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Aventura de cuatro

Brigid

— Hoy viajaremos por Italia mis amores — Me le acerco a mis tres hijos que estaban tumbados en el sofá con completa derrota después de su entrenamiento. Los tres se quejaron al mismo tiempo ya que al parecer sus tíos los habían agotado lo suficiente como para no querer mover ni un músculo — Hay que aprovechar este maravilloso lugar, nos espera Salerno, Ravello, Positano — Empiezo a enumerar los lugares más hermosos que he conocido estando aquí con Balderik, mucho antes de que mis hijos vinieran al mundo a decir lo contrario.

— Ya fuimos a Positano — Se queja Jezabel.

— Sí, pero por trabajo de su padre, ni siquiera salieron.

— Porque dijiste que era peligroso — Dice Denzell estando de cabeza en el sofá, según él, necesita que la sangre le empiece a circular en las piernas.

— Levántense, vamos aprovechar la semana como familia.

— Tenemos que entrenar mamá — Dice Araziel.

— Ya sé, nuestras salidas no van afectar su entrenamiento, así que andando, quien no se levante no le va a tocar ningún churro con chocolate — Los tres se levantan haciéndome reír.

Mientras Balderik hacía su trabajo con Gian y Hela, aproveche mis días de descanso para estar con mis hijos. Hace meses que no habíamos salido los cuatro, así que tome la oportunidad de llevarlos a dar un paseo por la costa de Amalfi. Pasamos por Salerno y Ravello tal y como prometí que haríamos.

Balderik estaría fuera de casa estos días, así que nosotros también lo haríamos. Yo misma me encargué de los entrenamientos para que no perdieran sus clases como planeamos. Desayunábamos, comíamos y cenábamos juntos como familia, aunque el único que hacía falta en este pequeño viaje, había sido Balderik, aunque nos acompañaba con las comidas estando por videollamada.

Los días pasaron en donde disfrutamos de las vistas tan hermosas hasta llegar a Positano. Mis hijos disfrutaron del viaje hasta que llegamos a Capri. Me encanto ver las miradas soñadoras de mis hijos, esto era justo lo que quería conseguir para nosotros, últimamente han estado entrenando y haciendo sus tareas para la escuela, no han tenido tiempo de disfrutar de la vida, así que opté por darles lo que antes había sido mi mundo. Les mostré la libertad, lo que era andar por las calles sin preocuparse de lo demás, simplemente disfrutar del momento, de la familia.

Llegamos al mirador para disfrutar de la puesta de sol. Jezabel estaba encantada con todo que sacó fotografías de todo nuestro viaje y la mayoría se las envío a su padre, empiezo a creer que mi hija lo extraña mucho más de lo que yo lo hago.

— Definitivamente Italia ha superado mis expectativas — Dice mi hija con una sonrisa de oreja a oreja antes de avanzar y dar una vuelta con lo brazos extendidos. Su vestido verde se ensanchó alrededor de sus muslos y el sol poniente hizo que su piel brillara de manera... fascinante.

Sonreí antes de abrazar a mi hijo Araziel que estaba igual de contento que su hermana. Los cuatro estábamos en paz que deseé poder quedarnos aquí para siempre, encerrarnos en una caja de cristal reforzada en donde Desmond o cualquier enemigo no pudiera llegar a nosotros para romper el hechizo.

Denzell se abrió paso entre los turistas para contemplar el hermoso resplandor del sol poniente sobre la isla.

Solté un suspiro nostálgico cuando pensé en que mañana tendríamos que volver a casa para poder tomar el Jet que nos llevaría de vuelta a Londres para continuar con nuestra rutina de siempre.

— ¡Mira mamá! — Dice Denzell con emoción. Me acerco junto con Araziel para quedarme viendo la hermosa vista, pero al bajar la mirada y ver las miradas de adoración y las sonrisas de mis hijos fue mucho más hermoso que cualquier vista. No había nada que se le comparará.

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