17 - 🗡️Lápiz de Carboncillo🗡️

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ASANE

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ASANE

Desperté por culpa de una discusión. No sabía de qué estaban hablando, pero el sonido de sus voces había interrumpido uno de los mejores sueños en varios meses. Estaba soñando estar de nuevo en namsa con mi familia, disfrutando de una maravillosa vista del mar de Lana en una de las tantas subidas del agua. Miraba por el balconsete a los vecinos celebrar con vítores cuando el agua casi alcanzaba a pasar las escaleras.

Pero me despertaron.

—Se supone que no es así —dijo una voz chillona y femenina—. Es arquitectura preunificada, se nota en la forma de los arcos. Céntrate en los arcos.

—Deberías mirar la cúpula mejor, ¿ese? —dijo la otra voz. Esta me pareció más conocida. ¿Era Alesi?

Abrí los ojos, molesta. Todavía estaba acostada, cubierta por una sábana oscura hasta el cuello. Miré el techo. La noche anterior Asaia ordenó que todos los Aspirantes debíamos dormir juntos en el Sacerdotario de Omon. Él decía que era para que nos acostumbremos a nuestra presencia, pero Siana y yo sabíamos que en realidad era que nos encerraron allí por si regresaban los asesinos alashianos.

Era muy temprano por la mañana, la luz del sol ingresaba a través de las numerosas vidrieras esparcidas por todas las paredes del templo. Era un lugar enorme y dormir ahí hizo que me diera cuenta de lo pequeña que había sido mi casa en namsa. La cúpula superior era el doble de grande.

—Los bastiones fueron inventados por los elaníes —le argumentó la chica—. No todo lo que miras es un invento mansadiano, carahuevo.

—No hace falta que me digas así ¿ese? —respondió Alesi.

Ladeé la cabeza sobre la almohada. Me di cuenta que no estaban muy lejos de mí. La chica con la que estaba discutiendo Alesi era Mina, la velamarilla con la que había tenido mi primer enfrentamiento en los exámenes físicos. Era más delgada que yo, y más alta, y podía asegurar que golpeaba más fuerte. Todavía tenía moretones de sus patadas.

—Es lo que eres —dijo Mina con una sonrisa pícara en su rostro moreno—. Pero descuida, me gusta tu cara de huevo.

—¡No digas esas cosas! —respondió Alesi nervioso, con la cara rojísima—. Hay mucha gente, Mina.

—No me avergüenzo —dijo la velamarilla—. La timidez es una emoción de débiles.

—De gente prudente diría yo —contrarió Alesi—, con dos dedos de frente al menos.

—No cambies de tema —dijo ella, acercándose un poco más al chico y colocando una mano sobre el hombro de él—. ¿Sabes dónde sí quiero dos dedos tuyos?

Tragué saliva escuchando esa declaración y me senté al fin sobre la orilla del camastro. ¿En serio lo estaba flirteando así de fácil, sin miedo?

—Estamos en un lugar sagrado ¿ese? —musitó Alesi.

ASANE (Ya en físico)Onde histórias criam vida. Descubra agora