El Azul de Tus Ojos

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-¿Realmente hace una diferencia tener magia en tu interior?-

Merlín pudo haber vomitado, así de mal se sentía. ¿Por qué de repente Arturo estaba hablando de esa manera?

Hace unos días que una cosita, dos y tal vez tres habían salido de la boca del príncipe. Cositas que Merlín, ni en un millón de años, pensó que Arturo admitiría.

"Por supuesto. Estaría perdido sin mi sirviente."

"y si ustedes son amigos o algo más, te alejará de mi y no podría soportar eso... Todo menos eso."

"No siempre te lo digo, Merlín, pero te valoro mucho. Más que a cualquier otro."

Pequeñas cosas que Arturo había mencionado y habían tomado por sorpresa a Merlín.

Y ahora eso, ¿Que significaba siquiera? ¿Que quería decir Arturo con su pequeño discurso?

-¿A quien le importa que tengas magia?-

A Merlín se le heló la sangre.

Más silencio, y el viento que volvió a llenarlo.

-¿Por que sabes una cosa?- dijo Arturo en un susurro, como si estuviera contándole un secreto. El príncipe parecía un poco risueño.
-A mi no me importa.-

El hechicero no dijo nada, solo escuchó.

El rubio giró su cabeza levemente, encontrándose con los ojos abiertos de su siervo manteniéndole la mirada.

-No me molesta en lo absoluto la magia, pese a lo que dice mi padre.- susurró entonando cada palabra, como si hubiera estado esperando toda su vida para decir eso.
-Merlín.- dijo abriendo los ojos ampliamente, sonriendo poco a poco. -No me molesta la magia. Es más, la magia me parece hermosa. Como los copos que caen del cielo, o incluso el resplandor de la nieve.- dijo como si estuviera recitando un poema.

-¿Que?-
Eso fue todo lo que Merlín pudo responder. Es más, su voz ni siquiera alcanzó a formular toda la palabra ya que se quebró.

-¡Merlín!- repitió esta vez más fuerte, sentándose sobre la suave manta con una amplia sonrisa en su rostro.

De repente Merlín sintió cómo Arturo lo agarraba fuertemente de los hombros, asustándolo por un segundo.

-¿No lo entiendes? ¡Es que ya lo dije!- le explicó como si fuera la cosa más emocionante del mundo, sacudiéndolo por los hombros. -¡La magia no debería estar prohibida!-

Merlín levantó las cejas, sin poder responder nada ya que Arturo había empezado a reír fuertemente, llenando el bosque de su repentina felicidad.

El príncipe puso sus manos alrededor de su boca, como formando una especie de megáfono.

-¡NO ODIO LA MAGIA! ¡ES MÁS, PADRE, ME ENCANTA, COMO UNA MARAVILLA! ¡UN REGALO!- gritó poniéndose milagrosamente de pie, como si le estuviera hablando a todos y a nadie en especial. Como si le quisiera dejar en claro al bosque lo que pensaba.

Después, Arturo cayó de nuevo sobre el piso, estallando en risas.

Merlín nunca estuvo más sorprendido en su vida.
El príncipe había logrado dejarlo en shock.

Pero los minutos pasaron, así convirtiéndose en horas y dejando al sol caer tras las colinas mientras entraba la luna.

Tiempo después del extraño comportamiento de su príncipe, este había caído rendido en un sueño profundo, murmurando cosas sobre dragones y hechiceros, durmiendo con una pequeña sonrisa en su rostro.

Avec tout mon cœur -MerthurDonde viven las historias. Descúbrelo ahora