Piano.

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Trató de no hacer ruido, las voces de la gente cesó en cuánto la intérprete soprano comenzó a recitar su insólita voz que retumbaba por todo el teatro.

Entró a hurtadillas, antes de llegar al show se fue al baño y ahora llegaba tarde a la función, sólo esperaba no haberse perdido tanto.

Su asiento quedaba en mitad de la fila que estaba en medio, daba una muy buena vista al gran y lujoso lugar. La iluminación desde ahí se veía increíble. Las teclas y notas se alzaban y se acumulaban, causando incluso escalofríos al público.

Ahorró tanto dinero para este momento y por fin podía relajarse y disfrutar tanto de la ópera, la cual le llenaba de una amena calma.

— Perdón, perdón. —Se disculpaba por chocar con los pies de las personas al intentar llegar a su asiento.

Cuándo llegó se recargó y bufó, dándose por fin un momento de paz.

"Cette ivresse de jeunesse
Ne dure hélas, qu' un jour!
Puis vient I'heure
Où I'on pleure,
Le cœur cède à I' amour,
Et le bonheur fuit sans retour!
Je veux vivre..."

No se había percatado del increíble pianista al estar tan anonado por la fabulosa soprano que sus oídos estaban escuchando. La melodía estaba muy bien combinada, parecía que el pianista era muy bueno en su trabajo porque iba moviendo sus manos rápidamente, alcanzando cualquier sonido y cerrando sus ojos. No podía creer que se aprendiera todo eso.

Sus dedos marcaban cada tecla como si no tuviera miedo de equivocarse, como si se supiera todo de memoria. El movimiento de sus hombros demostraba su profesionalismo al alzarlos en leves ocasiones.

Era como si sus dedos fueran una máquina, sólo hacía el trabajo de remarcar teclas depende del empeño que se le otorgara. La vista de aquel chico era sólo para el piano. De vez en cuando volteaba a ver a la intérprete y darle una sonrisa. Muy bonita, por cierto.

A Jaemin le pareció un chico muy amable, por su cortesía de sonreír sin mostrar dientes, sus ojos también eran parte de la sonrisa, se achicaban cuando la mujer y él chocaban miradas.

Dejó de distraerse con el pianista y seguir deleitandose con su música favorita.

Ahora el sonido de los aplausos abarcó todo el lugar.

El chico que tocaba el piano se levantó de su banco y se paró junto a la protagonista, juntos hicieron una reverencia como despedida, siendo halagados por los murmullos del gran océano de gente impresionada.

Jaemin se incorporó aplaudiendo, no sabía que le había gustado más, si la obra o el pianista.

El chico de la linda sonrisa estaba viendo a todos los espectadores mientras mostraba su mejor cara.

Jaemin pensó que él estaba viendo al chico que estaba detrás de él pero no fue así.

En realidad hizo contacto visual con él.

Jaemin se quedó impresionado de sus ojos oscuros y redondos, eran muy bonitos. Pero devolvió la sonrisa en cuanto el contrario lo hizo. Como si el click de un reloj se hubiera estampado en ambos cuando se notaron entre tanta gente.

Después él se retiró.

— Fue bueno mientras duró. —Abultó sus labios, haciendo una línea con estos.

Se tronó el cuello y salió del lugar, dirigiéndose a una cafetería porque necesitaba energía, olvidó tomarlo en la mañana de lo tanto que estaba emocionado por la función.

La brisa era muy fresca apesar de ya no ser de mañana, tiró una gran sonrisa de oreja a oreja, lo ponía tan calmado el clima templado, era tan relajante que hacía que él también se sintiera agradable.

Quedaba a unos minutos del teatro y tenía que salir al aire libre, tapándose muy bien porque su cuerpo calentito reaccionaba al fuerte aire.

Cuando entró a la cafetería tomó su pedido cómo normalmente lo hacía, no tenía tanto chiste. Aunque no se había percatado de un chico a unos metros de él, era un poquito más alto que él, tenía una gorra negra y un cubrebocas del mismo color, vestía con un saco grande y café. Le pareció haberlo visto antes pero no alcanzaba a reconocerlo por sus gafas también.

Justo lo llamaron por su pedido, él fue directo a recoger su café, hasta se movió un poco más a con el desconocido de gorra negra.

En un mal paso al darse la vuelta en cuanto terminó de pagar, pisó el pie ajeno de aquél chico que quería reconocer.

— ¡Lo siento! —Hizo una reverencia rápida y torpe.

— No te preocupes, no me pasó nada. —Éste respondió con una sonrisa en sus ojos ya que su boca no podía verse.

Jaemin entrecerró los ojos, pero al instante se acordó.

— Tú eres el pianista ¿Cierto? —Dijo acercándose más a él para susurrarle lo dicho. —El que estaba ahorita ahí en el teatro de ópera.

— ¿Cómo lo supiste? ¿Me veo muy obvio? —Empezó a acomodarse y apretar más la gorra para no ser descubierto.

— ¿Cómo podría olvidar la sonrisa que forman tus ojos? Pero tranquilo, no te ves igual. —Intentó relajar el ambiente.

— Gracias. —De nuevo volvía con esa bonita sonrisa, se veía muy alegre.

— Sólo te digo que tocas el piano demasiado bien, me admiró mucho tu técnica y movimientos, te miras muy... independiente.

— Muchas gracias por el cumplido. —Ahora él recogía su pedido, mientras sus mejillas se teñían de un ligero color rosa.

— Me tengo que ir, sigue tocando el piano, lo haces excelente. —Sin más que hacer, Jaemin se fue sacudiendo la mano en forma de despedida.

Entonces Jeno empezó a recordar.

¿Quién es y por que...

¡Ah! Supongo que él es el chico que me sonrío y que estaba en la fila del medio.

— Pero ¿Por qué no preguntó mi nombre? ¿Debí haberle preguntado el suyo?

Dijo para si mismo mientras salía de la cafetería, haciendo sonar la campanita de la tienda. — Da igual. —Le dio un sorbo a su café y caminó en dirección contraria a por donde Jaemin se fue.

Llegó a casa finalmente, sintiéndose sin tanto problema en la cabeza y fue al piano que estaba en su sala de estar. Su único consuelo estaba ahí.

— Me sentí muy bien al recibir ese halago de parte de un chico que supongo que es mi edad. Los adultos siempre mienten. —Contaba a su mascota Jacky, un perrito french poodle, que parecía un perrito de peluche. —Eres mi mejor amigo, Jacky, el único que puede verme tocar el piano siendo yo mismo.

El perrito lamió su muñeca, y Jeno rió.

— Eres un completo lindo, ven que te daré una parte del pequeño pastelito que compré en la cafetería.

Le dio la parte dicha y lo acariciaba mientras lo veía comer.

Luego se dispuso a tocar una melodía que le gustaba mucho, mientras sonreía feliz.

Miraba el paisaje de su casa, tenía una casa grande y su jardín repleto de flores con una piscina gigante azulada, era increíble, aparte vivía en un terreno lleno de árboles, por lo que daba las vibras de ser un bosque.

El día de hoy, Jeno se sentía muy bien, estaba muy feliz.

I'll be by your side - nominWhere stories live. Discover now