Capítulo XIII

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13.

La historia de Marinette Dupain-Cheng I.

Los quejidos se oían tras la zona menos transitada del instituto. Un lugar dentro de la escuela con pocas bancas y mucha vegetación. El sitio perfecto para ese grupo mandado por una de las populares del lugar para demostrar dominancia. Un sitio imperfecto para aquella solitaria chica que solo quería tener paz en su alrededor. Jamás incordiaba a nadie, sin embargo... Siempre era la incordiada por la sociedad.

Solo deseaba un sitio donde poder proyectar sus anhelos e ideas y plasmarla en su preciada libreta de dibujos. Pero el querer momentos de paz y tranquilidad en la fría soledad... Llamaba siempre la atención de esos ojos curiosos y llenos de maldad.

Marinette cayó de pleno en el pastizal, siendo su uniforme desarreglado y llenado de polvo. Sus coletas se habían desarmado debido al zamarreo de aquella chica de facciones italianas que no dudo en hacerle daño para conseguir satisfacción propia. Después de todo en el mundo animal, ser el más débil de la selva te hace presa fácil para el depredador en busca de comida.

—Está hecha un asco —dijo Lila Rossi mientras sus dos manos sacudían la mochila de la azabache aun tirada en pleno césped—. Ni un centavo que valga. Lo encuentro increíble. Tus padres no ganan ni una lana, ¿Verdad, panadera?

Marinette callo, mirando de reojo a las cinco chicas que la rodeaban y se habían encargado de darle una buena paliza. Y para mal propio, su mirada se hallaba llena de un rencor contra esas chicas que no buscaban nada más que hacer de su vida escolar un infierno. En especial esa de aspectos italianos y su líder que para su propia sorpresa no estaba presente.

—¡¿Qué tanto miras?! —la castaña no dudo en darle una buena patada en la boca del estómago. Marinette se retorció ante ese fuerte golpe, abrazando en acto reflejo su estómago con tan de apaciguar el dolor—. Enserio das asco, panadera.

—Siempre hueles a huevos podridos y harina —se burlo una de las chicas que acompañaban a Lila—. ¿Así te huele el culo, Dupain?

—Así debe olerle el coño y por eso ningún chico se le acerca —comento otra secuas de la italiana. Tomo la mochila en el suelo, sacando lo que hace unos días había pillado a Marinette haciendo a lo lejos. Marinette se espantó al ver que era lo que exactamente habían cogido esa chica y su mirada de pánico no paso desapercibida ante la risilla molestosa de esa secuas—. Mira que tenemos aquí, ¿Un cuaderno de dibujo?

—E-espera... Eso n-no —Marinette intento incorporarse, pero Lila se apresuró en pisarle la cabeza con firmeza. Impidiendo que se levantara. Tampoco es que tuviera que hacer mucho esfuerzo. La buena apaleada ya le había dejado agotada a su víctima—. Po-por favor...

—¿Por qué tanta preocupación por un cochino cuaderno? —se preguntó a ella misma ante la mirada de todas—. Dame la mierda, Aurore.

—Cógelo —se lo arrojo y para desgracia de Marinette, la italiana tuvo la buena destreza de cogerlo en el aire.

—Ba-basta... —pidió la azabache, pero fue callada por la presión del zapato de Lila.

—Cállate, sucia panadera de cuarta. Deberías agradecer que te jodemos a ti y no a tus padres. Por qué de un chasquido —hizo el sonido con sus dedos—. El negocio de tus padres se iría a la mierda, empezando con joderles los vidrios, esparcir rumores de ratas que se tragan los panes asquerosos que hacen tus padres y muchas cosas más... ¿Eso es lo que quieres, Marinette?

Marinette no la pensó dos veces. Solo siguió ordenes de la chica que no le sacaba el pie de encima y amenazaba a lo más preciado de su vida. Si continuaba siendo rebelde contra ellas, todo su mundo ahora si se fuera abajo.

|2| Guiare tu camino - MLBWhere stories live. Discover now