Capítulo XXV

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25.

Mi otro yo.

Pasamos una hora (creo) de este modo. Él gritándome, yo protegiéndome de futuros golpes e insultos. Este... ¿Adrien? Bueno, soy yo, eso es seguro. La diferencia es que físicamente es más musculoso, alto y con facciones más maduras. Sumando la cicatriz en el ojo derecho. Se veía doloroso, pero debe ser de años atrás, ya que se ve bien cicatrizada sobre la piel. Debe ser unos cinco o tal vez diez años más grande. Sin embargo... Es algo... ¿Pendejo?

Como sea.

Lo importante es que me dejo en paz luego de ofrecerle una barra de chocolate que compre en las maquinas del hospital. Necesitaba darme energías luego de lo tan demacrado que me encontraba. Jamás pensé que quien la comería fuera yo mismo.

Pero viéndome desde mis ojos.

De hecho, me sorprende que ni el mismo se asuste de la situación. Esta hablando con su otro yo después de todo. Es un chico raro.

Espera... Prácticamente me estoy diciendo raro, ¿No? Diablos, me volveré loco.

En fin, la razón del porque se encuentra aquí es que alguien le había hecho venir a este lugar con una especie de magia. La verdad no entendí la teoría, pero creo que una fuerza especial nos trajo. Después de todo, sería hipócrita en no creer en lo no visible cuando mi vida dio un giro de ciento ochenta grados en cuanto ese camión me arrollo y mi alma llego al limbo.

—¡¿Te arrollo un camión?! ¡Mentira! —se carcajeo.

—N-no te burles —pedí avergonzado.

—¡E-es que...! ¡No puedo creerlo! —se estaba cogiendo el estomago mientras no dejaba de reír. Luego de un rato nos sentamos en el piso del vacío, esperando lo próximo que sucedería—. ¡Joder! ¡Eres un idiota! ¡¿Cómo mierda te arrolla un camión?!

—D-déjame en paz.

—Vamos, yo. Somos capaces de sobrevivir a cosas peores y... ¿Casi te mata un camión? Realmente eres un debilucho.

—Si tan debilucho soy, ¿Qué tanto has tenido que sobrevivir tu? ¿Ahh?

Guardo sus carcajadas antes de figurar un rostro de facciones pensantes. Iba a parlar en cuanto levanto un dedo frente a mi rostro.

—Sobreviví a una hipotermia en un bosque nevado —levanto su segundo dedo—. Me abrieron el pecho de un solo golpe, me desangré y pude vivir con una cicatriz al medio del tórax.

—¡¿Qué?! —abrí ampliamente mis ojos—. N-no puede... —me dejo con las palabras en la boca en cuanto levanto su camiseta. Enseñándome una enorme cicatriz en su pecho—. Diablos... ¿Cómo...?

Levanto un tercer dedo.

—Me cortaron el ojo derecho dos veces y puedo mirar a la perfección —dijo orgulloso.

—Oye, oye, una hemorragia en el ojo no puede matarte.

¿Verdad?

—Si, tienes razón, pero mi vida corría peligro cuando sucedió —ya vamos por el cuarto—. Recibí el impacto de una enorme cantidad de energía, donde mi corazón se paralizo por un buen rato. También quise suicidarme por los recuerdos de personas que se unían a mi vida por un lazo irrompible. ¡Ah! Luego tuve una pelea donde casi pierdo los brazos y piernas —agrego otro dedo, ya íbamos en el sexto. Me pregunte que vendría ahora, y en cuanto levante mi mirada a su rostro... Este se colmó de nostalgia y melancolía—. Sacrifique mi vida para salvar a la persona más importante para mí.

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