Epílogo III

1.5K 115 42
                                    

La luz del hospital le ponía los nervios de punta a Mick, no tenía muy buenos recuerdos en los hospitales, estaba esperando a que le dijeran que ya podía entrar, había pasado la mayoría del tiempo junto a ella pero tenían que checar algunas cosas.

–Mick, si sigues dando vueltas te vas a marear.– dijo Gina.

–Y no quiero que les comités encima.– dijo Joe.

–Ya pueden entrar.– dijo una enfermera asomándose.

Todos se pararon enseguida y entraron al cuarto, Andrea estaba acostada en una camilla con una niña y un niño en sus brazos.

–Oh dios.– dijo Gina emocionada tapándose la boca.

–Mick, ven.– dijo Andrea sonriendo. La bebé lloraba y se movía de los brazos de su madre mientras el niño dormía plácidamente.

Mick se acercó con nerviosismo al ver a sus hijos por primera vez, Andrea puso con delicadeza a la niña en sus brazos, Mick sonrió automáticamente al verla acomodarse en sus brazos, sus ojos se llenaron de lágrimas al verla tan delicada, verla llorando le rompió el corazón y se prometió a si mismo que haría hasta lo imposible porque no llorara nunca. La bebé dejó de llorar y abrió sus ojos lentamente quedándose viendo a Mick, el cuál tenía la sonrisa más grande de su vida, tenía sus ojos azules, le iba dedicar cada uno de sus días a sus hijos, la niña sonrió noqueando a Mick por completo.

Por otro lado Andrea veía a su hijo con los ojos llenos de lágrimas y una sonrisa de oreja a oreja, su bebé había despertado con los llantos de su hermana y ahora la veía atentamente con sus ojos cafés avellana, tenía una sonrisa pequeña dejandola hecha pedazos, mi hijo, fue lo primero que pensó, le quería gritar a todo el mundo que vieran a su hijo, orgullo no era la palabra que buscaba para describir la sensación, había mucho más dentro de ella está vez.

Ambos se dieron cuenta de que harían lo que fuera necesario, un millón de errores, por hacer el mundo seguro para ellos. Ellos sangrarían y pelearán por ellos, les darían el mundo, y sabían que los sorprenderían algún día, apenas habían nacido y ya estaban orgullosos de eso.

Mick se sentó a lado de Andrea para poder ver a su hijo también.

–Tiene tus ojos.– dijo Mick con orgullo.

–Pero solo eso, lo cargue nueve meses para que terminará siendo una copia al carbón de ti.– dijo Andrea con una sonrisa, Mick volteó a verla y se dió cuenta de que estaba radiante, dejo un beso en cabeza mientras sonreía.

–Pero ella tiene tu pelo y se parece a ti.– dijo el rubio enseñando a la niña con orgullo.

–Y tiene tus ojos.– dijo la mexicana sonriendo mientras dejaba un beso en la nariz de su hija.

–¿Les puedo tomar una foto?– preguntó Gina sonriendo.

Ambos asintieron y voltearon a verla mientras enseñaban a sus hijos, ni siquiera tenían que esforzarse en sonreír.

–¿La puedo cargar?– preguntó Joe apenado.

Mick asintió y le dejo la bebé en los brazos del estadounidense, sonrió al instante al verla tan pequeña, se parecía mucho a Andrea, lo único que cambiaba eran los ojos.

–Les voy a enseñar a jugar americano.– dijo Joe sonriendo.

–¿Qué dices? Primero van a aprender a galopar.– dijo Gina que tenía al niño entre brazos y lo veía con una sonrisa.

–Diría que karting primero, pero ni loca dejo que se suban.– dijo Andrea riéndo.

–Eso es un debate para otro día.– dijo Mick provocando que Andrea lo viera con los ojos entrecerrados.

Midnight rain || Mick Schumacher Where stories live. Discover now