Epílogo II

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Día de la boda

Andrea se moría de nervios, ya traía puesto el vestido, estaba maquillada y peinada pero sentía que iba a vomitar en cualquier momento.

–Andrea, cálmate, solo piensa en Mick y lo felices que serán después.– dijo Joe cruzado de brazos viendo a Andrea caminar de un lado a otro.

–Es que no lo entiendes Joe, qué tal que no soy una buena esposa? ¿Qué tal que no duramos ni una semana de casados y se da cuenta de que me odia?– preguntó Andrea con un nudo en la garganta.

–A ver, vamos por partes, número uno: No hay tal cosa como una buena esposa y si la hubiera estoy seguro de que lo serías. Número dos: prácticamente ya parecen casados, es decir viven juntos, lo único que va a cambiar es que ahora tienen otro título. Número tres: Mick es incapaz de odiarte, el día que el te odie es el día que la luna sea verde fosforescente, ok?– dijo Burrow agarrando a Andrea de los hombros para que se concentrará.

–Buen punto...– dijo la mexicana asintiendo.

–Y lo que vas a hacer ahora es agarrarte los ovarios y salir allá porque estoy seguro de que el está igual o más nervioso que tú.– dijo el estadounidense sonriendo antes de salir.

Andrea soltó un suspiro, sus padres entraron y se quedaron parados en la puerta mientras la veían con una sonrisa.

–Te ves bellísima.– dijo su mamá abrazándola.

–Gracias, ma.– respondió Andrea.

–Me acuerdo que cuando eras pequeña, siempre llorabas con la escena de Mamma Mia, cuando Donna ayudaba a Sofi a arreglarse para su boda, y me ibas a abrazar.– dijo su mamá viéndola con lágrimas en los ojos, Andrea hacía todo lo posible para no llorar.

–Estoy muy orgullosa de tí, quiero que lo sepas y se, que el chico que está allá afuera te ama con todo su ser, así como tú a él.– dijo antes de dejar un beso en la frente de su hija, dejándola sola con su padre.

–Mi princesa.– dijo este abrazándola.

Por primera vez, Andrea dejo que unas cuantas lágrimas salieran de sus ojos, siempre había sido cercana con el y tenía cierta debilidad ante sus palabras.

–Lo hiciste muy bien, cada vez que veo tus carreras y te veo salir de ese monoplaza con una sonrisa...me doy cuenta de lo fuerte que eres, se que Mick es un buen chico, que estás en buenas manos, pero no puedo evitar pensar que mi princesa se está haciendo grande y ya está haciendo su vida.– dijo su papá con una sonrisa triste.

Andrea tuvo que morder su labio para que dejara de temblar, con mucho cuidado secó sus lágrimas y se aferró a su padre por unos instantes.

–Muchas gracias, por todo.– dijo en un susurro.

Y el momento de caminar por el altar llegó, sentía que en su estómago corrían todos los monoplazas de las carreras, era un manojo de nervios y sentía que debía de correr antes de cagarla, pero luego lo vio, ahí parado en su traje negro, jugando con sus manos intentando contener sus nervios y su corazón se ablando, ya no quería huir, se dió cuenta de que era el y solo el para el resto de su vida y estaba perfectamente bien para ella.

Empezó a caminar por el altar agarrada del brazo de padre, sus ojos estaban fijos en los de Mick, no pudo ocultar la sonrisa que se asomaba en su cara, sintió sus mejillas sonrojadas al verlo ahí parado, llegaron al frente del altar y soltó a su padre.

–Cuídala por favor.– dijo su padres dándole una palmada en el hombro.

–Con mi vida si es necesario.– dijo Mick en respuesta.

La ceremonia empezó y ambos solo podían pensar en que lo estaban haciendo, después de tanto años, se estaban casando, llegó el momento que todos habían esperado con tantas ansias, los pilotos de Fórmula 1 veían todo con una gran sonrisa, también había expilotos entre los invitados, Sebastian Vettel y Lewis Hamilton por ejemplo, quiénes veían la ceremonia con el corazón en la mano, habían visto el amor de los chicos ir floreciendo. Sus amigos los veían con sonrisas de oreja a oreja, todos sabían que su relación tuvo muchos baches y habían puntos donde se querían dar por vencidos.

–Ahora, puede besar a la novia.–

Mick agarró a Andrea por la cintura y la atrajo a el para besarla, sintiéndose como las personas más importantes del mundo, todos celebraron cuando se separaron y los recibieron con felicitaciones.

Salieron de la iglesia corriendo, después iban a la fiesta pero antes de ir se detuvieron y se bajaron del la limosina corriendo entre risas.

–¡Mick! ¡Nos casamos!– gritó Andrea entre risas.

–¡No me había dado cuenta!– dijo Mick sarcásticamente.

–Cállate.– dijo la mexicana riéndose mientras salía corriendo.

Les daba igual quien los veía, probablemente se veían ridículos corriendo con su ropa de la boda pero ese no era un problema para ellos en ese instante, Mick corría tras de ella intentando atraparla, corrieron unos instantes más antes de que Mick la atrapará por la cintura, pero ambos se tropezaron con el vestido de Andrea cayendo al piso.

Se voltearon a ver antes de estallar en risas.

–Deberíamos regresar, llegaremos tarde a nuestra propia fiesta.– dijo Mick sentándose sin quitar su sonrisa.

–O... podríamos ir por un helado antes.– dijo la mexicana sonriendo.

No lo pensaron dos veces antes de ir por el helado, muchos se detenían para tomarles fotos, después de ir por su helado regresaron al carro y fueron a la fiesta.

–Tienes helado en la mejilla.– dijo Mick limpiando la mejilla de Andrea con ternura al verla tan feliz comiendo helado.

Ante sus ojos siempre se vería hermosa, pero verla sentada en su vestido de novia comiendo helado con una sonrisa de oreja a oreja y un brillo en sus ojos, se veía más hermosa que nunca, no podía dejar de sonreír.

–¿Qué?– preguntó Andrea con el seño fruncido al verlo de esa manera.

–Estas bellísima.– respondió el rubio sonriendo.

–Tu también.– dijo la mexicana agachando la cabeza con la intención de que no viera sus mejillas sonrojadas.

Mick agarró con delicadeza la cara de Andrea y la beso, beso a su ahora esposa sintiéndose en la cima del mundo

Midnight rain || Mick Schumacher Where stories live. Discover now