09 - 🗡️Pelea de Armas🗡️

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ASANE

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ASANE

Los combates cuerpo a cuerpo habían terminado. Como fui la primera, luego tuve la oportunidad de poder ver la calidad de los siguientes aspirantes. Unos, como el chico velazul llamado Sami, apenas podían pelear decentemente. Otros, como Siana, la velarosa que estaba sorda, peleaban con tal maestría que llegaron a darme cierto temor (o interés) de enfrentarlos en algún momento.

Cuando Siana bajó del escenario la felicité, diciéndole lo genial que fue verla pelear, y ella fue junto a su maestra. No tuve la oportunidad de charlar un poco más con ella, pues era la única que me caía bien a simple vista. Se veía confiada y además me miraba cada rato y me ponía nerviosa.

—Prepárate para el examen de armas —dijo Salasai, cruzada de brazos a un lado del escenario.

Los Devotos estaban haciendo las anotaciones finales sobre el examen de combate cuerpo a cuerpo en unas mesas alejadas del público y los maestros Ahumadores. Me preguntaba si había hecho una buena presentación. ¿Cómo lo haría en el examen de armas?

—Calma, Asane —dijo Salasai—. Te ha ido bien. Tienes suerte de que no exista un examen de puntería, sino volverías a rendirlo el año que viene, créeme.

Retorcí mi dedo índice de nuevo.

—Tranquila —dijo una voz. Era Athena, al fin la habían dejado pasar. Después de todo, era mi protectora—. Si sobreviviste peleando contra hombres armados con espadas Resplandecientes, esto será más fácil que patear a un lisiado.

—¿Una lisiada haciendo chistes de lisiados? —pregunté.

—Solo perdí una pierna —respondió ella, señalando su pierna mientras se equilibraba sobre la otra—, eso no es ser lisiado. Todavía puedo correr con esta pata de latón.

—Además a Eloín le gusta —le dije.

Ella se sonrojó. Me daba gracia que todavía se sentía incomoda cuando mencionaba su nombre.

—¿Él te..., te lo dijo? —me preguntó.

—Me gusta cada cicatriz —dije—, cada huella, cada mancha de tu cuerpo. Me encantaría poder...

—¡Asane! —me detuvo Athena sonrojada—. Te dije que no leyeras sus cartas, niña entrometida.

—Pero si son tan lindaaas —me justifiqué emocionada—, aunque después se pone muy..., explícito y me arrepiento.

—En mi país te cortarían las manos —dijo.

—Bien, así no haría los exámenes —dije.

Salasai hizo un gesto para que me callara.

Me vi tentada a pedir explicaciones, pero al ver al Devoto Asaia subir al escenario, deduje que daría inicio a los siguientes exámenes. El hombre me había caído bien, pues emanaba de su ser un cierto aire de sabiduría que pocos tenían. Salasai le guardaba mucho respeto, así que supuse que en algún momento fue su maestro, así como ella era mi maestra.

ASANE (Ya en físico)Where stories live. Discover now