15 - 🕯️La vela y la sospecha🕯️

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El carromato se movió de nuevo con dirección a Ashai

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El carromato se movió de nuevo con dirección a Ashai. Aún faltaba mucho para llegar, pero estaba emocionada. El viaje solía ser aburrido y rutinario, pero ese día tenía nueva compañía. Habían pasado unos días desde la llegada de Athena. Generalmente no era de hablar mucho, pero esa mujer me sacaba información muy fácilmente.

Yo era un libro abierto.

—¿Entonces él solo golpeó a todos esos ladrones? —me preguntó mientras trataba de tejer un cubremesas de lana. Mamá le había estado enseñando a hacer manualidades con hilería de shina.

—¡Sin duda, Eloín ganaría a uno de esos osos mansadianos de un solo golpe! —Le enseñé emocionada mis bíceps sin desarrollar—. Cuando sea mayor me haré tan fuerte como él.

—Pero esos osos son muy grandes —alegó Athena, haciendo una mueca de escepticismo.

—Eloín es muy rudo —dije—. No hay duda. Te protegerá de esos malos que quieren atraparte.

—¿Y si mandan a un ahumador?

—¿Solo uno? —Bufé con tono burlón—. ¡Deberían mandar diez si quieren estar a la altura!

—¿No lo estás sobrestimando?

—No —dije sin dudar—. No sé qué significa sobre..., mmm, lo que sea que dijiste.

Mi madre me miró. Las tres estábamos sentadas en el esquinero improvisado que había fabricado con cajas y almohadas. El carromato estaba oscuro, iluminado con unas cuantas velas, pues afuera llovía ligeramente. Tuvimos que cerrar las ventanas.

Eloín estaba durmiendo frente a nosotras, tapado con unas colchas enormes; envuelto en ellas como si no hubiera descansado en días. Y tenía sentido, pues no confiaba mucho en Athena. Fue difícil convencerlo de llevarla, ya que implicaba que debía alimentar otra boca. Con un poco de manipulación emocional, logré ablandar su corazón.

—¿Cómo es que los hasei saben a dónde van sin necesidad de su jinete? —preguntó Athena, observando detenidamente a Eloín.

Hacían linda pareja, pero ambos evitaban dirigirse la palabra. Desde que era niña me creía una casamentera y esos dos se veía a leguas que les faltaba un amor que les alegre la vida. No puedo ocultar mi costumbre de entremeterme. Eloín era un amargado que desconfiaba de todo y Athena, por lo poco que la conocí, me parecía alguien que no tenía amigos.

—No lo sabemos —respondió mamá. Tejía un chaleco con hilos blancos; un tradicional vestido funerario—. Eloín siempre dice que son animales muy inteligentes y con un buen sentido de la orientación.

—Tiene sentido —contestó Athena. Punteaba al derecho y al revés, manejando las agujas de un lado a otro con maestría.

—Te va bien con eso —le dije yo, haciendo referencia a su cubremesas. Ella al principio fue terriblemente mala—. Fue difícil enseñarte las técnicas de punteo. Hasta creí que eras un caso perdido.

ASANE (Ya en físico)Where stories live. Discover now