Qué aburrido es aquí

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Olivia

Finalmente regresé a México, pero me estaba aburriendo demasiado y eso que apenas había pasado una semana aquí. Todavía tenía tres semanas antes de regresar a clases, mismas semanas que trabajaría para recuperar el dinero que había gastado en California, y a pesar de que intenté no gastar demasiado, obviamente las cosas son más caras en Estados Unidos. Por fortuna no hacíamos gran cosa fuera de la casa, así que terminé gastando poco menos de lo que había presupuestado. Había conseguido trabajar en una tienda de regalos cerca del centro de la ciudad. Iría de lunes a viernes, quizás también los sábados, y a parte vendería algunas prendas de ropa que confeccionaba con la ayuda de Dani, era un pequeño emprendimiento entre las dos. Probablemente daré una que otra clase a algunos niños cerca de donde vivía.

Pasaba mucho tiempo pensando en Noah y la locura que viví con él en sólo un mes. No dejaba de darle de vueltas al asunto, ¿cómo me había metido en algo tan tóxico en tan poco tiempo? Tampoco dejaba de pensar en Michael, en como lo había traicionado, no era justo y me sentía terrible por eso. Era un asco de persona que no merecía lo bueno que Mike era conmigo, no merecía nada de eso. ¿Qué hubiera pasado si no hubiera hecho caso de ninguno de los dos? ¿Y sí lo hubiera intentado otro poco con Emiliano? Quizás ahora no tendría una crisis de ansiedad. Pasaba mucho tiempo del día haciendo ejercicio, entraría a trabajar hasta el lunes y era viernes. Me paraba temprano y salía a correr, regresaba a casa y tomaba un licuado, después hacía más ejercicio, de resistencia principalmente, después a veces iba con Daniela al gimnasio o iba a jugar básquetbol yo sola. Estaba de nuevo en una etapa de desesperación en la que me destrozaba físicamente para no pensar mucho, según mi psicóloga (cuando iba con ella) era como un castigo que yo me imponía, era como las personas que se cortaban con una navaja, pues resultaba que yo prefería explotar mi cuerpo a no más poder, al grado de terminar tan adolorida que apenas podía caminar.

Reconocía que de nuevo tenía conductas obsesivas, pero no creía que fuera tan grave, seguro en unas semanas más se me pasará, pues estaré en clases y eso me tendrá bastante ocupada. Esperaba que pudiera superarlo pronto, porque no podría vivir de esa manera otra vez; sabía bien lo mucho que me consumiría y terminaría en un hospital el día menos pensado, no quería revivir esas cosas, no era lindo. Justo una llamada entró, sacándome de mi suplicio mental. Era Mike. Respiré profundo y aclaré mi garganta para sonar lo más tranquila posible.

- Hola, bonita. ¿Cómo estás? Yo muy bien, te extraño demasiado, ¿cuándo regresas? O mejor aún, ¿cuándo te puedo visitar? - Me reí, Michael era tan tierno. Siempre sabía cómo sacarme una sonrisa, adoraba su energía tan grande y contagiosa, me hacía olvidarme de mi dolor y culpa.

- Hola, cariño. Bien, estoy bien, pero muy aburrida, me encantaría visitarlos pronto, pero sabes que es complicado por la escuela, sería más fácil si tú vienes, tienes un horario mucho más flexible. Deberías arreglar tus papeles para venir en el verano, ¿qué dices?

- Me encanta la idea, Liv. Empezaré a trabajar en mi papeleo.

- Excelente. ¿Qué has hecho en estos días?

- Ah, ya sabes, aburrirme, pensar mucho en ti, desearte...

- Ay, Mike, yo también te deseo mucho, ¡date prisa con el pasaporte! - Continuamos hablando genéricamente sobre nuestros días. Le conté sobre mi trabajo y cosas de ese estilo, él dijo que había estado trabajando en la canción que dejamos a medias, prometimos hacer una videollamada más tarde para dedicarle un buen tiempo. Más tarde llegó Dani para ayudarme con un pedido de faldas y vestidos. 

- ¡Hola! - La abracé de inmediato.

- ¡Hola! Apenas estoy sacando las telas, ¿me ayudas? Mientras sirvo algo de tomar, ¿quieres?

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