Caer en el amor.

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Su presencia lo estaba matando lentamente.

Su corazón estaba siendo sostenido por una cuerda floja y desgastada.

Los sentimientos de tristeza lo alcanzaban tan rápido como navegaban las olas por el mar.

Cuando miraba las estrellas recordaba lo bien que se sentía estar enamorado, lo bien que le hacía estar siendo correspondido, cuidado amorosamente, y respetado.

Pero el amor iba en recaída.

No, eso no puede ser...

Apenas estaba cayendo en el amor.

Cada vez que intentaba poner los pies sobre la tierra, había alguien quien desviaba su atención.

Detestaba tanto ser feliz pero no ser notado.

Todos le decían lo mal que se veía, lo mal que estaba.

Pero nadie veía lo que su corazón sentía.

Un amor profundo lo invadía cada que miraba los ojos oscuros de Jeno.

Pero se sentía desolado al no tener a más personas en su vida. Desde aquel entonces que sus sentimientos fueron correspondidos, su vida se detuvo en un parpadeo frívolo. Un mar de memorias desaparecieron.

No recordaba lo que alguna vez fue.

Sólo sabía que amaba a Jeno.

Y que su vida empezó a contar desde que se hizo su pareja.

Las yemas de sus dedos fríos arrancaron crudamente una hoja de papel de su cuaderno.

Estaba dispuesto a hacer lo que sea por amor.

Sabía que pronto iba a caer.

Sabía el riesgo de todo esto, pero preferiría cegarse.

El amor a veces te hace caer en lo más profundo, en lo que jamás pensabas que llegarías.

Pero amor es amor.

Nada es más fuerte que el amor.

Ni siquiera tu misma fuerza.

Con lágrimas ardiendo y resbalando sobre su helado rostro, hasta llegar a sentir en la boca el salado sabor de sus lamentos.

Tomó un lápiz e inhaló antes de escribir mínimamente una palabra, dañando sus labios con los dientes por los nervios, y exhaló decidido a escribir la receta de las pastillas que necesitaba. Claramente era un trabajo difícil de conseguir, pero se pudo mentalizar muy bien antes de hacer eso.

Sus ojos se encontraban un poco rojizos de tanto deplorar por un buen rato.

La piel de su rostro se encontraba manchada con sangre seca.

Al parecer, después de recibir el golpe en el labio inferior, y que éste haya sangrado, se trató de limpiar el sangrado con el reverso de su mano, lo que sólo lo manchó más. Todo a manos de su amado novio, su mayor amor Lee.

Pero no tenía tiempo para esas cosas, sólo necesitaba concentrarse en lo verdaderamente importante. Ya luego podría ocuparse de las agresiones que le ocasionaba su chirriante personalidad.

Su ex pareja le mencionaba lo mucho que le costaría que alguien lo quisiera de verdad por su personalidad tan hiperactiva.

No pensó que a estas alturas, esas frases de su ex le cobrarían factura.

Tal vez Jeno si lo quería pero solía hartarse.

Y lo entendía. ¿Por qué no podría...?

Se apresuró a levantar la hoja de papel y doblarla, para guardarla en el bolsillo de su chaqueta. Tendría que salir a hablar con quien sería su cómplice, y conseguir esas jodidas pastillas.

La necesidad tan palpable de que el plan saliera a la perfección, le comía sus nervios.

Viéndolo de lejos, era fácil. Sólo bastaba conseguir dormirlo con las pastillas después de su presentación en este teatro antiguo, y llevarlo secretamente a un psicólogo urgentemente. A que un profesional pudiera ayudar en lo que Jaemin no podía.

Si era necesario, internarlo.

Antes de dar un paso más, pensó que todo esto era para el bien de su gran amor Jeno.

Por esas noches en las que tomaron vino hasta quedar dormidos. Por los abrazos amorosos que se daban cuando no se veían seguido. El dulce tacto de sus manos tocarse las mejillas y darse un agradable beso. Por esas noches en las que se emborrachaban, colocaban música antigua en el tocadiscos y bailaban como idiotas sin ningún dolor o preocupación.

Su amor era como una hermosa y limpia gota de agua. Que se esclarecía y seguía en el mismo estado que antes.

Y no quería perder a su Jenito.

No para siempre...

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Un grotesco viento hizo temblar a su pequeño cuerpo y a los rasguños que tenía en sus antebrazos.

Despertó sin querer por el ruido que había en el primer piso.

Luego de varios minutos de querer despertar realmente, escuchó el grifo de agua del baño. Suponiendo que se trataba de su pareja.

Cuando Lee entró a la habitación, yendo directamente hacia la cama, con un semblante frío y neutro, y su mirada totalmente vacía, sin algún rencor o sentimiento de por medio.

Jaemin solamente lo ignoró y quiso repetir la misma acción de ir al baño, levantándose torpemente e ignorando que Jeno se echó a la cama como si nada.

Fue al baño tranquilamente, ya un poco despierto y consciente cuando lavó sus manos. Aunque notó una indiferencia en el suelo, había algunas gotas de un líquido oscuro y carmín.

Siguió el goteo, llevándolo hasta la escena de un animal asesinado a sangre fría.

Él lo supo.

Jeno lo había matado.

Llevaba una gran salpicada de sangre en el pómulo cuando fue a dormir.

El rastro que dejó de ahí hasta el baño, era impredecible.

¿Cómo mierda pudo ser Jen? ¿Por qué él de entre todos?

En un intento de desaparecer todo rastro de que su terrible amor hubiera sido el culpable; aún con su lloriqueo de por medio, fue a buscar trapos húmedos con agua caliente.

Lavando el piso poco a poco, buscando las pistas de sangre que había dejado.

Parecía un demente, encubriendo un horrible hecho.

Podía haber perdido la razón.

Se detenía cada instante a sollozar, para luego volver a deslizar con fuerza los trapos por el suelo manchado de blasfemia.

Por error sus manos también tenían sangre igual.

Las miró fijamente y se frustró de pensarlo nuevamente, golpeando su cabeza mientras seguía llorando de coraje.

Manchando su cara con el plasma, y mezclando sus lágrimas también.

Fue a lavar su rostro y sus manos, queriendo casi desprender su misma piel, rasgandola con brusquedad, y que dejara de tenerle tanto asco. Asco de sí mismo.

Volvió a ver todo limpio, casi como estaba cuando llegó. Excepto por el animal sin vida que se encontraba fuera de ahí pero al alcance de su vista.

Se echó al piso a gimotear de impotencia, jalando sus mechones y sintiendo un terrible ardor en su corazón que no lo dejaba agusto de tan sólo saber que había manchado sus manos también.

Asco, y dolor. Las emociones que predominaban en su alma en esos momentos.

Pero un Jeno preocupado fue a levantarlo al darse cuenta de la escena frente a ellos.

Como si él no lo hubiera hecho hace unos momentos...


"¿Qué esperabas? No soy el mismo chico al que besas tan dulcemente y él corresponde."

I'll be by your side - nominWhere stories live. Discover now