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Mentiras

Balderik

— No te preocupes, tu madre estará bien — Mi hijo se remueve en la cama no muy tranquilo con mis palabras. Entendía que quería bajar para estar junto a ella, pero no. Brigid me mata si altero sus horas de dormir — Ya duérmete ¿está bien?

— No voy a poder dormir, lo sabes ¿no? — Me mira bastante molesto. Lo he subido hasta aquí a las malas y lo obligue a cambiarse su pijama.

— No tienes porque preocuparte sabiendo que estoy aquí, me viste matar a alguien por primera vez y... — Me calló de golpe queriendo analizar mejor mis palabras — Yo... espero no haberte asustado — Suelta un suspiro antes de negar con la cabeza.

— Me estabas protegiendo, aunque pienso que lo habría podido controlar yo mismo si es que lograba romper la ventanilla — Sonrió divertido — Ya tenía mi navaja preparada para cuando entrara por mi.

Brigid me reprochara por tanto tiempo cuando se entere lo que Denzell ha presenciado, de por sí ya me lleva reprochando durante dos años enteros el que escuchara a Denzell decir una mala palabra y sabe que aquello lo aprendió de mi, no me cree que es por la genética.

— ¿Sabes que tu madre querrá llamar a la psicóloga para que hable contigo? — Hace una mueca, no le gusta nada tener esas citas — Ya hemos hablado de esto.

— Ya sé, mi mamá no quiere que sigamos con el legado de la familia — Hace una mueca antes de mirarme — ¿Y estas de acuerdo con ello? — Asiento en silencio queriendo reprimir mis malos recuerdos — ¿Por qué? — Suelto un largo suspiro — Antes dijiste que Araziel tendría tu puesto y Jezabel el de mamá.

— Solo si ellos quieren aceptarlo — Lo miro — No voy a oponerme a lo que ustedes quieran, ni siquiera su madre, pero... está claro que si ustedes aceptan, tienen que lidiar con esto, con la gente que va a intentar matarlos a ustedes y a la familia que vayan a querer formar en un futuro.

— Escuche lo que hablaste con ese señor — Baja la mirada — ¿Ese tal Desmond es el mismo que... bueno... — Traga saliva haciendo que me acerque — ¿Es el papá de mi hermana Stella?

— Yo soy el papá de Stella.

— Pero no de sangre — Trago saliva en cuanto siento el amargo sabor de la verdad — ¿Él fue quien dañó a mi mamá? — Asiento en silencio. Denzell se endereza y me toma de la mano — Papá, no podemos permitir que se acerque a mi mamá otra vez.

— Tranquilo — Digo al ver como su mirada se oscurece — Tu madre está a salvo conmigo — Pongo mi mano sobre la de él — Con nosotros.

— Ese hombre tiene que saber que mi mamá es ahora de nosotros — Paso mi mano por su cabello sintiendo como mi corazón late con fuerza por sus palabras, trayéndome recuerdos de como Brigid se empezó a enamorar de mi, de verla embarazada tres veces y después ver como sostuvo a nuestros hijos en sus brazos. Verla en aquel vestido que llevo al altar para convertirse en mi esposa. Por supuesto que ella es nuestra, siempre ha sido así.

— Siempre ha sido así y seguirá tal cual — Digo antes de besar su frente — Ahora duerme — Lo recuesto nuevamente — Mañana temprano podrás estar con ella ¿está bien? — Asiente — Bien, descansa.

— Descansa, papá — Lo arropó antes de apagar las luces y salir de su habitación.

Al llegar al final de las escaleras, alcanzó a escuchar los gritos de dolor de Brigid porque le están sacando la bala del hombro. Veo a mis otros dos hijos en la sala, pero paso con rapidez hasta llegar a mi mujer que estaba sudando y llorando por el dolor. El médico limpia la sangre cuando logra retirar los restos de la bala, echa alcohol y gasas sobre la herida haciendo que mi mujer gruña de dolor enterrando con más fuerzas sus uñas sobre la toalla que tiene a un lado.

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