12 de diciembre, 1512.
Paris, Imperio Francés.

Un día especial para aquella joven de cabellos ondulados y lindos ojos color verdes, el cumpleaños número 18 de la princesa Anneliese, única hija del Rey Arthur y su consorte la Reina Isabell.
En este día la princesa le pediría a sus padres salir a conocer su pueblo, desde qué nació ha vivido entre las paredes de su palacio pues ella no sabía a lo qué sus padres le temían.

— Papá, mamá, despierten — Anneliese había llegado a los aposentos de sus padres, pensando qué aún se encontraban dormidos pero vaya sorpresa se llevó cuándo los vio dándose un tierno beso cosa qué formó en su rostro una mueca de asco.

— Papá, mamá, despierten — Anneliese había llegado a los aposentos de sus padres, pensando qué aún se encontraban dormidos pero vaya sorpresa se llevó cuándo los vio dándose un tierno beso cosa qué formó en su rostro una mueca de asco

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— Anneliese, nos has ganado querida. Queríamos sorprenderte en tus aposentos pero ya qué estás aquí ven y abre tu regalo. — Dijo su madre con una gran sonrisa en su rostro.

Aún seguía parada en la entrada de los aposentos y al ver a su padre sacar una caja detrás de el, entro corriendo hacia la cómoda de estos para tomar aquel regalo. Cuándo lo abrió quedó sorprendida era una de las coronas qué su abuela Mary había usado para su fiesta de matrimonio. Con ayuda de su madre se quitó la pequeña corona qué tenía para después colocarse la nueva.

— ¿Qué tal me veo? — Pregunto con una sonrisa, mientras la corona brillaba cuándo se veía en el espejo de su madre.

Te vez preciosa mi vida, estoy tan feliz por verte crecer, 18 años en los cuales solo me haz hecho el hombre más feliz.

— Mi pequeña niña, aún recuerdo cuándo eras una bebé, te vez tan hermosa, te amamos tanto querida.

Anneliese se acercó a abrazarlos y dejar besos por el rostro de cada uno. Luego de unos minutos se separó y fue cuándo su nerviosismo aparecío, se acordó de lo qué tanto anhelaba.

 Luego de unos minutos se separó y fue cuándo su nerviosismo aparecío, se acordó de lo qué tanto anhelaba

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— Padre, madre, quiero pedirles algo. — Sus nervios aumentaron más, no sabía cómo iban a reaccionar.

— Te escuchamos, princesa. — Su padre respondió algo preocupado, su hija pasó de estar feliz a tener unos nervios incontrolables.

— Quiero salir al pueblo. — Sus padres quedaron atónitos,  ella no sabía si por la rapidez con la que lo dijo o por lo qué pidió.

— Querida, solo por ser un día especial para ti te dejaremos salir, tú padre y yo ya sabíamos qué nos ibas a pedir esto, digamos qué Eléonore no habla despacio como ella piensa. — Su madre respondió entre risas, lo qué su hija le pidió la dejo en shock pero no iban a negarle algo que desde tiempo atrás había anhelado.

— Pero irás acompañada de las señoritas Clarice, Damla y Eléonore, más unos guardias. ¿Entendido?

— Entendido, su majestad. — Dio una reverencia ante su padre para después salir corriendo hacia sus aposentos a contarle la buena noticia a sus fieles servidoras.

— SALDREMOS AL PUEBLO. — Grito emocionada cuándo vio a las tres muchachas entrar.

— En un gusto acompañarla, su alteza. — Clarice Hatun respondió con una risa viendo como la joven brincaba en su cama.

— Clarice tiene razón alteza, es un honor acompañarla. — Damla Hatun respondió con una sonrisa.

— Debemos ponerla cómoda alteza, no sabremos sí aguantará estar todo el día con ese esponjoso y lindo vestido todo el día. — Eléonore Hatun, la más joven de las tres respondió con una leve sonrisa, pues estaba más preocupada por qué Anneliese no se cayera de su cama por estar brincando en está.

— Las adoro tanto, yo me arreglaré sola, ustedes vayan a ponerse más bonitas de lo qué ya están. Tal vez les consiga un esposo. — La joven empezó a reír al ver la cara de las mujeres cuando mencionó la palabra esposo. — Solo bromeó, vamos, vayan a alistarse.



















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𝐋𝐎𝐕𝐄𝐑 | Sultɑ́n Süleymɑn Where stories live. Discover now